Orlando Guevara Núñez
A José Martí lo conmovió profundamente una carta recibida de un grupo de obreros cubanos emigrados en Ocala, Estados Unidos, comunicándole su decisión de aportar, cada uno, veinticinco centavos semanales para contribuir a la revolución por la independencia de Cuba.
Sabe el sacrificio personal que eso representa por lo que ellos mismos mencionan: sus míseros salarios.
Le concede un alto valor a ese gesto que, aunque parezca pequeño, dice mucho sobre la decisión de lucha contra el poder colonial español. Martí se refiere a este hecho en un trabajo publicado en el periódico Patria, titulado Los cubanos de Ocala, el 2 de julio de 1892.
“Nuestro oficio- dice- no es convencer de su incapacidad a los que están harto convencidos de ella. Nuestro oficio es demostrar al país que no somos tan incapaces como la política que censuramos”.
Y es entonces cuando plantea el pensamiento de hacer, frente a los que no hacen. Agrega que ordenar es el modo de censurar a los que no ordenan. Y acaudalar es el modo de censurar a los que no acaudalan.
Reitera la idea de que la guerra es necesaria porque no existe otra alternativa, una guerra “sin ira para entrar al fin en el gobierno de nuestras haciendas y de nuestras personas”.
El gesto de ese grupo de trabajadores conmueve profundamente a Martí. Más cuando advierte que no hay en ellos ni alarde de patriotismo, ni el deseo de que se conozcan sus nombres, ni una palabra de adorno. Define que en estos momentos no hay que hacer artículos contra la autonomía, ni echar en cara errores. “No hay artículo contra la autonomía – afirma- que valga más, ni enseñe más al país, que los veinticinco centavos semanales de los cubanos de Ocala”.
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