.Orlando Guevaara Núñez
La reestructuración de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y la construcción del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba en la Región Cauto-Bayamo-Jiguaní, fue un eslabón de ese mismo proceso en la provincia de Oriente.
En mayo de 1962 - a sólo dos meses del histórico discurso del Comandante en Jefe Fidel Castro criticando los males del sectarismo y exponiendo las nuevas ideas sobre lo que debía ser el Partido dirigente de la Revolución cubana - todo Oriente comenzó a ser escenario de un intenso trabajo. Creación de direcciones regionales provisionales, integración de Comisiones, realización de asambleas de obreros ejemplares, largas jornadas de análisis, surgimiento de los militantes y aspirantes, formación de los núcleos, constitución de los comités municipales y seccionales.
Una idea sobre la magnitud de esa tarea, está contenida en los siguientes resultados: En sólo nueve meses de trabajo, en Oriente se habían realizado 2 233 asambleas de obreros ejemplares en centros que agrupaban a 170 895 trabajadores, el 84 por ciento de ellos presentes en esas reuniones.
De esas asambleas surgió una cantera ascendente a 9 882 obreros ejemplares, a quienes se sumaron 5 477 miembros de las ORI no seleccionados como ejemplares en sus colectivos de trabajo. Vale decir que muchos de ellos radicaban en centros donde en ese primer proceso no se realizaron las asambleas. Otros eran jubilados.
Los datos anteriores revelan que la cantera de la cual debían salir los primeros militantes y aspirantes del PURSC en Oriente, era de 15 359 hombres y mujeres. Y luego de las asambleas de obreros ejemplares, el primer paso consistía en una entrevista individual a cada uno de ellos. En otro momento, todos ellos participarían en 1 418 reuniones de análisis, a raíz de las cuales las comisiones elaboraban las propuestas sobre el otorgamiento o no de la condición de militante o aspirante.
En ese período los compañeros Jorge Risquet, Rodolfo Puente Ferro, Julián Rizo Álvarez y Cecilio Sánchez Valiente, eran quienes por el Buró Provincial del Partido atendían el proceso en Oriente. Y la presencia de uno de ellos era imprescindible en las reuniones donde se definía el ingreso o no de los integrantes de la cantera.
Ello significa que estos cuatro compañeros estuvieron presentes - junto a las Comisiones y Direcciones Regionales - en las 212 reuniones realizadas para analizar y decidir, uno por uno, todos los casos.
En esa primera etapa, en Oriente ingresaron al PURSC 6 774 militantes y 1 118 aspirantes, organizados en 1 063 núcleos. Luego vendría otro paso trascendente en la creación del Partido: la constitución de los 59 Comités Municipales y 28 Comités Seccionales surgidos en este territorio en el proceso inicial.
Oriente había sido dividida en 12 regiones. Luego se creó la de Segundo Frente, pero la cifra no varió, porque Sierra Maestra Norte y Sierra Maestra Sur, se redujeron a una.
El porcentaje partidista en los primeros centros donde surgió nuestro máximo organismo dirigente, era pequeño. Los militantes y aspirantes representaron en ellos sólo el 4,61 por ciento de los trabajadores. Y con ese resultado, en Oriente, por cada cien trabajadores afiliados a los sindicatos, 2,5 integraban las filas de los comunistas.
Un factor de mucha importancia es que el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba comenzó a construirse, principalmente, en centros productivos. Eso determinó una composición social de sus filas con predominio obrero. Así, el balance de esa primera etapa indicó que el 75 por ciento de los militantes y aspirantes eran obreros de centros industriales, agrícolas, de la construcción y del transporte, mientras que el 14 por ciento lo eran de prestación de servicios y de la administración. Los maestros representaban sólo un 2,30 por ciento y los campesinos semiproletarios y otros que no explotaban mano de obra llegaban a un 6,6. El total de otros casos era de un 1,80 por ciento.
Lo decisivo, sin embargo, era que ya existía un Partido organizado, despojado de los métodos erróneos para su formación y desarrollo. Su futuro crecimiento tendría que ser resultado de su propio trabajo.
Lo más importante no serían las cifras, sino la calidad y el prestigio del Partido. El crecimiento numérico y orgánico del Partido tiene que ser el resultado de la elevación de la conciencia revolucionaria en general y de la aceptación y asimilación de la política del Partido y sus principios marxista-leninistas en particular. Así quedó establecido.
En correspondencia con ese criterio, el Partido en Oriente definió entonces una principal tarea organizativa: el crecimiento orgánico de sus filas en los sectores productivos, como fueron los centrales azucareros, fábricas, talleres, plantas, minas, la construcción, granjas, transporte y puertos.
Esas orientaciones contenían un principio inviolable en el Partido: la calidad de los nuevos ingresos. El objetivo era no sólo crecer, sino mantener el rigor cualitativo imprescindible para nuestra organización de vanguardia.
Siendo así, las organizaciones de base, direcciones regionales, municipales y seccionales, emprenderían la labor de crecimiento teniendo en cuenta, como premisas, el fortalecimiento ideológico de la militancia, la labor de ésta entre los obreros, el reforzamiento del rol dirigente del Partido en la producción y en toda la construcción del socialismo; la elevación de la conciencia revolucionaria de la clase obrera, el fortalecimiento político y organizativo de los sindicatos y la construcción y fortalecimiento de la Unión de Jóvenes Comunistas.
Entre la militancia, el porciento de mujeres continuaba siendo pequeño, pues sólo representaban el 6,25, determinado, a nuestro juicio, por tres factores principales. En primer lugar, la poca presencia de mujeres incorporadas a la producción en los centros donde se construyó el Partido. En segundo, por las limitaciones que la mayoría de ellas tenían en esos tiempos para otras funciones a parte de su papel como trabajadoras, madres y timoneles de las tareas hogareñas. Y un tercero de no poco peso: la discriminación y subestimación que en esos primeros años tuvo a muchas mujeres como víctimas.
La dirección del Partido en Oriente había tenido en cuenta desde el inicio la dificultad contenida en la baja cifra de militantes comunistas en los centros productivos. Y así enunciaría, en 1964, el Secretario de Organización, Jorge Risquet, dicha preocupación: “Esta restringida membrecía es un factor que limita la labor de orientación, educación y organización que el Partido está llamado a desarrollar entre esta masa proletaria que por su agrupamiento en grandes centros y su tendencia a una mayor concentración aún, por su papel decisivo en la producción de bienes materiales, por su ligazón con la maquinaria, con la técnica más avanzada, por su tradición de organización y de lucha, ha de constituir también el núcleo más poderoso, avanzado y consciente de la Revolución Socialista”.
Ese proceso de crecimiento y fortalecimiento del Partido en Oriente, tuvo una base organizativa que requirió también de una actividad muy intensa. Me refiero a las Segundas Asambleas de los comités municipales y seccionales.
El 19 de abril de 1964, fue celebrada la primera asamblea de este tipo, la cual aportaría experiencias para las demás. Ese honor correspondió al Comité Municipal Paco Cabrera, de Puerto Padre, en la Región Tunas-Puerto Padre. Otros cuatro municipios fueron escogidos como pilotos para esas segundas asambleas. Estos fueron Gibara, Región Holguín-Gibara; Palma Soriano, Región Palma-San Luís- Contramaestre; Tunas, en la misma Región que la primera y Santa Rita, de la Región Cauto-Bayamo-Jiguaní.
Estas segundas asambleas tendrían la tarea de realizar el balance de trabajo del año transcurrido desde su constitución, la elaboración del plan para la siguiente etapa y la elección de los Comités Municipales y Seccionales.
En Puerto Padre - primer Comité Municipal del Partido creado en Oriente, el 14 de abril de 1963- hubo una demostración de cómo las filas partidistas habían crecido en doce meses. Se constituyó con 38 militantes y ocho aspirantes y ahora contaba con 69 y 17, respectivamente, mientras que de nueve núcleos, la cifra había ascendido a 14. En las demás, el balance fue igualmente positivo.
Una aseveración de Jorge Risquet, en esa ocasión, iba más allá del valor de lo cuantitativo:”El Partido ha crecido, la joven organización marxista-leninista ha demostrado que es la organización capaz de desempeñar el papel de vanguardia, y junto con el Partido han crecido las organizaciones”.
El proceso preparatorio y celebración de las Segundas Asambleas del Partido, fue la vía por excelencia para instrumentar e impulsar los cinco principales objetivos de organización que había trazado el Buró Provincial para una etapa que en Oriente se extendería hasta 1965:
.Fortalecer, mejorar y elevar la labor de los Núcleos del Partido, mediante el análisis crítico y autocrítico del trabajo realizado desde su constitución hasta la fecha, tanto en el trabajo interno como externo, tanto colectivo como individual. .Creación de nuevos Núcleos y crecimiento de los existentes en los sectores productivos: centrales, fábricas y talleres, minas, construcción, granjas, transporte y puertos.
.Creación de nuevos Núcleos en los centros administrativos y de prestación de servicios (de más de 20 trabajadores) prestando atención especial a la construcción del Partido entre los trabajadores de la Enseñanza.
.Fortalecimiento del trabajo de los organismos municipales y seccionales, preparación y celebración de las Segundas Asambleas.
.Fortalecimiento del trabajo de los organismos Regionales, preparación y celebración de las Conferencias de Constitución de los Comités Regionales del Partido.
En Puerto Padre, aquel 19 de abril de 1964, ante la presencia también de dirigentes de la mayoría de las Regiones de Oriente, Risquet definiría, además, como prioridades del trabajo partidista, la concentración del trabajo del Partido en los sectores productivos, así como la construcción y crecimiento en éstos.
Orientó también el incremento de la labor de educación político ideológica de los cuadros, militantes y aspirantes del Partido y de la masa de trabajadores, a la vez que enfatizó en la lucha por consolidar el funcionamiento de los Núcleos como organismos básicos del Partido y fortalecer el movimiento sindical.
Aquel proceso fue muy aleccionador para todos los militantes y aspirantes del Partido. Y para todos sus dirigentes. En el primer proceso, habíamos recibido el honor de militar en las filas de los comunistas cubanos y en algunos casos el de dirigir la naciente organización. Lo demás había que demostrarlo en el rigor de la lucha.
Ahora, al cabo de un año, el recuento individual y colectivo sería el mejor termómetro para medirnos todos.
Tres interrogantes planteadas por el Buró Provincial del Partido constituían el centro de los análisis. ¿Cómo ha mantenido cada miembro del Partido la calidad, la ejemplaridad revolucionaria que lo hizo acreedor al título de militante del PURSC? ¿Cuál es el grado de influencia de cada Núcleo, Comité Seccional, Municipal y Regional, entre las masas trabajadoras? ¿Qué capacidad han alcanzado para orientar, organizar y dirigir a los trabajadores?
En los Núcleos, el análisis tenía objetivos muy concretos en los planos interno y externo, en lo individual y lo colectivo, en los métodos y las actitudes de la organización y de los militantes.
El examen incluía cómo cada miembro del Núcleo - militante o aspirante - había cumplido sus responsabilidades partidistas, cómo había mantenido la actitud ejemplar que le mereció el ingreso al Partido y cómo había superado sus defectos; además, su desarrollo como militante, su superación cultural e ideológica. Y un aspecto de también mucha importancia: Cómo era visto por sus compañeros de trabajo.
Colectivamente, las valoraciones abarcaban el trabajo organizativo interno y el papel del Núcleo y la militancia en el impulso a la producción, la elevación de la conciencia de los trabajadores, la difusión del marxismo-leninismo y de la prensa y literatura revolucionarias, la defensa de las medidas de la Revolución y el apoyo a la lucha de los pueblos contra el imperialismo, además del fortalecimiento de la Unión de Jóvenes Comunistas, las organizaciones de masas y los sindicatos. Súmese a ello el análisis de la ligazón del Partido con las masas, la autoridad y prestigio ante estas, así como la preocupación por las condiciones de vida y de trabajo de los obreros. Las relaciones del Núcleo con la administración ocupaban un lugar importante de las reflexiones.
A partir de 1964, se produjo un cambio en la forma para el análisis de los nuevos ingresos al Partido. Y la razón está clara. Ahora existían organizaciones de base y organismos dirigentes, pasando a ellos tal responsabilidad.
Así, en lugar del tipo de Comisiones que iniciaron la construcción del Partido, ahora ellas estaban integradas por dos miembros del Núcleo y uno del Comité Seccional o Municipal.
Para el crecimiento, en los Núcleos se analizaba a los aspirantes y se decidía su ingreso a no, con la aprobación del organismo superior. Se tomaba también en cuenta, como cantera, a los trabajadores que solicitaban el ingreso al Partido a la vez que se elaboraba una relación de los trabajadores que la organización de base consideraba con cualidades para integrar sus filas.
En todos los casos, se continuó respetando el principio de la voluntariedad, junto al derecho del Partido a seleccionar a sus miembros. Y también, sin excepción, todos tendrían que pasar por el veredicto de las masas. Al Partido, durante un tiempo, se comenzó a ingresar por la vía de aspirante durante un año, aunque existía la posibilidad de que a los seis meses pudiera proponerse el ingreso. Sólo en casos excepcionales se podía aprobar un ingreso directo.
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