.Orlando Guevara Núñez
¿Cuál fue el destino de los 158 jóvenes que el 26 de
julio de 1953, liderados por Fidel Castro vinieron a Oriente, a ofrendar su
sangre y su vida para que José Martí no muriera en el año de su centenario y
siguiera viviendo en el alma de la Patria?
Al exponer ese
tema, lo primero que resalta es la desinformación y el desconcierto de la tiranía sobre la
procedencia de los asaltantes. No concebían que personas humildes, sin cargos
ni aspiraciones de poseerlos, arriesgaran su vida asaltando tan importantes
posiciones militares.
La primera cifra impresionante es la de los muertos. Solo
6 caídos en combate y 55 asesinados después de bárbaras torturas. Después, 32
fueron juzgados y sancionados. Otros 17 fueron juzgados, pero absueltos porque
no pudieron probarles su participación. Y 48 lograron evadir la cacería, por lo
que no fueron ni apresados ni juzgados.
De los 32 sancionados, uno, el máximo jefe, Fidel Castro,
fue condenado a 15 años de prisión. La pena de 13 años recayó sobre 4, entre
ellos Raúl Castro. Otros 22 recibieron condenas de 10 años; 3 fueron a prisión por 3 años; y 2, las
heroínas Haydée Santamaría y Melba Hernández, serían recluidas durante 7 meses.
Pero hay un dato interesante: Nótese que entre los
juzgados y no sancionados por falta de pruebas, suman 65 asaltantes. Y, sin
embargo, la tiranía llevó al mismo juicio a 59 acusados, principalmente de
partidos de oposición, que nada tenían que ver con las acciones de los
cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
Como se conoce, por presión popular, los moncadistas
presos fueron amnistiados el 15 de mayo de 1955. Luego vino el exilio en
México, el desembarco del Granma, la lucha guerrillera en la Sierra Maestra, la
lucha clandestina en las ciudades y el llano, hasta la victoria del 1ro. de
enero de 1959.
En cuanto a los moncadistas, vale destacar que 21 de
ellos fueron expedicionarios del Granma, y de ellos 4 murieron en los días posteriores
al desembarco, 8 cayeron prisioneros, 2 murieron durante la guerra y 7
permanecieron hasta la victoria.
Ahora, a 65 años de aquel glorioso 26 de julio, ellos,
los que cayeron y los que siguieron, tienen el derecho bien ganado de ser
admirados por todo un pueblo como héroes y forjadores de la patria cubana.
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