Orlando
Guevara Núñez
El 5 de julio de 1896, en Loma del
Gato, cayó en combate el Mayor General del Ejército Libertador Cubano, José
Maceo Grajales. Su muerte fue un rudo golpe para las fuerzas revolucionarias.
El máximo jefe de la Revolución de 1895, José Martí, lo había bautizado como “Un hombre escogido por el Dios de la Guerra”.
Había nacido el 2 de febrero de 1849 en una zona rural de San
Luis, en el territorio de Santiago de Cuba, y con solo 19 años de edad se
incorporó a la guerra de 1868 contra el poder colonial español.
De él
diría el Generalísimo Máximo Gómez: “Pocos cubanos he conocido más
libre, más trabajador y más valiente; y
más resuelto, ninguno. Puedo decirte que la Patria ha perdido en él a uno de
sus mejores y más decididos y probados servidores (…) Ha muerto el General José Maceo, la verdad,
como moriremos muchos, pero su memoria no puede ser olvidada; y guarda tú estas
líneas que desde estos campos, donde retumba el cañón, te escribo, porque ellas
significan mi duelo de guerrero por la pérdida del compañero y del amigo; que él murió en su puesto, derribado de su
caballo de batalla para aparecer más alto y hermoso en la historia de tu
Patria”.
Su valentía en los combates, en los cuales acostumbraba a marchar siempre
diez pasos por delante de la vanguardia, hizo que sus compañeros lo denominaran
El León de Oriente.
El 1ro. de abril de 1895,
José Maceo desembarca por Duaba,
Baracoa, junto a su hermano Antonio y otro bravo general mambí, Flor Crombet,
para reiniciar la guerra necesaria. Una obligada dispersión de esa fuerza, lo sume
durante 13 días en una odisea soportable sólo por hombres de su temple. Hasta que logra incorporarse a las
filas insurrectas.
Acción tras acción, se
forjan sus hazañas. Y cuando el 22 de octubre de 1895 parte Antonio Maceo con
la invasión hacia Occidente, deja como Jefe del Departamento Oriental al ya
legendario José Maceo, jefe del Primer Cuerpo del Ejército Libertador Cubano.
Desde entonces, hasta su caída en combate , las fuerzas españolas no tuvieron
tregua en el territorio por él dirigido
Las balas enemigas que lo
mataron, sin embargo, fueron impotentes
ante la figura del bravo guerrero, la cual se convirtió en símbolo y paradigma
que trascendieron el hecho fatal y protagonizan los tiempos presentes. Porque
el Mayor General José Maceo pertenece a la pléyade de quienes son recordados no
por el hecho de su muerte, sino por la
obra de su vida.
Hoy, en el cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago
de Cuba, donde se atesoran sus restos, una representación del pueblo
santiaguero, en nombre de todos los cubanos, rendirá tributo al héroe.
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