Las Termópilas no fueron sino un
esfuerzo pasajero de una hora; mientras que el heroísmo de los cubanos ha sido
constante y se ha desplegado en cien campos de batalla… Toda la historia humana
no puede suministrar un ejemplo más elocuente de propósito heroico.” James J.
O’Kelly
En estos días se encuentra de
visita oficial en Cuba el presidente de Irlanda, Michael D. Higgins, primera de
un mandatario de ese país en la historia, quien además de los encuentros
oficiales propios de su cargo, y en particular con el Presidente Raúl Castro, ha
incluido en su agenda una conferencia magistral en el Aula Magna del Colegio de
San Gerónimo, de la
Universidad de La
Habana, la visita al Instituto de Medicina Tropical Pedro
Kouri (IPK) y su presencia en la sede, en
la fortaleza de La Cabaña,
de la Feria Internacional
del Libro de La Habana. Como una demostración adicional de su contacto directo
con el pueblo cubano y de su carisma popular, el jefe de estado irlandés
presentó en ese sitio el libro El crimen
del Estrella del Mar, de su
compatriota Joseph P’Connor, a quien calificó como “uno de los grandes
diplomáticos irlandeses, por la calidad de su prosa y la agudeza de los temas
que trata”. Higgins recalcó también que la obra es “la primera de un autor
irlandés publicada en Cuba desde Ulyses, de James Joyce”.
Sobre la República de Irlanda, o
simplemente Irlanda, debe precisarse que se trata de una isla ubicada al
noroeste de Europa. Este Estado tiene como
capital Dublín y ocupa aproximadamente las cinco sextas partes del territorio,
o sea, 70 280 km², que representa el 83 % de la isla. Por tanto, su
superficie es 15,3 veces menor que la de Cuba. Obtuvo su independencia efectiva
del Reino Unido en 1922, tras una guerra de independencia cuyos orígenes se
remontaban al siglo XIX. El resto del
territorio de la isla, Irlanda del Norte, pertenece al Reino Unido de Gran
Bretaña. Y la aspiración y lucha tradicionalmente presentes en sectores de la
población de esta región, dividida entre nacionalistas y unionistas, por lograr
una independencia total e integración o
mantener el actual estado ha sido sangrienta y es un capítulo histórico pendiente.
Durante el siglo XIX sufrió los
embates de una hambruna colosal entre 1845 y 1849 que redujo, por muerte y
emigración hacia todas partes, la población de entonces de 8 millones de
personas a niveles de 4,5 millones. Con oscilaciones en distintos periodos, su
población actual es aproximadamente esta, con una gran concentración en la
capital.
De manera que si bien el país se
ha caracterizado por la impronta de la emigración irlandesa y su asentamiento
desde Australia hasta Estados Unidos, hay que enfatizar los aportes irlandeses,
por ejemplo, a la literatura universal, ya que cuenta con cuatro Premios Nobel
(George Bernard Shaw, Wiliam.
B. Yeats, Samuel Beckett
y Seamus Heaney) y otros muchos escritores
con renombre mundial. Además, goza de buen estándar de vida.
Son varias las referencias de
José Martí sobre Irlanda y los irlandeses en los Estados Unidos, entre las que
cito, por su relación con los ideales independentistas, la siguiente,
correspondiente a 1883: “Apretados en amplio salón los irlandeses, proponen que
todo irlandés jure que no ha de llevar a la boca, ni tocar con su mano, ni
poner sobre su cuerpo durante un año objeto de comer, beber, trabajar, o vestir
que haya salido del suelo o de los
talleres de Inglaterra.”
Durante el siglo XIX fueron
muchos los personajes de origen irlandés
que formaron parte de la sociedad cubana de la época, ya en altos cargos del
gobierno español o como miembros de la clase adinerada. Sin embargo, el nexo
más trascendente y auténtico se produjo en el periodo de 1872 a 1873, con la llegada
a Cuba de James J. O’Kelly, corresponsal del periódico New York Herald, para
informar sobre la guerra de independencia en Cuba y entrevistarse con Carlos
Manuel de Céspedes, entonces presidente de la República de Cuba en
Armas. Sus peripecias, los hechos, descripciones, juicios y valoraciones del
viaje y el contacto directo con los jefes y soldados mambises y con las
autoridades españolas, además de ser publicados en la prensa, fueron recogidos
brillantemente en el libro titulado La Tierra del Mambí.
En su campamento situado dentro de un bosque espeso ocurrió el
encuentro con Céspedes. Así se inició aquella entrevista entre Céspedes y
O’Kelly.
O´Kelly le relató los principales incidentes ocurridos durante su viaje
a través del territorio de la
Isla, hasta que un agente del gobierno insurrecto le
contactó. Y se comenzó el largo diálogo entre ambos personajes. En un momento
posterior, O’Kelly aclaró a Céspedes, “le
dije que era súbdito inglés, pero no soy inglés, sino irlandés”
–Entonces, quizás nos entendamos mejor, ¿no, señor O’Kelly? Ud. podrá
comprender mejor la naturaleza de nuestra lucha.
–Sin duda, señor. Sé lo que es la aspiración de libertad de un pueblo,
tanto del suyo como del mío –dijo O’Kelly con una franqueza absoluta ante
aquella alma gemela que lo había impresionado tan hondo que le estremecía sus
sentimientos patrióticos.
Finalmente, después de varias semanas de caminatas y estancias en los
campamentos mambises, y largas conversaciones, llegó el día de despedida de
O’Kelly.
Entre las anotaciones de Céspedes referidas a O’Kelly, resalta la posible contribución de ambos en los planes de
independencia respectivos. Esta es la cita:
“O’Kelly se presta a servir los intereses de Cuba. Ha formado una
combinación para explotar el elemento irlandés. Si ayuda para alcanzar el
reconocimiento de nuestra beligerancia por los Estados Unidos, la República de Cuba le
dará 20 000 rifles y un vapor, cuando esté definitivamente establecida y
reconocida por las naciones como tal. Ese individuo se compromete, de acuerdo
con nuestro agente a ganar los demás elementos de los Estados Unidos incluso al
Presidente. Si lo consigue, será acreedor a una recompensa.”
O’Kelly, a su vez, resumiría en un pasaje de su libro La Tierra del Mambí, sus impresiones y
valoraciones de su estancia junto a Carlos Manuel.
“El modo de vivir de la
compañía presidencial no tenía nada de agradable. Los sufrimientos y
penalidades deben haber probado hasta el extremo la devoción y el patriotismo
de los cubanos que la componían... Aunque se veían obligados a desplegar una
incesante actividad tanto física como moral, se sometían a ella con la mejor
voluntad, de manera que, a pesar de todos sus sufrimientos y fatigas, siempre
estaban alegres y contentos.”
Como conclusión del encuentro de aquel patriota irlandés con Cuba,
quedan para las páginas de la historia todo lo contenido en su libro, aunque
puedan sintetizarse en unas líneas breves, como éstas:
“La tierra del mambí es un país
completamente desconocido, pues lo han desfigurado en sus narraciones,
así sus amigos como sus detractores.” “¡Y de cuanta constancia nos da
pruebas este pueblo en su lucha por la libertad! Toda la historia humana no
puede suministrar un ejemplo más elocuente de propósito heroico.”
Como dijo un amigo político irlandés,
“O’Kelly estuvo siempre por la libertad: “Constantemente,
desde 1858, y hora tras hora, toda su vida soñó y laboró por Irlanda.“ Y en
Cuba podemos decir que los cubanos estamos en deuda con muchos que ayudaron a
Cuba libre, como lo hizo O’Kelly, y que merecerán siempre un homenaje y un
gesto de gratitud
O’Kelly nació en Dublín, Irlanda en mayo de
1842, tenía treinta años cuando estuvo en Cuba, vivió en Irlanda dedicado a la
política y murió el 22 de diciembre de 1916. Pudo conocer de la independencia
de Cuba en 1902, pero no así el día de la independencia de su amada Irlanda.
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