. Orlando Guevara Núñez
Ecuador está, geográficamente, en la mitad del mundo. Y
políticamente, este 19 de febrero, será el centro de atención política de gran
parte del mundo. Serán las elecciones presidenciales, en las cuales los
ecuatorianos decidirán en las urnas la continuidad de la Revolución Ciudadana,
iniciada hace una década por el actual mandatario, Rafael Correa, o el regreso
al neoliberalismo que pondría fin a un período de avances y a un futuro
promisorio.
En Ecuador, han dicho muchos analistas, se decidirá este
domingo no solo el destino de un país, sino el de América Latina, por lo menos
durante un período inmediato. Las fuerzas reaccionarias luchan por sumar a ese
país al concierto encabezado por Argentina y Brasil, con gobiernos que han
revertido en pocos meses los avances alcanzados y cada día muestran la
descarnada realidad del neoliberalismo en contra de los pueblos.
Un retroceso en Ecuador, sería un retroceso en la
integración latinoamericana, en momentos en que el nuevo presidente de los
Estados Unidos, con su desequilibrada política,
amenaza con medidas que en mucho afectarían a los pueblos de la región en el
orden económico y más allá.
Como en estos países, en Ecuador se escuchan seductores
cantos de sirenas. Para los enemigos de
la Revolución Ciudadana, las grandes inversiones en carreteras, obras
hidráulicas y otras muchas de beneficio social, son gastos innecesarios. Y se
escuchan promesas cuyos fin único es ganar votos que conduzcan al poder para,
desde ahí, lanzarse contra las conquistas del pueblo y transformar los cantos de sirenas en feroces aullidos de lobos.
La prensa reaccionaria ha ocupado su lugar en calumniar al actual gobierno y tratar de restarle autoridad ante los electores.
Faltan pocas horas para el desenlace. Al pueblo ecuatoriano le corresponde decidir, en unas elecciones cuya importancia trasciende sus fronteras para insertarse en el interés de nuestra América, de cuya integración y unidad dependen su bienestar, progreso, independencia y seguridad.
Faltan pocas horas para el desenlace. Al pueblo ecuatoriano le corresponde decidir, en unas elecciones cuya importancia trasciende sus fronteras para insertarse en el interés de nuestra América, de cuya integración y unidad dependen su bienestar, progreso, independencia y seguridad.
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