.Orlando Guevara Núñez
La última semana de la
guerra revolucionaria contra la tiranía batistiana en Cuba fue de un combate
sin tregua. La capacidad militar y política del Comandante en Jefe Fidel
Castro, se impusieron al poderío enemigo y las maniobras, promovidas por el
gobierno norteamericano para impedir el ascenso del Ejército Rebelde al poder.
El viernes 26 Fidel, desde
Palma Soriano, escribe al Che. Lo alerta
sobre el peligro de compartir su autoridad, prestigio y fuerza con el
Directorio Revolucionario. “La guerra está ganada, el enemigo se desploma
estrepitosamente, en Oriente tenemos encerrados diez mil soldados, los de
Camagüey no tienen escapatoria. Todo eso es consecuencia de una sola cosa:
nuestro esfuerzo” Luego de alertar sobre posiciones que no son revolucionaria,
traza orientaciones precisas para impedir futuros problemas.
Ese mismo día, dirige una
carta a Belarmino Castilla Mas (Comandante Aníbal), jefe de la Columna 19 José
Tey, del Segundo Frente Frank País. Lo felicita y le indica que “tu objetivo es
ahora Mayarí. Envía fuerzas con toda rapidez a tomar el camino de Mayarí a
Preston. Deben ser lo suficientemente numerosas para impedir que la guarnición
se retire (…) Le aclara que ya conversó eso con Raúl.
Con igual fecha, cursa
instrucciones al encargado del armamento para despacho de obuses y balas. En
otra misiva de ese 26 de diciembre, comunica al combatiente Juan Nuiry Sánchez
su ascenso a capitán del Ejército Rebelde.
El Sábado 27 se produce en
hecho trascendente: después de cinco días de duros combates, Palma Soriano es
tomada por asalto por las fuerzas rebeldes. Ese día, Fidel anotaría en su libro
De
la Sierra Maestra a Santiago de Cuba, la contraofensiva estratégica: “Radio
Rebelde transmitió el parte que redacté sobre la toma de Palma Soriano. Aún
combatíamos en Maffo, pero los acontecimientos ya se precipitaban velozmente en
las pocas jornadas que restaban para el final de 1958 y el comienzo de 1959”.
Por vez primera habían participado en combate las fuerzas de los Frentes de
Fidel, Raúl y Almeida.
Más de 350
soldados y oficiales vencidos, además de
muchos muertos. Más de 250 prisioneros, mientras que la cifra de armas ocupadas
ascendía a 357. Una fortaleza menos de
la tiranía. Palma Soriano nacía como baluarte de la libertad.
En el parte
sobre Palma Soriano, Fidel avizora el peligro de otra maniobra enemiga: el
bombardeo a las ciudades liberadas por el Ejército Rebelde. Y lo denuncia con
toda claridad.”El Movimiento 26 de Julio está bien consciente del momento
decisivo que vive Cuba. Conocemos perfectamente que todas estas amenazas de
ofensiva aérea encierran una antipatriótica maniobra para propiciar una intervención extranjera en
Cuba. Pero nadie podrá robarle al pueblo de Cuba el saldo beneficioso de la Revolución.
Conquistaremos toda la justicia, estamos a un paso de obtenerla, pero si
intereses mezquinos intentan obstaculizarlo, hasta el último combatiente de la
Revolución sabrá morir de cara al sol”.
Fidel había
desentrañado las intenciones intervencionistas norteamericanas en Cuba.
El 9 de diciembre de 1958, un funcionario
norteamericano visitó en La Habana al tirano Fulgencio Batista, enviado por el
Departamento de Estado y con la anuencia del presidente Eisenhower con una
misión
concreta: aconsejarlo para que renunciara y diera paso a una Junta Cívico
Militar. Una previsión para evitar el triunfo de la Revolución-
Coincidentemente,
ese 9 de diciembre Fidel, en respuesta a una información de la revista
norteamericana Times en la cual se
expresaba la posibilidad de que los Estados Unidos intervinieran en los asuntos
cubanos, a través de la OEA dejaría bien clara su posición:
A buena hora
se aparece esa gente con esas intenciones de intervención o de llamar a la
Organización de Estados Americanos (OEA). Cuando aquí la dictadura estaba
tronchando cabezas por decenas y por centenares, no se preocuparon
absolutamente nada por eso. No tienen derecho a venir a preocuparse ahora…De
ninguna manera aceptaremos ningún tipo de intervención en este conflicto (…) No
aceptaremos nada que no sea la rendición incondicional de Batista y Columbia.
Todo el que permanezca al lado de la dictadura, tendrá que rendirse. Ese es un
problema que no hay ni que preocuparse. El
que venga a intervenir tendrá que entrar peleando (…)
El 17 de ese
mismo mes, el embajador de Estados Unidos en Cuba, Earl Smith, le comunicaba al
dictador que su gobierno le retiraba el apoyo
y sugería la conveniencia de su renuncia e inmediata
salida del país. En realidad habían previsto que la victoria revolucionaria era
un hecho inminente y se esforzaban para evitarlo.
Fidel, al
mismo tiempo, desbarataba las maniobras externas e internas.
Los acontecimientos
del 28 de diciembre, confirmarían las consideraciones visionarias de Fidel.
Esa mañana, en las cercanías de Palma Soriano, el
Comandante en Jefe sostuvo una entrevista solicitada por el general Eulogio
Cantillo, jefe de operaciones del ejército de la tiranía y responsabilizado con sus tropas en Oriente,
quien, apunta Fidel, “había mostrado disposiciòn para sumarse al movimiento
militar que junto al Ejército Rebelde precipitaría la caída de la tiranía y el
triunfo de la Revolución”.
En este
encuentro quedó pactado que el 31 de diciembre, a las 3:00 de la tarde, se
produciría la sublevación militar en la capital. Fidel propone similar
movimiento en el Cuartel Moncada, lo cual es aceptado por Cantillo.
El jefe
batistiano, pese a las advertencias de Fidel, parte hacia la capital del país.
Había estado de acuerdo con tres advertencias del jefe de la Revolución: ni
golpe de estado, ni dejar escapar a Batista y otros asesinos, ni contactar con
la embajada norteamericana.
El mismo 28
de diciembre, Fidel anuncia el ascenso de varios oficiales del Ejército
Rebelde. Ellos fueron, a Comandante: Calixto García Martínez, Luis Crespo, Raúl
Menéndez Tomassevich, Rafael Verdecia, Pungo; Aldo Santamaría, Manuel Piñeiro,
Luis Orlando Rodríguez y Félix Duque. A capitán: Enrique Jiménez Moya y Luis
Borges Alducín. A teniente: Pastorita
Núñez. También es ascendido a Comandante
Universo Sánchez.
Otra
victoria rebelde precipitaba el colapso de la tiranía: la guarnición de Maffo,
cercada y asediada durante 20 días, rendía sus armas a los rebeldes.
El avance de
las tropas rebeldes sobre Santiago de Cuba proyectado para el 30 de diciembre,
había sido aplazado, en virtud de lo acordado con Cantillo. Sin embargo, ya en
La Habana, el general traicionó todo lo pactado e hizo las tres cosas que se
había comprometido a no hacer. Argumentó que lo acordado debía aplazarse hasta
el 6 de enero. El peligro previsto por Fidel se había cumplido; un golpe de
estado que pretendía escamotear el triunfo de la Revolución.
A una nota
enviada por Cantillo, Fidel responde de forma contundente desde Maffo: “El contenido de la nota se aparta por
completo de los acuerdos tomados. Es ambiguo e incomprensible. Me ha hecho
perder la confianza en la seriedad de los acuerdos. Quedan rotas las
hostilidades a partir de mañana a las 3 p.m. que fue la fecha y hora acordada”
El último
día del año, Fidel intercambia notas con el coronel Rego Rubido, jefe de la
Plaza Militar de Santiago de Cuba. Se
trata de evitar la batalla final, la de la capital oriental. Pero la decisión
de enfrentarla no frena el paso rebelde.
En una
alocución al pueblo de Cuba, alerta sobre las maniobras para escamotear el
triunfo revolucionario. En otra imparte instrucciones a los Coordinadores
provinciales y municipales del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Les
indica asumir provisionalmente el gobierno de cada municipio.
En la mañana
del 1ro. de enero de 1959, en el Central América, Fidel recibe la noticia sobre
la huída del tirano. En la capital está en marcha el golpe de estado, fruto de
la traición de Cantillo y el complot yanqui. Radio Rebelde difunde con rapidez
la noticia. Informa, orienta. Hasta que cede sus micrófonos al Comandante en
Jefe Fidel Castro.
La alocución
de Fidel, firmada en el Central América, está dirigida a todos los Comandantes
del Ejército Rebelde y al pueblo de Cuba. La primera orientación es que
cualesquiera que sean las noticias procedentes de la capital, las tropas
rebeldes no deben hacer alto al fuego en ningún momento. Conceder parlamento
solo a las guarniciones que deseen rendirse.
Las indicaciones
son claras y precisas: “Las operaciones militares proseguirán inalterablemente
mientras no se reciba una orden expresa de esta Comandancia, la que solo será
emitida cuando los elementos militares que se han alzado en la capital se
pongan incondicionalmente a las órdenes de la jefatura revolucionaria.
¡Revolución, SI; golpe militar NO!”
Hace un llamado
al pueblo y especialmente a los trabajadores
a prepararse para la huelga general cuando fuese orientada para
contrarrestar cualquier golpe contrarrevolucionario. Convoca a la más estrecha
unidad entre el pueblo y el Ejército Rebelde.
Desde Palma
Soriano, Fidel se dirige al pueblo de Santiago de Cuba, con instrucciones
precisas, cuya esencia se resume en el párrafo inicial: “Santiagueros: la
guarnición de Santiago de Cuba está cercada por nuestras fuerzas. Si a las seis
de la tarde del día de hoy no han depuesto las armas, nuestras tropas avanzarán
sobre la ciudad y tomarán por asalto las posiciones enemigas”
Tras pedir
la cooperación del pueblo, termina con una exaltación al patriotismo de los
santiagueros:“Santiago de Cuba: serás libre porque te lo mereces más que
ninguna, y porque es indigno que por tus calles se paseen todavía los
defensores de la tiranía”.
Fidel pese a
la magnitud de la situación en Oriente, orienta cada paso en todo el país. Se dirige a los mandos rebeldes de Camagüey,
a las Columnas de Camilo y el Che, en la zona central. Camilo debe marchar
hacia la capital y ocupar Columbia como jefe; el Che, asumir la jefatura de La
Cabaña.
En las
instrucciones se indica al Comandante Aníbal ocuparse de la rendición de
Mayarí, a Raúl, la rendición de Guantánamo; igual misión para los comandantes
Lalo Sardiñas y Delio Gómez Ochoa, en Holguín y Victoria de las Tunas,
respectivamente.
Se dan
instrucciones también al Comandante Dermidio Escalona, jefe rebelde de Pinar
del Río. El Comandante Ramiro Valdés
Menéndez debe permanecer en Las Villas. Las columnas orientales, con Fidel al
frente, marcharían hacia Santiago de Cuba.
Días antes,
el Comandante en Jefe había enviado hacia la ciudad de Santiago de Cuba al combatiente
Rey Irsula, con algo más de cien hombres y sus armas, con la misión de tomar
algunos objetivos militares, edificios, hostigar a las fuerzas represivas e impedir su
libre movimiento y apoyo a las fuerzas instaladas en el Moncada.
En otra
alocución, Fidel llama a los trabajadores a la huelga general en los
territorios no liberados. El pueblo respalda las indicaciones. Las maniobras
reaccionarias son desbaratadas, el Ejército Rebelde descabeza a la tiranía.
Fidel, desde Palma Soriano, se dirige hacia El Escandel y desde allí entra victorioso a Santiago de Cuba cinco
años, cinco meses y cinco días después de la gloriosa mañana de la Santa Ana.
Se completaba su predicción desde México antes de la expedición del Granma:
había salido, había llegado, había entrado y ¡había triunfado”. Había
transitado el heroico camino del combate
a la victoria.
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