.Orlando
Guevara Núñez
Este
2 de septiembre, se cumplen 56 años de la Primera Declaración de La Habana. En
la capital cubana, un millón de personas aprobaron esa declaración, dada a
conocer por el Comandante en Jefe Fidel Castro. Otro millón, en diversos actos,
la aprobó en la entonces provincia de Oriente. Y el hecho se repitió a todo lo
largo y ancho del país.
Acababa
de tener lugar, en San José de Costa Rica, una reuníón donde el Ministerio de
Colonias Yanquis (OEA) había condenado a Cuba, como parte de la estrategia
norteamericana para destruir la Revolución.
Fue
una digna respuesta del pueblo cubano, en defensa de su soberanía, de sus principios
y sus derechos.
“PRIMERO:
Condena en todos sus términos la denominada Declaración de San José de Costa
Rica, documento dictado por el Imperialismo Norteamericano, y atentatorio a la autodeterminación
nacional, la soberanía y la dignidad de los pueblos hermanos del Continente
“. Fue el pronunciamiento inicial.
Cuba
condenó ese día las agresiones yanquis a pueblos hermanos como México, Haití,
Santo Domingo, Nicaragua y a nuestro propio territorio, incluyendo la situación
colonial de Puerto Rico y el dominio imperial sobre el Canal de Panamá.
Ese
día, Cuba habló en nombre de todos los pueblos de América:
“
La Asamblea General Nacional del Pueblo declara que la aceptación por parte de gobiernos
que asumen oficialmente la representaciónde los países de América Latina de esa
intervención continuada e históricamente irrefutable, traiciona los ideales independentistas
de sus pueblos, borra su soberanía e impide la verdadera solidaridad entre nuestros países; lo que obliga a esta
Asamblea a repudiarla, a nombre del pueblo de Cuba, y con voz que recoge la
esperanza y la decisión de los pueblos latinoamericanos y el acento liberador
de los próceres inmortales de nuestra América”.
“Por
ello, frente al hipócrita panamericanismo que
es solo predominio de los monopolios yankis sobre los intereses de
nuestros pueblos y manejo yanki de gobiernos posternados ante Washington, la
Asamblea del Pueblode Cuba proclama el latinoamericanismo liberador que late en
José Martíy en Benito Juárez. Y, al extender la amistad hacia el pueblo
norteamericano —el pueblo de los negros linchados, de los intelectuales
perseguidos, de losobreros forzados a aceptar la dirección de gangsters—,
reafirma la voluntad de marchar ‘con todo el mundo y no con una parte de él”.
El
concepto cubano de democracia fue expuesto con claridad total por el Comandante
en Jefe Fidel Castro:
“La
Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba,
expresa la convicción cubana de que la democracia no puede consistir
sólo en el ejercicio de un voto electoral, que casi siempre es ficticio y está
manejado por latifundistas y políticos profesionales, sino en el derecho de los
ciudadanos a decidir, como ahora lo hace
esta Asamblea General del Pueblo de Cuba, sus propios destinos. La democracia,
además, sólo existirá en América cuando los pueblos sean realmente libres para
escoger, cuando los humildes no estén reducidos —por el hambre, la desigualdad
social, elanalfabetismo y los sistemas jurídicos—, a la más ominosa impotencia”.
Cuba
defendió ese día a todos los pueblos de nuestro preterido continente. Y
proclamó los derechos de todos los humildes.
“Por
eso la Asamblea General Nacional del Pueblo deCuba: condena el latifundio, fuente
de miseria para el campesino y sistema de producción agrícola retrógrado e inhumano;
condena los salarios de hambre y la explotación inicua del trabajo humano por
bastardos y privilegiados intereses; condena elanalfabetismo, la ausencia de maestros,
de escuelas, de médicos y de hospitales; la falta de protección a la vejez que
impera en los países de América; condena la discriminación del negro y del
indio; condena la desigualdad y la
explotación de la mujer; condena las oligarquías militares y políticas que
mantienen a nuestros pueblos en la miseria, impiden su desarrollo democrático y
el pleno ejercicio de su soberanía; condena las concesiones de los recursos
naturales de nuestros países a los monopolios extranjeros como política entreguista
y traidora al interés de los pueblos; condena a los gobiernos que desoyen el sentimiento
de sus pueblos para acatar los mandatosde Washington; condena el engaño sistemático
a los pueblos por órganos de divulgación que responden al interés de las oligarquías
y a la política del imperialismo opresor; condena el monopolio de las noticias
por agencias yankis, instrumentos de los trusts norteamericanos y agentes de Washington;
condena las leyes represivas que impiden a los obreros, a los campesinos, a los
estudiantes y los intelectuales, a las grandes mayorías de cada país,
organizarse y dluchar por sus reivindicaciones sociales y patrióticas; condena
a los monopolios y empresas imperialistas que saquean continuamente nuestras
riquezas, explotan a nuestros obreros y campesinos, desangran y mantienen en
retraso nuestras economías, y someten la política de la América Latina a sus
designios e intereses”.
En
correspondencia con esos principios, la Revolución cubana proclamó ese 2 de
septiembre de 1960:
“El
derecho de los campesinos a la tierra; el derecho del obrero al fruto de su
trabajo; el derecho de los niños a la educación; el derecho de los enfermos a
la asistencia médica y hospitalaria; el derecho de los jóvenes al trabajo;el derecho
de los estudiantes a la enseñanza libre, experimental y científica; el derecho
de los negros y los indios a la ‘dignidad plena del hombre'; el derecho de la
mujera la igualdad civil, social y política; el derecho del anciano a una vejez
segura; el derecho de los intelectuales, artistas y científicos a luchar, con
sus obras, por un mundo mejor; el derecho de los Estados a la nacionalización
de los monopolios imperialistas, rescatando así las riquezas y recursos nacionales;
el derecho de los países al comercio libre con todos los pueblos del mundo;
el
derecho de las naciones a su plena soberanía; elderecho de los pueblos a
convertir sus fortalezas militares en escuelas, y a armar a sus obreros, a sus
campesinos, a sus estudiantes, a sus intelectuales, al negro, al indio, a la mujer,
al joven, al anciano, a todos los oprimidos y explotados, para que defiendan,
por sí mismos, sus derechos y sus destinos”
A
partir de aquella histórica declaración, el pueblo de Cuba fue más odiado por
el poder imperial y sus cómplices, pero más querido por los revolucionarios,
los humildes y explotados de nuestra América y del mundo.
Cuba
habló esa ocasión no solo de derechos, sino también de deberes para
alcanzarlos.
“
La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba postula: El deber de los
obreros, de los campesinos, de los estudiantes,de los intelectuales, de los
negros, de los indios, de los jóvenes, de las mujeres, de los ancianos, a luchar por sus reivindicaciones
económicas, políticas y sociales; el deber de las naciones oprimidas y
explotadas a luchar por su liberación; el deber de cada pueblo a la solidaridad
con todos los pueblos oprimidos, colonizados,explotados o agredidos sea cual fuere el lugar del mundo en que
éstos se encuentren y la distancia geográfica que los separe. ¡Todos los pueblos
del mundo son hermanos!”
Y
por último, la Primera Declaración de La Habana habló de esperanzas, de sueños,
de confianza en un futuro mejor y posible:
“
La Asamblea General Nacional del Pueblo deCuba reafirma su fe en que la América
Latina marchará pronto, unida y vencedora,
libre de las ataduras que convierten sus economías en riqueza enajenada
al imperialismo norteamericano y que le impiden hacer oír su verdadera voz en
las reunionesdonde cancilleres domesticados, hacen de coro infamante al amo
despótico. Ratifica,por ello, su decisión de trabajar por ese común destino
latinoamericano que permitirá a nuestros países edificar una solidaridad
verdadera, asentada en la libre voluntad de cada uno de ellos y en las aspiraciones
conjuntas de todos. En la lucha por esa América Latina liberada, frente a las
voces obedientes de quienes usurpan su representación oficial, surge ahora, con
potencia invencible, la voz genuina de los pueblos,voz que se abre paso desde
las entrañas de sus minas de carbón y de estaño, desde sus fábricas y centrales azucareros, desde
sus tierras enfeudadas, donde rotos, cholos, gauchos, jíbaros, herederos de
Zapata y de Sandino, empuñan las armas de su libertad, vozque resuena en sus
poetas y en sus novelistas, en sus estudiantes, en sus mujeres y ensus niños,
en sus ancianos desvelados. A esa voz hermana, la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba le responde ¡Presente! Cuba no fallará. Aquí está hoy Cuba
para ratificar, ante América Latina y ante el mundo, como un compromiso
histórico, su dilema irrenunciable
¡Patria o Muerte!”
Cuba
no le ha fallado a nuestros hermanos de América Latina y más allá. Aquí sigue
este pueblo, firme, aguerrido, solidario, que ha hecho de la resistencia un
pilar inconmovible de la victoria. Más de medio siglo de bloqueo, lo que hecho
es convertirnos en un pueblo de gigantes. Mas latinoamericanista, más internacionalista,
mas antimperialista. Y seguiremos siendo así, inspirados en el legado fidelista
de que nacimos en un país libre que nos
legaron nuestros padres y primero se hundirá la Isla en el mar antes que
consintamos en ser esclavos de nadie.
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