.Orlando
Guevara Núñez
Cuando
se hable del heroísmo de Santiago de Cuba, el nombre de Vilma Espín Guillois
será siempre imprescindible. Ella fue protagonista del heroísmo de los días más
difíciles. Heroína de la clandestinidad y del Ejército Rebelde. Heroína de la
República de Cuba. La Vilma de Santiago y de toda Cuba.
En
el libro Una Revolución que comienza,
de la Editorial Oriente, pág. 79, Vilma
dejó plasmadas algunas de sus vivencias sobre Santiago de Cuba.
La
caída de Frank País.
“Bueno,
esa tarde fue tremenda para todos nosotros. Inmediatamente llamamos a la mamá
de Frank y a su novia América Domitro para que fueran enseguida a reclamar el
cadáver”.
“Frank
estaba tirado en medio de la calle y todo el pueblo se fue arremolinando allí,
se pusieron cordones. Había una situación popular tremenda. Frank muerto, y
Santiago de Cuba estaba hirviendo. Esa misma tarde, los dueños de los almacenes
y la gente de la Resistencia Cívica empezaron una huelga; los patronos y los
obreros, todo el mundo. Ahí si es verdad que todo el mundo se puso de acuerdo,
y empezaron a cerrar”.
“Por fin me pusieron a Rosario al teléfono. Entonces yo le
dije: “Usted tiene que ir y fajarse de cualquier manera, con los dientes, de
cualquier manera para que le entreguen el cadáver de Frank”. Y ella, que es una
mujer de un temple tremendo, arrancó para allá con una fuerza enorme”.
“Ya lo habían llevado para el necrocomio
cuando ella llegó, porque en los primeros momentos la gente quería llegar hasta
el cadáver y hubo forcejeos con los guardias. Es que la reacción popular fue
espontánea, muy poderosa, y desde ese momento se paró la ciudad, la gente se
dedicó a ir donde estaba Frank. Entonces ellos entregaron el cadáver. Actuaron
inteligentemente en ese momento: lo que hicieron fue replegar todas las fuerzas
y acuartelarlas, mientras la gente se aglomeraba alrededor de la casa de
América, que fue donde se tendió”.
“Allí se le puso el uniforme, porque Frank tenía dos
vocaciones bien marcadas, pero yo diría que la primera era la militar y la
segunda, la de maestro. Yo insistí en que le pusieran el uniforme y la boina
sobre el pecho, porque a él le gustaba la boina y la usaba desde antes, y que
le pusieran una rosa blanca sobre la boina y el brazalete del 26. Además, los
grados de tres estrellas correspondientes al plan de los nuevos grados que él
estaba elaborando para mandárselo a Fidel”.
“El entierro fue una manifestación de todo el pueblo. Los
centros de trabajo estaban cerrados, no había fuerzas públicas por ninguna
parte y la ciudad entera estaba tomada por el pueblo. La gente que no iba en el
entierro, tiraba flores a su paso, y hubo caso de gente de la Marina que
esperaron el entierro y se cuadraban cuando pasaba; fueron los que
participaron, menos de dos meses después, en la acción de Cienfuegos (esto lo
supe luego)…”
En
carta a Léster Rodríguez, sobre la
muerte de Frank, Vilma escribe:
“El
día 31 fue el día más extraordinario de cuantos han conocido en esta etapa de
la historia de Cuba, aún así, ni siquiera tuvo el consuelo de poder ver cuanto
ocurrió. Sabes que ese día vino el Embajador Smith; aún antes de lo de Frank ya
se tenía preparada una demostración de las mujeres santiagueras; imagínate tú
lo enardecidas que estaban todas con lo que acababa de ocurrir, ese día la
mujer santiaguera escribió una página admirable de coraje. Fueron golpeadas,
vejadas, les pusieron las mangueras de los carros de bomberos y no se movieron”.
“Según
se llevaban un grupo de mujeres por un lado del parque, aparecía otro por el
otro extremo. A las doce del día había 50 mujeres presas en el Palacio
Provincial y el embajador estaba asqueado e indignado con la represión
policíaca. Toda la preocupación de las presas ensopadas y golpeadas era que las
soltaran a tiempo para ir al entierro. Esta fue la más imponente y colosal
demostración de duelo que se ha visto en Cuba. Por la tarde no abrió ningún
comercio para que todo el mundo pudiera ir al entierro. La ciudad entera se
quedó vacía mientras se acumulaban más de 20 cuadras de gente en apretada masa
desde la casa de América. Procuramos que el entierro de Pujol se uniera, sabes
que él fue formidable, según me dicen, trató de cubrir a Frank con su cuerpo”.
“Todo
ese imponente desfile de la ciudadanía santiaguera bajó Heredia hasta San Pedro
y de ahí al cementerio. Martí estaba abarrotada de gente que se unió luego, de los balcones
caían flores al paso del cortejo. Se procuró que fueran solamente cantando el
Himno Nacional, pero de vez en cuando salía un grito de rebeldía apoyado por
todo el pueblo. Los viva y los ¡abajo!
Pudieron contenerse un poco al principio, pero luego se desbordaron”.
“Las
autoridades tuvieron el buen tino de acuartelar sus tropas, aquella multitud no
hubiera temido a nada; a la vista de un uniforme hubieran destrozado al que lo
llevara. Se izaron banderas del 26 en el cementerio. (…)”
“Ese día Frank ganó la más grande de sus
batallas, con sus estrellas de coronel, me hice la idea de que sonreía”.
Sobre otro
momento trágico para los
revolucionarios santiagueros, la muerte
de Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada, el 30 de noviembre de 1956,
Vilma ofrece su testimonio sobre lo
acontecido cuando se velaba el cadáver
de Pepito. Recogido en el libro José Tey Saint-Blancard, su última cita de
honor, de Yolanda Portuondo López, pág. 304, citando como fuente al diario Juventud Rebelde, de 30 de noviembre de 1966.
“Al
día siguiente se efectuó el entierro de Pepito Tey, que fue al doblar de
nuestra casa de San Jerónimo. Fuimos hasta allí Haydée, Armando y yo. Todavía
estaban los guardias haciendo disparos, pues el pánico los invadía. Recuerdo
que uno de ellos, trepado en un camión, se orinó en los pantalones a la vista
de todos. No sabían qué hacer. Mucha gente concurrió al velorio. Había de todas
las procedencias: comerciantes, obreros, gente acomodada, gente humilde. Los
soldados estaban frente a la puerta de la funeraria provocando. En cierto
momento pasó un soldado y disparó una ráfaga de ametralladora contra el
entierro. El público se lanzó al suelo y el féretro salió rodando en el
correcorre. Tuve que sacar de allí a la mamá de Pepito. La soldadesca trató de
entrar al velorio y se produjo un momento emocionante. La gente que estaba
allí, en casi su totalidad, eran gente
pacífica, gente del pueblo. Pero cuando los militares se movieron hacia la
entrada, los hombres que se hallaban en el vestíbulo, calladamente, como
respondiendo a un impulso interior, formaron un semicírculo y se quedaron
aguardando con los puños cerrados. Un sargento se dio cuenta de que iba a haber
pelea y decidió llamar por teléfono para pedir instrucciones. Entonces le
dieron órdenes de no dejar entrar más público al velorio.
Armando,
Haydée y yo nos situamos en la escalinata de la funeraria y al pasar el féretro saludamos militarmente. Los
soldados estaban tan nerviosos que no hicieron caso de aquello.
Vilma Espín
Guillois. Heroína de la lucha
clandestina y guerrillera. Fue coordinadora del Movimiento Revolucionario 26 de
Julio en Oriente y combatiente del Segundo Frente Oriental Frank País. Falleció
el 18 de junio de 2007.
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