viernes, 26 de junio de 2015

Santiago de Cuba, del combate a la victoria (45, final) Santiago de Cuba en el corazón de Fidel

.Orlando Guevara Núñez
Santiago de Cuba tiene ganado un lugar muy honroso en el corazón del Comandante en Jefe Fidel Castro. En múltiples ocasiones, antes y después del triunfo revolucionario, el máximo dirigente de la Revolución cubana ha expresado sus sentimientos de admiración y cariño hacia esta ciudad.
Luego del asalto al Cuartel Moncada, los personeros de la dictadura batistiana difundieron la infamia de que Santiago de Cuba no había apoyado esa acción. Fidel, en su alegato de autodefensa  La historia me absolverá, el 16 de octubre de 1953, afirmaría desbaratando esa mentira:
Santiago de Cuba creyó que era una lucha entre soldados, y no tuvo conocimiento de lo que ocurría hasta muchas horas después. ¿Quién duda del valor, el civismo y el coraje sin límites del rebelde y patriótico pueblo de Santiago de Cuba? Si el Moncada hubiera caído en nuestras manos, ¡hasta las mujeres de Santiago de Cuba habrían empuñado las armas! ¡Muchos fusiles se los cargaron a los combatientes las enfermeras del Hospital Civil! Ellas también pelearon. Eso no lo olvidaremos jamás!”
Ya a las puertas del triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959, el Comandante en Jefe se dirigió al pueblo santiaguero, desde la ciudad de Palma Soriano.
(…) “Santiago de Cuba: Aún no eres libre. Ahí están todavía en tus calles los que te han oprimido durante siete años, los asesinos de cientos de tus mejores  hijos. La guerra no ha terminado porque aún están armados los asesinos”.
 Santiago de Cuba: serás libre, porque tú lo mereces más que ninguna, porque es indigno que por tus calles se paseen todavía los defensores de la tiranía”.
“Santiago de Cuba: necesitamos tu apoyo. Desde hoy a las 3 de la tarde la ciudad debe estar totalmente paralizada. Todo el mundo debe abandonar su trabajo en solidaridad con los combatientes que van a liberarla.” (…)
El mismo día de la victoria, desde el balcón del Ayuntamiento, frente al Parque Céspedes, Fidel expresaría estas palabras que entrañaban  un reconocimiento a la ciudad heroica.
(…)”Además, yo iba a estar en la capital de la República, o sea, en la nueva capital de la República, porque Santiago de Cuba será, de acuerdo con el deseo del presidente provisional, de acuerdo con el deseo del Ejército Rebelde y de acuerdo con el deseo del pueblo de Santiago de Cuba, que bien se lo merece, la capital.  ¡Santiago de Cuba será la capital provisional de la República!” (…)  Cuando hacemos a Santiago de Cuba capital provisional de la República sabemos por qué lo hacemos.  No se trata de halagar demagógicamente a una localidad determinada, se trata, sencillamente, de que Santiago ha sido el baluarte más firme de la Revolución”. .
La Revolución empieza ahora, la Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros, sobre todo, en esta etapa inicial, y en qué mejor lugar para establecer el Gobierno de la República que en esta fortaleza de la Revolución; para que se sepa que este va a ser un gobierno sólidamente respaldado por el pueblo en la ciudad heroica y en las estribaciones de la Sierra Maestra, porque Santiago está en la Sierra Maestra! En Santiago de Cuba y en la Sierra Maestra tendrá la Revolución sus dos mejores fortalezas!”
En el mismo discurso donde se proclamó la victoria, Fidel elogió al pueblo de Santiago de Cuba por su disciplina en esos trascendentales momentos. (…)  “¡Qué orden y qué civismo!  ¡Qué disciplina demostrada por el pueblo!  Ni un solo caso de saqueo, ni un solo caso de venganza personal, ni un solo hombre arrastrado por las calles, ni un incendio.  Ha sido admirable y ejemplar el comportamiento de Santiago de Cuba, a pesar de dos cosas: a pesar de que esta había sido la ciudad más sufrida y que más había padecido el terror, por lo tanto, la que más derecho tenía a estar indignada”. (…)
“Santiago de Cuba se comportó ejemplarmente bien, y creo que será este caso de Santiago de Cuba un motivo de orgullo para el pueblo, para los revolucionarios y para los militares de la Plaza de Santiago de Cuba”.
Ese  enero de 1959, el día  12, Fidel  regresó  a Santiago de Cuba y, en Trocha, ante el público allí congregado, argumentó,  a quienes le señalaban su amor por esta región oriental.
“En primer lugar, porque soy oriental; en segundo lugar, porque aquí se inició la lucha revolucionaria en el cuartel Moncada; en tercer lugar, porque de niño caminé por estas calles y estudié aquí en Santiago y viví aquí en Santiago; porque cuando el machadato yo tenía 5 ó 6 años y vivía en una casita muy humilde de una maestra a donde me habían  mandado, y ahí viví dos o tres años y sentí las bombas y viví todo eso.  Y he vivido el dolor y he vivido el sentimiento y he vivido la tradición y he vivido la historia de Santiago”  (…)
(…)” Un especial sentimiento me invade cuando estoy aquí; una especial emoción me invade cuando estoy aquí entre los santiagueros. .Me voy de Oriente como siempre me he marchado de Oriente: ¡con más fe, con más entusiasmo!  Me voy de Oriente llevándome todo lo que me he llevado siempre de Oriente: ¡el espíritu de lucha, la rebeldía, la energía, la fuerza!  Me voy de Oriente llevándome lo que siempre vendré a buscar a Oriente, cuando esté triste, cuando esté desanimado —si es que algún día pueda estarlo—, cuando quiera buscar fuerza, vendré a Oriente a buscarla”
El 30 de julio de 1959, en el segundo aniversario de la caída de Frank País, Fidel habló en el Instituto de Santiago de Cuba:
“Quiso el Gobierno Revolucionario instituir el día de hoy como el Día de los Mártires de la Revolución Cubana, es decir, en recuerdo de todos los caídos. Y escogió esta fecha del 30 de julio, porque ha sido este mes y ha sido especialmente este día como un día símbolo de los sacrificios que hizo nuestro pueblo por conquistar su libertad”.
Aquí, en estas calles de Santiago de Cuba, cayeron los primeros combatientes revolucionarios. En estas calles de Santiago de Cuba se perpetraron los primeros actos de salvaje represión contra los revolucionarios y contra la población civil. En este cementerio de Santiago de Cuba y en los alrededores de Santiago de Cuba, fueron sepultados los hombres que constituyeron la primera legión de mártires combatiendo contra la tiranía “.
Por eso es lógico que el 30 de julio se venga a conmemorar a Santiago de Cuba y que los 30 de julio se conmemoren principalmente en Santiago de Cuba, porque el Día de los Mártires es también el día de la ciudad mártir de Cuba; de la ciudad que a lo largo de la historia, desde la lucha por la independencia, ha demostrado la más extraordinaria dote de patriotismo, la ciudad entusiasta, la ciudad que ha estado a la cabeza, junto con las demás ciudades de la provincia. Porque es justo que hablemos también de la provincia, porque esta provincia ha estado a la cabeza del patriotismo, esta provincia ha estado a la cabeza del civismo y esta provincia ha estado siempre a la cabeza del sacrificio”.
Ahí, en ese cementerio glorioso de Santiago de Cuba, yacen los restos de nuestro apóstol  Martí, con los restos de los revolucionarios de todas las generaciones que en número tan elevado se han sacrificado por la patria “[…)
Por eso —repito— es día de meditación, porque aquí tenemos que venir todos los años a recordar a los muertos de la Revolución; pero tiene que ser como un examen de la conciencia y de la conducta de cada uno de nosotros, tiene que ser como un recuento de lo que se ha hecho, porque la antorcha moral, la llama de pureza que encendió nuestra Revolución, hay que mantenerla viva, hay que mantenerla limpia, hay que mantenerla encendida, puesto que no podemos permitir que se vuelva a apagar jamás la llama de las virtudes morales de nuestro pueblo”.
“Hay que venir aquí todos los años a avivar y a atizar esa llama moral. Hay que venir todos los años a hablar claro. Hay que venir todos los años a reprochar cualquier desviación revolucionaria. Hay que venir todos los años a reprochar cualquier adormecimiento del espíritu revolucionario no solo en el pueblo sino de todos los hombres que estén al frente de la Revolución. Porque si algo no queremos —y bueno es decirlo aquí, en este aniversario de la muerte de Frank País y de Daniel, símbolo de toda la generación que se sacrificó—, bueno es decir aquí que lo que no queremos es que nadie pueda decir el día de mañana que nuestro pueblo se ha olvidado de sus muertos”.
El 30 de noviembre de 1959, en un acto  p0pular de respaldo a la Revolución, en la Avenida de Garzón, expresaría el Comandante en Jefe:
“¿Qué hacen unas cuantas familias de ricachones y de latifundistas tratando de presentar a Santiago de Cuba, nada menos que la ciudad revolucionaria y heroica de Santiago de Cuba, la ciudad del 26 de Julio, la ciudad del 30 de Noviembre, la ciudad heroica que en mayor proporción dio mártires a la patria, la ciudad rebelde, la ciudad cívica, la ciudad donde nosotros hemos escrito las páginas más sentidas de nuestras vidas, los actos más generosos e idealistas de nuestras vidas; qué hacen unos cuantos ricachones hipócritas y egoístas, intolerantes e incapaces de acabar de comprender toda la justicia de la Revolución, tratando de presentar esta ciudad heroica de Santiago de Cuba como descontenta con el Gobierno Revolucionario?  (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)  Yo espero que a unos cuantos reaccionarios intrigantes no se les ocurra negar que aquí está el pueblo de Santiago de Cuba y con el pueblo de Santiago de Cuba, los guajiros de la provincia de Oriente”.
Consciente pues del papel que nos ha correspondido desempeñar en nuestra patria, consciente pues del deber en que estamos de llevar adelante una revolución justiciera, una revolución que redima al hombre de la miseria, de la incultura, de la humillación, del abuso y de la injusticia; consciente de la gran época histórica que está viviendo nuestra patria, aquí, frente a mis orientales, a mi pueblo de Oriente, a la provincia donde luché, a la provincia donde vinimos una madrugada y con un grupo de hombres intentamos derrocar al tirano, a la provincia donde desembarqué el 2 de diciembre de 1956 cumpliendo la promesa de ser libres o ser mártires ; en las montañas donde libramos una guerra de 25 meses; en los llanos que nuestras fuerzas conquistaron luchando a brazo partido contra un enemigo superior; en el Oriente donde se empezó la guerra; en el Oriente donde se libraron las últimas batallas de la guerra; en el Oriente donde surgió la chispa; en el Oriente donde sigue encendida la chispa —que ya no es chispa sino llamarada inapagable—; en el Oriente de los Maceo, de los Rabí, de los Calixto García y de toda aquella legión inolvidable de héroes; en el Oriente donde empezó la guerra emancipadora; en el Oriente donde empezó la guerra libertadora, la última guerra libertadora, la que nos dio al fin la libertad; en este Oriente donde dije un día —cuando tal vez nadie sospechaba lo que iba a ocurrir en nuestra patria— que, si alguna vez aquel ejército se apoderaba del poder por la fuerza para oprimir al pueblo, cambiaríamos nuestras escobas por nuestros fusiles para librar a la patria definitivamente; en el Oriente donde hice y cumplí siempre mis promesas; en el Oriente en quien confío ciegamente; en el Oriente donde he vivido desde mi infancia los momentos más emocionantes de mi vida; en el Oriente donde siempre he tenido la inspiración de los ideales más sinceros y más profundos; en el Oriente donde surgieron y se hicieron realidad nuestros sueños; en nuestro Oriente, en el Oriente que nunca olvidaremos, en el Oriente por el cual seguiremos luchando siempre con redoblado cariño; en el Oriente que crecerá parejo con la Cuba de todos; en el Oriente que verá la justicia junto con todas las demás provincias de mi patria, aquí, en este lugar querido, ratifico mi fe en el destino de la patria, ratifico la promesa de que la Revolución seguirá adelante, ¡ratifico la promesa de vencer o morir!  ¡Ratifico la fe en mi patria, ratifico la fe en mi pueblo y, sobre todo, en los hombres humildes de mi pueblo!”
“Y reafirmo mi sentimiento y mi entusiasmo.  Y por ese mismo sentimiento de reconocimiento, por esa misma alegría interna, por esa inmensa satisfacción de los que —como nosotros— no aspiramos a otra cosa que a la satisfacción de cumplir con el deber; con esa infinita satisfacción de ver cómo ha respondido Santiago de Cuba y cómo ha respondido Oriente; y al ver esta prueba de respaldo, al ver este premio de reconocimiento y de solidaridad, al ver este recuerdo devoto por los gloriosos caídos, al ver este reconocimiento de nuestro pueblo hacia sus mártires, al ver este entusiasmo y al ver este respaldo, solo me resta expresar una palabra, una palabra para los orientales, que es la misma palabra que yo he escuchado muchas veces de boca del pueblo:  ¡Gracias, santiagueros!  ¡Gracias, orientales!”
La noche del 2 de noviembre de 1976,  Santiago de Cuba fue escenario de un hecho histórico: la elección del Comandante en Jefe Fidel Castro como Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular por este territorio.
Con palabras muy emotivas,  ante los delegados que lo eligieron, el máximo líder cubano relató impresiones suyas acerca Del Santiago heroico, desde la época del 68, del Santiago revolucionario, del Santiago siempre rebelde, del Santiago que fue cuna de estirpes como la de  los Maceo. Del Santiago en cuya tierra descansan los restos de Martí, del Santiago del 26 de julio, del 30 de noviembre, del 1ro. de  enero”
Y un sentimiento personal sobre esta ciudad afloró en Fidel: “Para nosotros, Santiago significa mucho. Personalmente, la primera ciudad que vi en mi vida fue Santiago,  todavía me recuerdo, no sé si tenía cuatro o cinco años.
“Santiago está vinculado estrechamente a nuestra vida revolucionaria. Primeramente por una especie de intuición política: siempre me pareció muy cívica, muy combativa, muy heroica. Después, cuando estudié la historia de Cuba, adquirí conciencia plena de lo que valía esta región del país y esta ciudad, y fue por ello, cuando los amargos y tristes días que siguieron al golpe de estado de 1952, que nosotros tuvimos la convicción de que si existía un escenario adecuado para iniciar la lucha  revolucionaria, ese escenario era Santiago de Cuba, y la historia lo confirmó en el apoyo al movimiento revolucionario de esta ciudad, aún en aquellos días en que el triunfo parecía tan distante”.
El 7 de noviembre de 1976, en  La Demajagua, de la  recién creada provincia de Granma,  refiriéndose a la nueva división político administrativa que transformaba a Oriente en cinco provincias, expresaría el Comandante en jefe: “Santiago es la cuna gloriosa de la Revolución, y seguirá siendo la capital moral de la antigua región de Oriente, y también capital moral de la Revolución (…)
En  disímiles ocasiones, Fidel ha expresado palabras de reconocimiento a este pedazo de tierra oriental y cubana. Pero uno de los momentos más especiales que mostró su devoción hacia esta ciudad, fue el 1ro. de enero de 1984, en el mismo lugar donde dos décadas y media atrás había proclamado el triunfo de la Revolución.
¡Santiago de Cuba, hemos vuelto ante ti al cumplirse el 25 aniversario con una Revolución  hecha realidad y todas las promesas cumplidas!
¡A ti te otorgamos hoy el título de Héroe de la República de Cuba y la Orden "Antonio Maceo", aquel insigne hijo tuyo que nos enseñó que jamás un combatiente cesa en su lucha, que jamás puede haber pactos indignos con el enemigo, que jamás nadie podrá intentar apoderarse de Cuba sin perecer en la contienda!
“Tú nos acompañaste en los días más difíciles, aquí tuvimos nuestro Moncada, nuestro 30 de Noviembre, nuestro Primero de Enero. A ti te honramos especialmente hoy, y contigo a todo nuestro pueblo, que esta noche se simboliza en ti. ¡Que siempre sean ejemplo de todos los cubanos tu heroísmo, tu patriotismo y tu espíritu revolucionario! ¡Que siempre sea la consigna heroica de nuestro pueblo lo que aquí aprendimos: ¡Patria o Muerte!  ¡Que siempre nos espere lo que aquí conocimos aquel glorioso Primero de Enero: la victoria!
¡Gracias, Santiago!
Recuerdo ese momento colmado de emoción y patriotismo. El Parque Céspedes estaba repleto de pueblo. Un pueblo disciplinado y revolucionario como el de 25 años atrás. Un pueblo que al ¡Patria o Muerte! de su eterno jefe, respondió con un fuerte ¡Venceremos! y cuando el ¡Gracias, Santiago!  penetró en lo más profundo del corazón del pueblo  salió transformado y  multiplicado en miles de gargantas: ¡Gracias, Fidel!
Santiago de Cuba en el corazón de Fidel. Fidel en el corazón de Santiago de Cuba. Así ha sido hasta hoy. Siempre seguirá siendo así.



No hay comentarios:

Publicar un comentario