Orlando Guevara Núñez
El 15 de enero de 1892, escribe Martí a su amigo Fernando Figueredo y le expresa ese ético pensamiento. El dolor del destierro está presente en el ánimo de nuestro Apóstol.
“Todo, Figueredo, se lo he dado a mi patria, hasta la paz de mi casa. Todo va bien en este carro mío, menos el eje, que va roto. Entre la frivolidad satisfecha y el destierro austero, hubo que elegir: y me costó la ventura de mi vida” (…)
Habla de sacrificios, de amor a la patria, de entrega, de amistad sin manchas, de virtud. Le confiesa el quebrantamiento de su salud. En una parte le dice: “estoy enfermo”. Y en otra: “Ya no puedo escribir más. En cama la semana, sin voz y en un temblor”.
Aún así, su espíritu de lucha no decae. Su elocuencia y sinceridad son vehículo de amistad y compartimiento de ideas patrióticas. Habla de la obra por hacer. Y expone que moriría de pena si hubiera ofendido a alguien sin hacerlo con razón.
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