jueves, 26 de diciembre de 2019

Palma Soriano Entre pólvora y metralla: ¡baluarte de la libertad!



                                                   
.Orlando Guevara Núñez
El 27 de diciembre de 1958, la ciudad de Palma Soriano, asediada desde el día 23, fue tomada por asalto. El Ejército Rebelde obtenía una de las victorias más significativas de la guerra revolucionaria en el último mes de vida de la tiranía batistiana.
Hasta ese momento, a lo largo de la Carretera Central – entre Santiago de Cuba y Bayamo- sólo Palma Soriano y Maffo –donde se combatía desde el día 20 de diciembre- permanecían en poder del ejército de la dictadura.
La ciudad  palmera quedaba dentro de un cerco de fuego que aprisionaba al central azucarero, al cuartel, a la Jefatura de Policía y a los edificios que rodeaban el Parque Central. Palma Soriano estaba convertida en un amplio campo de batalla. Los rebeldes combatían desde los patios y portales. Dominaban las calles. Los soldados y los asesinos a sueldo: esbirros, masferreristas y chivatos (delatores) se escudaban en cualquier parte, acorralados, sin salvación posible.
Bombardeos y ametrallamiento de aviones trataban de intimidar a los rebeldes y atemorizar a la población y colaboradores que se sumaban a la ofensiva guerrillera. En medio de esa lucha sin tregua, una batería de morteros dispara sobre el cuartel y silencia una ametralladora 50. El asedio y la audacia pudieron más que la resistencia enemiga y sobrevino la rendición.
Cuando todas las posiciones militares habían cedido y capitulado, un reducto continuaba ofreciendo resistencia. Un oficial de la tiranía se había posesionado, con los soldados a su mando, de un almacén convertido en refugio y trinchera. Las fuerzas rebeldes convergen en este último objetivo, en pos del golpe final.
Por primera vez las tropas del Primer, Segundo  y Tercer Frentes, al mando de Fidel, Raúl y Almeida, combaten juntas, bajo las órdenes del Comandante en Jefe. Los balcones, azoteas y tejados se transforman en sitios de combate. La obstinada resistencia enemiga amaina. La rendición incondicional detiene las acciones y Palma Soriano, tomada por asalto, gana su libertad.
En la toma de este plaza cayeron los combatientes  rebeldes  capitán Miguel Calvo Antolín, el Teniente Raúl Moreno Blanco y los soldados Juan José Verdecia, Rafael Carro Pérez, y Ramón Rodríguez y Ricardo.
Los más de 350 soldados y oficiales que habían dominado a la ciudad, se inclinaban ante el empuje de las fuerzas insurrectas. Su derrota era total. Y el saldo no podía ser peor para ellos. Aparte de los muertos,  más de 250 prisioneros, mientras que la cifra de armas ocupadas ascendía a 357. La tiranía contaba ahora con una fortaleza menos. Desde entonces y para siempre, Palma Soriano nacía como baluarte de la libertad.

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