.Orlando Guevara Núñez
Cuando José Martí escribió
esta afirmación, estaba ya en la manigua cubana. Fue el 2 de mayo de 1895, en
carta dirigida al director del periódico The
New York Herald. La misiva aparece también con la firma del Generalísimo
Máximo Gómez Báez.. Este órgano de
prensa había ofrecido su espacio a la Revolución para la publicidad, lo cual calificó Martí como un
gesto noble.
Y aprovecha la ocasión para “ expresar de modo sumario al pueblo de
los Estados Unidos y al mundo las razones, composiciones y fines de la
Revolución que Cuba empezó desde principio de siglo, que se mantuvo en armas
con reconocido heroísmo de 1868 a 1878, y se reanuda hoy por el esfuerzo
ordenado de los hijos del país dentro y fuera de la Isla, para fundar, con el
valor experto y carácter maduro del cubano, un pueblo independiente, digno y
capaz del gobierno que abre la riqueza estancada de la Isla de Cuba, en la paz
que solo puede asegurar el decoro satisfecho del hombre, al trabajo libre de
sus habitantes y al paso franco del Universo”.
En
el referido documento se expone la política cubana sobre la contienda iniciada
el 24 de febrero en Baire, y las proyecciones de la República. Se mencionan las
contradicciones entre la España colonial
y la Cuba colonizada.
Se
dice que “es lícito desear que Cuba
emplee en su desarrollo, con ventaja patente de los pueblos que la rodean, los
caudales que paga para mantener sobre sí el gobierno que la corrompe, y acoger
en su tierra propia, con exclusión
forzosa de sus hijos, al español necesitado que huye a barcadas de su pueblo
miserable para desalojar al cubano en Cuba de su mesa de artesano y de la
propiedad de su suelo”.
Se
explica que la Revolución se había venido preparando de forma ordenada, con el
Partido Revolucionario Cubano al frente, con bases republicanas, para llegado
el momento de la insurrección. Y se afirma que las armas no serán envainadas
hasta el triunfo de la República.
En
relación con los cubanos, dice la carta: “Plenamente conocedor de sus
obligaciones con América y con el mundo, el pueblo de Cuba sangra hoy a la bala
española, por la empresa de abrir a los tres continentes en una tierra de
hombres, la república independiente que ha de ofrecer casa amiga y comercio
libre al género humano” La política, posición ante el mundo, en la firma de
Martí y Gómez, queda plasmada en una
magistral síntesis:
“A
los pueblos de la América española no pedimos aquí ayuda, porque firmará su
deshonra aquel que nos la niegue. Al
pueblo de los Estados Unidos mostramos en silencio, para que haga lo que deba,
estas legiones de hombres que pelean por lo que pelearon ellos ayer, y marchan
sin ayuda a la conquista de la libertad que ha de abrir a los Estados Unidos la
Isla que hoy le cierra el interés español. Y al mundo peguntamos, seguros de la
respuesta, si el sacrificio de un pueblo generoso, que se inmola por abrirse a
él, hallará indiferente o impía a la humanidad por quién se hace”. Es curioso
que en su última carta a Manuel Mercado, el 18 de mayo de 1895, Martí haga referencia a un encuentro, en la manigua, con
un corresponsal, del Herald, nombrado
Eugenio Bryson.
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