.Orlando Guevara Núñez
La segunda mitad del mes de
noviembre de 1958 la región oriental
cubana fue escenario de acciones combativas del Ejército Rebelde que serían
decisivas para la obtención del triunfo final sobre la tiranía batistiana. El
día 13 de ese mes, a través de Radio Rebelde, el Comandante en Jefe Fidel
Castro impartió las órdenes precisas para el desarrollo de la Batalla de
Oriente, conocida también como Operación Santiago, pues el objetivo final era
el combate decisivo en esta ciudad.
Para esa fecha, las fuerzas
guerrilleras habían derrotado la ofensiva lanzada por el ejército enemigo, en
mayo del propio año, contra la Sierra Maestra, con el fin de cercar y aniquilar
a la columna principal, dirigida personalmente por Fidel. Más de 10 000
efectivos, apoyados por artillería, tanques, aviones y la Marina de Guerra,
habían sido expulsadas del territorio serrano
y obligadas a refugiarse en sus
madrigueras en poblados y ciudades, donde, sin tregua, sufrían el cerco, el ataque y el desalojo. El
territorio rebelde liberado crecía en
cada acción, se nutrían las filas guerrilleras, y las armas arrebatadas al ejército opresor
incrementaban el poder ofensivo de las columnas insurrectas.
En ese contexto, Fidel se
dirigió a todos los mandos de Frentes y Columnas y también a la población,
dejando trazado el camino hacia el combate y el triunfo definitivos.
En la provincia de Oriente-
indicaba- debía ser paralizado el tránsito, cerrado los accesos a las ciudades
En
la extensa provincia de Oriente, debía ser paralizado totalmente el tránsito. Las vías de entrada y
salida de las ciudades debían ser
cerradas. Todas las unidades rebeldes ocuparían sus puestos.
A las columnas del Segundo Frente
Oriental Frank País, bajo el mando del Comandante Raúl Castro, les
correspondería continuar su avance y rendir la mayor cantidad posible de
cuarteles en su territorio, mientras que al Tercer Frente, dirigido por el Comandante
Juan Almeida, se le asignaba la misión de apretar el cerco sobre la ciudad de
Santiago de Cuba e impedir el movimiento de las tropas enemigas.
A
las fuerzas rebeldes que operaban en el centro y oeste oriental se les indicaba
combatir con tenacidad a los refuerzos enemigos que trataran de llegar a la
provincia. En sus indicaciones, Fidel planteaba a las tropas rebeldes
camagüeyanas incrementar el ataque contra los medios enemigos de transporte y a
la retaguardia de los refuerzos que se propusieran pasar hacia la zona
oriental.
Las
columnas invasoras de Camilo y el Che, desde el centro del país, tenían la
encomienda de no dejar pasar al enemigo con refuerzos hacia la zona oriental,
además de continuar su avance victorioso; e
igual misión correspondería, en los límites con Camagüey, al Cuarto Frente Simón Bolívar.
Un
eslabón principal de esta estrategia fue la Batalla de Guisa, dirigida personalmente por el
Comandante en Jefe Fidel Castro. Después de diez días de duros combates, Guisa
caía en manos del Ejército Rebelde, el 30 de noviembre de 1958. Allí
fueron derrotados no sólo los integrantes de esa guarnición,
sino también los refuerzos procedentes de Bayamo, Manzanillo, Yara, Estrada
Palma, Baire y otros puntos. La Operación Santiago ascendía un importante peldaño
hacia su objetivo.
Al
pueblo se le pedía cooperar en todo lo posible con el Ejército Rebelde y
cooperar para garantizar el orden en las ciudades liberadas y no permitir
saqueos, destrucción de propiedades o hechos de sangre. La justicia revolucionaria
debía esperar por los Tribunales Revolucionarios.
Las
columnas del Segundo Frente cumplieron con precisión las órdenes de Fidel.
Mayarí, Cueto, San Luis, Alto Songo, La
Maya, Sagua de Tánamo y otros puntos importantes eran
cercados unos, asediados los demás.
El
27 de noviembre caía en manos rebeldes Alto Songo. El 7 de
diciembre era liberada La Maya, última posición del ejército enemigo entre
Guantánamo y Santiago de Cuba.
Tras
rudos combates, el 8 de diciembre quedaba liberado San Luis. Luego serían
tomados Caimanera, Sagua de Tánamo, Baracoa, Mayarí y otros puntos clave a todo
lo largo del territorio del Segundo Frente
Oriental. Y para los días finales de ese mes y año las tropas de Raúl
habían cumplido la misión de Fidel, cercar a Guantánamo, al tiempo que combatían en otros escenarios y cerraban
también el anillo rebelde sobre la capital oriental.
El
Tercer Frente, por su parte, mientras se
acercaba cada vez más a la ciudad de Santiago de Cuba, combatía junto al
Primer Frente y lograba importantes
victorias.
El
9 de diciembre era liberado Baire. El 17 es rendido El Cobre. El 19, en uno de
los combates más encarnizados durante la guerra revolucionaria, es tomado
Jiguaní.
Luego
de cinco días de intensos combates, el 27 de diciembre, las fuerzas
guerrilleras asaltan y liberan a la ciudad de Palma Soriano. Por primera vez
combaten juntos los soldados y jefes del Primer, Segundo y Tercer
Frentes, bajo el mando de Fidel, Raúl y Almeida.
A
todo lo largo de la Carretera Central, desde Bayamo hasta Santiago de Cuba,
quedaba un solo bastión enemigo: la fortaleza de Maffo, vencida después de veinte
días de acciones. La fuerza enemiga sufrió cuantiosas pérdidas y el 30 de
diciembre, a las 5:30 de la tarde, la fortaleza del BANFAIC era rendida.
La batalla de Santiago
de Cuba comenzará de un momento a otro. Así lo afirmaría el Comandante en Jefe en el propio
parte militar sobre la victoria en Maffo.
El
cerco total a la capital oriental era ya
una realidad victoriosa para el Ejército Rebelde, aplastante y desalentadora
para el enemigo.
El
amanecer del Primero de Enero de 1959 llegaba junto a la noticia de la fuga del
tirano Fulgencio Batista. Pero fuerzas reaccionarias en la capital del país,
tras un fraudulento golpe de estado, pretendían boicotear el triunfo de la Revolución.
La
decisión del Mando Rebelde, expresada por su Comandante en Jefe, sería
invariable: Si a las 6:00 de la tarde de ese día la guarnición del Moncada, con
unos cinco mil hombres, no había depuesto incondicionalmente las armas, las
tropas rebeldes avanzarían sobre la ciudad y tomarían por asalto cada posición
enemiga.
La
situación de los militares allí refugiados les ofrecía sólo dos alternativas.
Una era la rendición. La otra, una resistencia sangrienta e inútil. Pero ya su
baja moral no respaldaba ningún combate.
El cerco a la ciudad los apretaba con una fuerza que los ahogaba. Y dentro de
ella, más de cien combatientes clandestinos, bien armados, los acosaban y
limitaban al estrecho espacio de sus madrigueras.
El
Moncada se rendía antes del plazo fijado. La victoria del Ejército Rebelde era
total. La Batalla de Oriente u Operación
Santiago habían terminado, sin la necesidad del último combate militar.
El
definitivo triunfo rebelde se producía en el mismo lugar que cinco años, cinco
meses y cinco días atrás, el mismo jefe revolucionario había iniciado la última
etapa de lucha por la independencia verdadera de la Patria.
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