.Orlando Guevara Núñez
Lázaro Peña González está presente en la memoria de la clase obrera
cubana, pese a su fallecimiento el 11 de marzo de 1974.
Su progenitora,
despalilladora de tabaco; su padre, albañil. Sumido en la pobreza y la
discriminación racial por su negra piel, sus sueños juveniles se apagaban sin
convertirse en realidad. Aspiró a ser violinista, fue amante del boxeo, de la
pelota, de la música. Pero en su ambiente de cubano explotado, su destino fue
otro: el de dirigir a la clase obrera en su lucha por la emancipación contra la
opresión capitalista.
Así llegó a ser el máximo
dirigente de los obreros tabacaleros. Y en 1939, al constituirse la
Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) fue electo para dirigir esta
combativa organización.
Encarcelamientos,
persecución, represión y calumnias, fueron enfrentados con valentía y
patriotismo por el dirigente obrero que por su capacidad llegó a tener
responsabilidades como vicepresidente de la Federación Sindical Mundial, en defensa de
los obreros del mundo. Su ideología lo llevó también a militar en las filas del
Partido Comunista de Cuba.
Tuvo la dicha de ver el
triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959 en su patria. Y, desde el
inicio, se sumó a la construcción y defensa de la obra soñada, por la cual
tanto luchó. Sus méritos avalaron su elección como Secretario General de la
Central de Trabajadores de Cuba e integrante del Comité Central del Partido
Comunista de Cuba.
Contribuyó con su experiencia
a la educación de la clase obrera cubana y con su ejemplo personal estuvo
siempre al frente de las tareas bajo su responsabilidad.
Sobre su muerte diría el
Poeta Nacional cubano, Nicolás Guillén: “A una inteligencia brillante, sostenida
siempre por la acción, Lázaro añadía el don de lo criollo. Tenía un sentido
fino, delicado, realmente cortés, para presidir una asamblea, para dirigir un
debate, para aclarar un concepto yendo a su raíz, sin herir susceptibilidades,
lo que le permitía encausar la discusión como con mano de hierro bajo guante de
seda”.
Se mantuvo trabajando hasta
su último aliento. Sobre esa cualidad diría el Comandante en Jefe Fidel Castro
en el sepelio del dirigente obrero: “Inútil era rogarle que moderara sus esfuerzos
y atendiera su salud. Era lo único en que este militante modesto, dócil y
disciplinado, desatendió los ruegos de sus compañeros y las exhortaciones de su
Partido”. Y las propias palabras de Fidel en esa ocasión definieron la estatura
del dirigente fallecido: “No venimos propiamente a enterrar a un muerto,
venimos a depositar una semilla”.
Como homenaje a Lázaro Peña
González, en Cuba se escogió el 29 de mayo, fecha de su natalicio, como Día del
Trabajador Tabacalero. Pero este querido dirigente es recordado siempre por la
clase obrera cubana, como símbolo de la entrega, la fidelidad y el sacrificio.
Porque la semilla de la cual habló Fidel sigue fructificando en la obra de la
Revolución.
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