.Orlando Guevara
Nùñez
Los cubanos
tenemos sobradas razones para seguir construyendo y defendiendo el sistema social que por conciencia escogimos:
el socialismo. Los enemigos de la Revolución tratan de ignorar esa verdad. En la
coyuntura actual, luego del restablecimiento de las relaciones diplomáticas
entre Cuba y los Estados Unidos, no faltan
adversarios e incluso personas ingenuas, que defiendan la idea de que debemos hacer concesiones
–económicas y políticas- como
condicionante para eliminar el bloqueo económico, comercial y financiero
impuesto a nuestro país hace 54 años.
La esencia de
esas posiciones es una: que renunciermos al socialismo y regresemos al
capitalismo.
El gobierno
estadounidense ha planteado con toda claridad
que su política de bloqueo ha fracasado en el intento de destruir la
Revolución. Y que los cambios actuales
son en los métodos, pero con el
mismo fin. Valoramos como positivos los pasos dados, pero compartimos con el
gobierno cubano la convicción de que están muy lejos de llegar a la verdadera
raíz del problema: la supresión de ese bloqueo, sin condicionamientos de ningún
tipo, sin menoscabo de nuestra independencia y con un absoluto respeto a la
voluntad de nuestro gobierno, que es la voluntad de nuestro
pueblo.
Dos direcciones se ha propuesto el gobierno
norteamericano priorizar en sus
relaciones con Cuba: la ayuda al sector privado y el desarrollo de las
comunicaciones. Es curioso, en el último aspècto, que siendo uno de los más golpeados por el bloqueo, haya interés
ahora en un desarrollo que, dentro de la estrategia del cambio de métodos,
persiga utilizar las redes sociales como un medio para influir en la conducta de los cubanos en
contra de sí mismos.
La realidad
cubana, sin embargo, es muy distinta a la de otros países donde esas redes han
actuado con alguna efectividad. Nuestras razones para defender la Revolución son
más poderosas que cualquier campaña y su verdad
es capaz de inponerse a las mentiras y las
calumnias.
Defendemos la
Revolución que nos liberó del capitalismo salvaje y construye una sociedad libre de explotados y explotadores. Porque
los recursos de la nación están en manos del pueblo y no de monopolios
extranjeros o nacionales. Porque las riquezas de la nación no van a bolsillos particulares, sino que se
invierten, totalmente, en beneficio de toda la población.
Somos defensores
de un Estado socialista del cual
formamos parte real, no formal. Con instituciones armadas que son el mismo
pueblo. Sin desaparecidos, torturados ni
asesinatos políticos. Con una democracia que nos garantiza no solo el voto,
sino, lo que es más importante, el derecho a ser parte de las discusiones y de
las decisiones. Nuestras principales leyes, incluyendo la superior, La
Constitución, han sido discutidas por todo el pueblo, y sus opiniones han sido
no solo escuchadas y estudiadas, sino que han servido para
enriquecerlas.
En Cuba,
apoyamos y defendemos un sistema donde
fue erradicado el latifundismo, y los
campesinos son dueños de la tierra;
donde la salud es gratuita, sin
excepción, para todos, poque la medicina dejó de ser una mercancía y los
enfermos simples clientes. Porque en el capitalismo padecíamos una tasa de
mortalidad infantil de más de 60 por cada mil nacidos vivos y ahora está
por debajo de 5. Porque la esperanza de vida al nacer de los cubanos, de menos
de 60 años en el capitalismo, es ahora superior a los 78.
No nos dejamos
confundir y seguimos defendiendo nuestro sistema, porque en Cuba no existe
analfabetismo, porque la educación es gratuita, en todas las enseñanzas,
para todos, sin discriminación de ningún
tipo. Porque somos el país del mundo con más docentes por
alumnos.
Porque
somos un país con una juventud sana, libre de la violencia que azota a
muchos otros en el mundo; sin el flagelo de la droga y sin la incertidumbre del
empleo cuando llega a la edad laboral.
Defendemos lo
que somos y estamos dispuestos a no volver a ser lo que fuimos, porque no
queremos que los cubanos vuelvan a servir de la carroña que nutre a los buitres capitalistas.
Defendemos
nuestro derecho a que los cubanos no
lleguen a ser nunca parte de los 1 000 millones de seres humanos
hambrientos y desnutridos crónicos de malviven en el mundo; de los
2 000 millones que no tienen acceso a asistencia médica ni a medicinas; de los casi 900 millones que consumen agua no
potable; de los más de 1 600 millones que no disfrutan de servicio eléctrico, y de una
cifra superior a los 900 millones que no
tienen techo o viven en condiciones infrahumanas.
Esas tenebrosas
cifran se nutren con unos 800 millones de analfabetos, 120 millones de niños sin
escuelas, 250 millones de infantes que tienen que trabajar para ganar su
sustento, de los cuales casi 20 millones tienen que hacerlo en condiciones de
esclavitud, muchos de ellos bajo la explotacion sexual. Súmese a esa tragedia
los más de 800 millones de desempleados, flagelo del que no escapan millones de
personas en los países del llamado primer mundo.
Los cubanos
defendemos la obra creada durante más de medio siglo- pese al bloqueo
norteamericano y otras agresiones- porque nuestros ancianos gozan de una
jubilación segura, porque más del 85 por
ciento de las familias son dueñas absolutas de su vivienda y el resto paga
alquileres mínimos, con derecho a poseerla en propiedad, sin el temor de un deshaucio. Porque
absolutamente nadie queda abandonado a su suerte, sin el apoyo de nuestro Estado
socialista.
Porque nos
sentimos orgullosos de Fidel y de Raúl, de nuestro Partido Comunista de Cuba, el
único que queremos y necesitamos. Porque somos fieles a los 20 000 cubanos que
cayeron por la libertad que tenemos y a
los 4 378 que han caído frente a las agresiones de los Estados Unidos, su Agencia Central de Inteligencia y la
contrarrevolución interna en más de medio siglo de agresiones y
sabotajes.
Entre otras
muchas razones, otras dos podrían agregarse: el orgullo de vivir en un país
donde está cumplido el sueño martiano de que “Yo quiero que la ley primera de la
República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”, y el
legado fidelista, expresado frente al tribunal que lo juzgaba por los hechos
del 26 de julio de 1953, rodeado de
enemigos y de soldados armados con bayonetas: “Vivimos en un país libre que nos
legaron nuestros padres, y primero se hundirá la Isla en el mar antes que
consintamos en ser esclavos de nadie”.
Palabra de
cubano, palabra de pueblo.
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