.Orlando
Guevara Núñez
Lo
que el imperialismo norteamericano no ha podido lograr con las armas contra los
procesos revolucionarios en América Latina, busca ahora alcanzarlo por otras
vías, por muchos llamadas “blandas”, pero que han demostrado estar dispuestas a
ser tan duras como las anteriores.
En
otras palabras: como no han podido matar a los pueblos, ahora se proponen que
los pueblos se suiciden. Quieren que los
pueblos mismos hagan contra sí, lo que siempre otros han hecho contra ellos. En
Cuba esa fórmula fracasó hace rato, pero la encontramos a diario en Venezuela,
Ecuador, Argentina, Brasil y Bolivia, donde las fuerzas reaccionarias hacen
todo lo posible por confundir a los pueblos y que éstos se rebelen contra los
gobiernos democráticamente elegidos y que han demostrado representar sus
fundamentales intereses. Es una cruzada
continental, que no descartará otros escenarios donde vean amenazados sus
privilegios.
Una
cosa está demostrando ese enfrentamiento: que los poderosos, los ricos, lo
harán todo para no perder sus privilegios. Y cuando no puedan hacerlo en medio
de la paz, lo harán mediante la guerra.
Está demostrado que los pobres pueden vivir sin los ricos, pero los ricos no
pueden vivir sin los pobres, porque de ellos se alimentan sus riquezas.
Para
ellos, no hay elecciones válidas si no les favorecen. No vacilan en utilizar
los medios de comunicación masiva para mentir, para calumniar, provocar e incitar a la desobediencia, el desorden y
la subversión.
Son
capaces - está bien demostrado, sobre
todo en Venezuela- de llegar hasta el crimen, de defender a los criminales, de
apoyarlos, y de, con el mayor cinismo, acusar
de represoras a las fuerzas revolucionarias cuando actúan contra esos
desmanes.
Ha
sido siempre un método imperial, bien aprendido por los elementos reaccionarios
que en cada país representan sus intereses, tomar como estandarte un haz donde
se funden el crimen, la mentira, la traición y el odio a las grandes masas.
Esa
verdad la aprendimos bien los cubanos
desde los primeros años de la Revolución. Pero ahora la aprenden otros pueblos.
Quienes parecen no haber aprendido las
consecuencias, son los enemigos.
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