Con motivo
del aniversario 500 de la fundación de
la villa de Santiago de Cuba, que será
conmemorado el próximo 25 de julio, y el aniversario 62 del asalto al Cuartel
Moncada, en esta ciudad, publicaremos un grupo de trabajos que expresan el
heroísmo de los santiagueros, partiendo del 26 de julio de 1953, inicio de la
última etapa de la lucha por la libertad e independencia de la nación cubana,
hasta el triunfo del 1ro. de enero de 1959.
(El autor)
Santiago de Cuba, del combate a la victoria (I)
Granjita Siboney
La Estrella Solitaria en
la cima del
Turquino
Orlando Guevara Núñez
“¿Qué,
te parece buena?” “Creo que sí, a primera
vista” La interrogante fue hecha por el joven revolucionario Fidel Castro Ruz;
la respuesta pertenece al también joven
Ernesto Tizol. Tras el diálogo, la entonces Villa Blanca, que se comenzó a
construir en 1945, pasaría de casa campestre de recreo a cuartel general de los
combatientes que el 26 de julio de 1953 asaltaron el Cuartel Moncada, entonces
segunda fortaleza militar del país.
Situada
a unos 17 kilómetros
de la ciudad de Santiago de Cuba, a orillas de la carretera que la une al
poblado de Siboney, esta villa, convertida el 23 de julio de 1965 en el Museo
Granjita Siboney, es una viva lección de historia.
Una
vez alquilada, la casa fue ocupada a principios de julio de 1953 por Abel
Santamaría Cuadrado – segundo jefe de la acción – para instalar en su espacioso
patio una granja destinada a la crianza de pollos. Los presuntos gallineros
servirían para ocultar los autos que trasladarían hasta allí a los combatientes
la noche del 25 de julio y hacia el Moncada durante la madrugada del 26.
A
un costado de la vivienda, Abel y Renato Guitart Rosell, joven santiaguero que
desempeñaba un papel fundamental en los preparativos del asalto, construyeron
el brocal de un pozo seco, que serviría para ocultar las armas. Un recipiente
metálico, lleno de tierra y cubierto por plantas, enmascaraba el hoyo.
De
la Granjita Siboney,
según se lee en una placa situada a la entrada del Museo, salieron hacia el
Moncada 135 combatientes; al frente de ellos, Fidel Castro y Abel Santamaría.
En los últimos minutos antes de la partida, Fidel se dirigió a los
revolucionarios para decirles:
“Compañeros:
Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos, pero de todas maneras,
óiganlo bien, compañeros, este movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se
hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto
servirá de ejemplo al pueblo de Cuba. A tomar la bandera y seguir adelante. El
pueblo nos respaldará en Oriente y en toda la Isla”.
Hasta
ese momento, la mayoría de los allí reunidos no conocía cómo sería la acción.
Después de explicada, se dio la oportunidad de desistir en la participación. La
abrumadora mayoría asumió con valentía la misión.
En
ese momento de tanta tensión, las palabras de Abel Santamaría trasladaban
firmeza y convicción:
“Es
necesario que todos vayamos mañana con fe en el triunfo; pero si el destino nos
es adverso, estamos obligados a ser valientes en la derrota, porque lo que pase
en el Moncada se sabrá algún día, la historia lo recogerá y nuestra disposición
a morir por la Patria
será imitada por todos los jóvenes de Cuba. Nuestro ejemplo merece el
sacrificio y mitigará el dolor que podamos causarles a nuestros padres y seres
queridos. ¡Morir por la Patria
es vivir! ¡Libertad o muerte!”
Al
recorrer el interior de la
Granjita, a uno le parece escuchar a cada paso estas palabras
del joven que pocas horas después sería uno de los primeros asesinados por la
tiranía después del asalto al Moncada. Aquí se conservan y cuidan valiosas
piezas, como son las camas individuales en las cuales durmieron Haydée
Santamaría y Melba Hernández, heroínas del Moncada; los muebles originales de
la casa, ropas manchadas de sangre de asaltantes asesinados; zapatos,
casquillos utilizados en las prácticas de tiro, el radio receptor por medio del
cual Fidel escuchó las primeras noticias después del asalto.
En
la fachada de la casa están los impactos de balas. Hasta aquí fueron traídos
cinco moncadistas asesinados, a quienes se les colocó cerca un arma y luego se
informó que habían muerto en un combate que no existió. Esos jóvenes fueron
Reynaldo Boris Luis Santa Coloma, Fernando Chenard Piña, Manuel Rojo Pérez, Giraldo Córdova
Cardín y José A. Labrador Díaz. Una víctima civil, Miguel A. Ravelo, era
incluido por los esbirros entre los muertos.
A este sitio museístico llegan a diario
visitantes nacionales y extranjeros. El 26 de julio de 1979 la instalación fue
declarada Monumento Nacional y entre los galardones que ha obtenido se
encuentra la Réplica
del Machete Mambí del Generalísimo Máximo Gómez.
En
este sitio sagrado de Cuba parece sentirse también el eco de los encendidos
versos del Poeta de la
Generación del Centenario, Raúl Gómez García:
“Por nuestro honor de
hombres, ¡Ya estamos en combate!/ pongamos en ridículo la actitud egoísta del
tirano/ luchemos hoy o nunca por una Cuba sin esclavos/ sintamos en lo hondo la
sed enfurecida de la Patria/
pongamos en la cima del Turquino ¡la Estrella Solitaria!”
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