. Orlando Guevara Núñez
Una de las campañas más intrigantes e hipócritas de los enemigos de la Revolución
cubana, está referida al sistema eleccionario en nuestro país, incluyendo el
tema del pluripartidismo. Una mirada hacia la historia de las elecciones en
Cuba, desde que el colonialismo español fue sucedido por el neocolonialismo
norteamericano, es oportuna para quienes pretendan ser analistas o simplemente
hablar desde posiciones honestas sobre elecciones llamadas democráticas y
pluralidad partidista en la etapa desde 1900 hasta 1958.
El 16 de junio de 1900 –aún
bajo la ocupación militar norteamericana- se desarrollaron las primeras
elecciones municipales en el país, con la participación de tres partidos políticos,
el Unión Democrática, heredero de las ideas autonomistas, y el Republicano y el
Nacional, en los que predominaban distintas posiciones independentistas.
La “democracia” en esas
elecciones, estableció que sólo podían votar los mayores de 21 años que
supieran leer y escribir y poseyeran bienes superiores a los 250 pesos, con la
excepción, en el último caso, de quienes hubiesen peleado en las filas del
Ejército Libertador. Esos requisitos determinaron que de una población de 1 572
000 cubanos, sólo 150 648 tuvieran derecho al voto. Sólo casi un 10 por ciento,
siendo en la realidad menos los votantes.
En 1901- también bajo la
ocupación yanqui- y con reglas electorales por ellos dictadas, fueron
celebradas las primeras elecciones presidenciales. El presidente electo fue
Tomás Estrada Palma, con un 47% de
los votos de los electores inscriptos. La abstención fue de un 36%.
En las elecciones de 1905,
fue reelecto el mismo presidente, con el 71%
de los votos –índice más alto alcanzado por un presidente en toda la etapa
republicana- y un 26% de abstención.
Estas primeras elecciones se caracterizaron por una pugna profunda entre
diversos partidos que con frecuencia se desbarataban, se reorganizaban o se
unían con otros, actuando siempre de una forma fraccionada, sin que ninguno
representara en realidad los intereses de la nación.
En 1908, resultó presidente
José Miguel Gómez, electo por sólo el 43%
de los votos de los electores inscriptos y con un abstencionismo que llegó al 28,9%
En los dos períodos electorales
siguientes -1912 y 1916- accedió a la presidencia Mario García Menocal. Aunque
no se registran datos sobre los votos y abstención, sí se conoce que en el
segundo período Menocal llegó a la presidencia mediante un proceder
fraudulento.
En 1920, las elecciones
llevaron a la presidencia a Alfredo Zayas, nada menos que con el 28% de los electores inscriptos votando
a su favor y un 47% de abstenciones.
En las dos elecciones
siguientes -1 924 y 1928- fue presidente uno de los tiranos más crueles y peón
de Estados Unidos en Cuba: Gerardo Machado, derrocado el 12 de agosto de 1933.
Sin embargo, las fuerzas revolucionarias no habían alcanzado aún la unidad de
ideas y de acción para llegar al poder.
En las elecciones
presidenciales de 1936, salió electo Miguel Mariano Gómez, con solo el 20% de los votos de los electores
registrados y un 32% de
abstenciones. En esa ocasión se inscribieron 13 partidos políticos, de los cuales seis, al final, no se
presentaron a elección.
Cuatro años después, en 1940,
el peor de los tiranos en Cuba, Fulgencio Batista Zaldívar, llegó a la
presidencia con el 41% de los votos
y un 26% de abstenciones. A la lucha por el poder se presentaron en esa ocasión
11 partidos.
En las elecciones de 1944,
ascendió a la presidencia Ramón Grau San Martín, con el 44% de votos y 19% de
abstencionismo, en un proceso donde participaron 7 partidos.
En 1948, fue electo
presidente Carlos Prío Socarrás, con el 36%
de los votos y 21% de abstenciones,
en lid donde concurrieron 6 partidos
políticos. Como se conoce, Prío fue derrocado por el traicionero zarpazo
batistiano del 10 de marzo de 1952, cuando se estimaba cierta la victoria del
Partido Revolucionario Cubano (Ortodoxo) en las elecciones siguientes.
El proceso eleccionario de
1954, marcado por groseros fraudes, tuvo a Fulgencio Batista como candidato
único, con un 45% de los votos y un
abstencionismo que llegó al 47%. Los
partidos de oposición, ante la evidencia del fraude, se retiraron de la
contienda.
Las últimas elecciones, las
de 1958, cuando la tiranía batistiana estaba llegando a su fin por el empuje
del Ejército Rebelde con el Comandante en Jefe Fidel Castro al frente, fue
escenario también de los más burdos mecanismos de fraude. Un incondicional del
tirano, Andrés Rivero Agüero, resultó “electo” por sólo un 15% de los electores, quienes en un 54% no asistieron a las urnas. Los partidos contendientes fueron 7. Esas eran las elecciones “libres”
que teníamos los cubanos. Libertad para la compra de votos y la entrega de
cédulas electorales para ingresar en un hospital, de asaltar colegios
electorales, de fraudes en los conteos, de “votar” hasta después de muertos o
sin asistir a las urnas…
Para esa fecha, el panorama
político cubano había cambiado sustancialmente. El asalto a los cuarteles
Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, había
destacado a un líder, Fidel Castro, quien enarboló un programa contentivo de
las aspiraciones del pueblo cubano, y trazó el camino para la toma del poder
mediante la única vía posible: la lucha armada, reiniciada el 2 de diciembre de
1956 con el desembarco del Granma, que concluyó con la victoria del 1ro. de
enero de 1959.
Desde entonces, Cuba no ha
dependido más de partidos políticos en su mayoría al servicio de la corrupción
y de mezquinos intereses, que engañaban
al pueblo y se servían de su voto para legalizar sus privilegios y riquezas
mientras los cubanos éramos cada vez más pobres y marginados de los más
elementales derechos.
Los cubanos iban a las urnas
con la única opción de elegir a quienes utilizarían el poder contra ellos. Esa
era la democracia en Cuba, santificada por los gobiernos norteamericanos de
turno. Esa es la democracia que quieren retornar a nuestro país.
Ese el pluripartidismo que
desean imponer de nuevo a Cuba, para verla fragmentada, dividida, debilitada,
indefensa.
Este domingo 19 de abril, en todo nuestro territorio nacional
serán las elecciones de delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular.
A los miles de candidatos en el país,
los ha elegido el pueblo, en asambleas abiertas. Y ahora serán elegidos los
delegados mediante el voto directo y secreto.
Quienes se esmeran en hablar
sobre democracia, tendrían mucho que aprender sobre el sistema electoral
cubano, mediante el cual ascienden al gobierno, en todas las instancias,
hombres y mujeres honestos, fieles a su pueblo, hechos para el sacrificio y el
trabajo, no para el lucro personal y la traición como es cotidiano en los
sistemas electorales capitalistas.
Esa democracia cubana, dará
una nueva lección este 19 de abril.
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