miércoles, 19 de enero de 2022

Las manos de cada nación deben estar libres para desenvolver sin trabas el país, con arreglo a su naturaleza distintiva y a sus elementos propios


Orlando Guevara Núñez

Una excelente definición martiana sobre el derecho de los pueblos a su autodeterminación. Y fue importante el contexto en que expuso esta idea: se trata del informe leído por él  ante la Conferencia Monetaria Internacional Americana, celebrada en Washington, y a la cual  él asistió como delegado por el Uruguay.

El 30 de marzo de 1891 cumplió Martí el encargo de la Comisión que estudió las propuestas hechas a ese cónclave por la delegación de los Estados Unidos en relación con la creación de una o más monedas internacionales. Y expuso un contundente documento, con el espíritu de los pueblos de América, no de una potencia aspirante a la preponderancia sobre los demás. 

En el análisis, Martí llega a la conclusión de que “El oficio del continente americano no es perturbar el mundo con factores nuevos de rivalidad  y de discordia, ni restablecer con otros métodos y nombres el sistema imperial por donde se corrompen y mueren las repúblicas”.  Dijo que ese oficio no es levantar  a un mundo contra otro, ni amasar con precipitación elementos diversos para un conflicto innecesario e injusto.

Habla sobre la utilidad de un sistema de moneda internacional, pero con la aceptación de todos en el mundo. Apunta que los pueblos no se rebelan contra las causas naturales de su malestar, sino contra los que nacen de algún desequilibrio o injusticia. Aduce que fijar los cambios es robustecer la libertad y que todo acto equitativo en provecho de la masa laboriosa contribuye a afirmar la libertad pública.

Esa moneda universal, explica Martí, necesita condiciones de seguridad, y la califica de “empresa digna de las naciones democráticas, conveniente a la paz internacional e indispensable para el goce completo de la libertad doméstica”

Luego de un análisis sobre el carácter del oro y la plata como valor monetario; y su vinculación con el comercio, en su informe, Martí puntualiza que “Las puertas de cada nación deben estar abiertas a la actividad fecundante y legítima de todos los pueblos”. Opina que “los pueblos todos deben reunirse en amistad y con la mayor frecuencia dable, para ir reemplazando, con el sistema de acercamiento universal, por sobre la lengua de los istmos y la barrera de los mares, el sistema muerto para siempre, de dinastías y grupos”.

En la propuesta final, la Comisión representada por Martí aprueba no recomendar en ese momento la moneda internacional, teniendo en cuenta la posición de Europa respecto a la plata y los diversos tipos de relación entre el oro y la plata en varios de los países integrantes de la Comisión.

Considera posible la adopción del bimetalismo, mediante el establecimiento de una relación igual entre el oro y la plata por los grandes poderes comerciales. Y apoya la celebración de una Conferencia Monetaria Universal para tratar sobre el asunto, con la participación de todas las repúblicas.

 

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