.Orlando Guevara Núñez

Se duele nuestro Apóstol de
que el 22 de febrero de ese año, al cumplirse el aniversario 150 del natalicio
del prócer, ante su estatua se pusieron “raquíticas guirnaldas y menguadas
coronas” llevadas por soldados piadosos, cuando debieron ir los padres con los hijos, y doncellas con
flores frescas y banderas al aire y con las manos llenas de besos las niñas de
la ciudad.
Reseña cómo ese día se cierran tribunales, escuelas y otros
servicios y es día de fiesta, hay discursos, banquetes, cuando, en esa fecha,
debiera venir toda la ciudad a rendir homenaje al héroe.
“Es aquí ese aniversario día
de suerte y paseo, mas no de reverencia”, afirma, puntualizando que otras
voces, en círculos estrechos sí rinden merecido homenaje a aquel que “no odió
ni ambicionó, ni engañó, ni quiso ser más que caballero de la virtud,
conquistador de la libertad, y soldado cristiano”
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