jueves, 26 de septiembre de 2019

26 de septiembre de 1960. Fidel en la ONU




.Orlando Guevara Núñez
Entre las contundentes denuncias del Comandante en Jefe Fidel Castro en la ONU, hace hoy 59 años, estuvo la contenida en estos párrafos. En su discurso de cuatro horas y 29 minutos, no dejó injusticia por denunciar, mentira que desmantelar, ni principio sin proclamar.
“Treinta años lucharon los cubanos solos, por su independencia. Treinta años que también constituyen sedimento del amor a la libertad y a la independencia de nuestra patria. Pero Cuba era una fruta —según la opinión de un presidente de Estados Unidos a principios del siglo pasado, John Adams—, era como una manzana pendiente del árbol español, llamada a caer, tan pronto madurara, en manos de Estados Unidos. Y el poder español se había desgastado en nuestra patria. España no tenía ya ni hombres ni recursos económicos para mantener la guerra en Cuba; España estaba derrotada. La manzana estaba aparentemente madura, y el gobierno de Estados Unidos extendió las manos”.
“No cayó una manzana, cayeron varias manzanas en sus manos. Cayó Puerto Rico, el heroico Puerto Rico que había iniciado su lucha por la independencia junto con los cubanos; cayeron las Islas Filipinas, y cayeron varias posesiones más. Sin embargo, el expediente para dominar nuestro país no podía ser el mismo. Nuestro país había sostenido una tremenda lucha y a su favor existía la opinión del mundo. El expediente debía ser distinto”.
“Los cubanos que lucharon por nuestra independencia, los cubanos que en aquellos instantes estaban dando su sangre y su vida, llegaron a creer de buena fe en aquella Resolución Conjunta del Congreso de Estados Unidos, del 20 de abril de 1898, que declaraba que Cuba es y de derecho debe ser libre e independiente”.
“El pueblo de Estados Unidos simpatizaba con la lucha cubana. Aquella Declaración Conjunta era una ley del Congreso de esta nación, en virtud de la cual declaraba la guerra a España. Mas aquella ilusión concluyó en un cruel engaño. Después de dos años de ocupación militar de nuestra patria, surge lo inesperado: en el mismo instante en que el pueblo de Cuba, a través de una Asamblea Constituyente estaba redactando la Ley Fundamental de la República, de nuevo surge una ley en el Congreso de Estados Unidos, una ley propuesta por el senador Platt, de triste recordación para Cuba. Y en aquella ley se establecía que la Asamblea Constituyente de Cuba debía llevar un apéndice, en virtud del cual, le concedía al gobierno de Estados Unidos, el derecho a intervenir en los problemas políticos de Cuba y, además, el derecho de arrendar determinados espacios de su territorio para estaciones navales o carboneras”
“Es decir que mediante una ley emanada de la autoridad legislativa de un país extranjero, la Constitución de nuestra patria debía contener esa disposición, y bien claramente se les indicaba a nuestros constituyentistas que si no había Enmienda no habría retirada de las fuerzas de ocupación. Es decir que se le impuso a nuestra patria por el órgano legislativo de un país extranjero, se le impuso por la fuerza, el derecho a intervenir y el derecho a arrendar bases o estaciones navales”.
“Es bueno que los pueblos recién ingresados a esta organización, los pueblos que inician ahora su vida independiente, tengan muy presente la historia de nuestra patria, por las similitudes que puedan encontrar en su camino. Y si no ellos, los que vengan después de ellos, o sus hijos, o sus nietos, aunque nos parece que no vamos a llegar tan lejos”.
“Entonces comenzó la nueva colonización de nuestra patria, la adquisición de las mejores tierras de cultivo por las compañías norteamericanas; concesiones de sus recursos naturales, sus minas; concesiones de los servicios públicos, para la explotación de los servicios públicos; concesiones comerciales, concesiones de todo tipo, que unidas al derecho constitucional —constitucional a la fuerza— de intervenir en nuestro país, convirtieron a nuestra patria, de colonia española en colonia norteamericana”.
 "Las colonias no hablan, a las colonias no se les conoce en el mundo hasta que tienen oportunidad de expresarse. Por eso nuestra colonia no la conocía el mundo, y los problemas de nuestra colonia no los conocía el mundo. En los libros de geografía aparecía una bandera más, un escudo más; en los mapas geográficos aparecía un color más, pero allí no existía una república independiente. Nadie se engañe, que con engañarnos no hacemos más que el ridículo; nadie se engañe, allí no había una república independiente, allí había una colonia, donde el que mandaba era el embajador de Estados Unidos".
"No nos da vergüenza tener que proclamarlo, porque frente a esa vergüenza está el orgullo de poder decir, ¡que hoy ninguna embajada gobierna nuestro pueblo, que a nuestro pueblo lo gobierna el pueblo!".

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