.Orlando
Guevara Núñez
Cuando
de combatir por la libertad de la Patria se trataba, la dulce voz de Vilma se
transformaba en enérgico himno de combate. Así lo hizo un día, como estudiante de
la Universidad de Oriente, para denunciar a la tiranía batistiana, en este caso
evocando unos versos del poeta cubano José María Heredia: Que si
un pueblo su dura cadena/ no se atreve a
romper con sus manos/ bien le es fácil mudar de tiranos/ pero nunca ser libre
podrá.
Nació
en la heroica Santiago de Cuba, el 7 de abril de 1930. El 18 de junio de 2007,
Vilma Espín Guillois dejó de estar físicamente entre nosotros. Pero sigue
presente en Cuba y muy especialmente en su Santiago, donde se forjaron sus hazañas
clandestinas y guerrilleras, además de su presencia como constructora y
defensora de la obra revolucionaria.
Su
compañera de lucha, Asela de los Santos, recuerda a la Vilma de sus primeros
años juveniles: “Era una alumna brillante que gustaba del deporte, figuraba
como Capitana del equipo de voleibol, era solista de la coral universitaria ya
que tenía una bella voz de soprano; soñaba con bailar ballet, estudiaba en Pro
Arte de Santiago de Cuba y, como auténtica cubana, gustaba de la música
tradicional y del carnaval santiaguero”.
Pero
su principal vocación fue la de revolucionaria. Desde el propio golpe de Estado
del 10 de marzo de 1952, perpetrado por el sanguinario Fulgencio Batista, Vilma
se consagra a la lucha por la libertad. En ese fragor conoce a Frank País
García, de quien llegó a ser la más cercana colaboradora. Su reacción ante el
zarpazo trazaría pautas a su vida. Cuando el asalto al Cuartel Moncada, el 26
de julio de 1953, Vilma está entre quienes acuden al lugar de la masacre de los
revolucionarios, hecho que marcaría su conciencia.
Desde
1955 se integra al Movimiento Revolucionario 26 de Julio, con un importante
papel organizativo en las propias entrañas del enemigo. Viaja a México, se
entrevista con el máximo jefe revolucionario, Fidel Castro, y regresa con
instrucciones y mensajes para la acción que tuvo lugar en Santiago de Cuba, el
30 de noviembre de 1956, para apoyar el desembarco de los expedicionarios del
Granma, con el objetivo de reiniciar la lucha armada por esta región oriental.
En esa epopeya protagonizada por los jóvenes del 26 de Julio, figura Vilma como integrante del
Estado Mayor de Frank País.
En
la clandestinidad expone cada minuto su vida. Ella misma relataría durante una
entrevista a la prensa, en 1963: “Mi papá era Cónsul de Francia y esto, al
principio, cohibía un poco a los esbirros. Pero, después, nada los detuvo. En
la casa nos reuníamos aún después de que comenzaran a vigilarnos. Nos hicieron
un registro en enero, sin que lograran nada. El segundo lo hicieron el 6 de
abril y ya no pudimos volver más allá. Tuve que sumergirme entonces en la vida
clandestina completa. Y a mediados de 1958, me quedé en el Segundo Frente”.
Las
calles de Santiago de Cuba conocieron de esa intensa labor clandestina. Desde
aquí, Vilma, en compañía de Frank País, visitó a las guerrillas de la Sierra
Maestra, a las cuales apoyó de forma efectiva. Sobre esa visita, diría en su
panegírico el Comandante José Ramón Machado Ventura: (…) Allí participó en
hechos trascendentes; tuve la oportunidad de encontrarme y conversar con ella
en la Sierra; la recuerdo siempre diligente, comunicativa y acreedora de la
confianza de la máxima dirección de la Revolución”.
Durante
la clandestinidad y la lucha guerrillera, los nombres de Alicia, Mónica,
Déborah y Mariela, encubrieron el nombre real que ganó un merecido espacio en
la historia cubana: Vilma. Su audacia se impuso a los peligros en Santiago,
este pequeño y rebelde pedazo de tierra que ella misma calificara como la Ciudad sin Cerrojos, porque sus puertas
permanecían abiertas para proteger a los revolucionarios, aún en los momentos
más difíciles de la lucha.
“En
una ocasión- relata Asela de los Santos- la casa donde estaba escondida Vilma
fue asaltada y registrada por los esbirros. Solo alcanzaba el tiempo para que
saltara al tejado de la casa contigua. El techo era de dos aguas y como su
figura iba emergiendo lentamente ante la visión de una señora que estaba en el
otro patio, al verla emerger creyó que tenía la visión de una virgen y se
arrodilló diciendo: ¡Milagro! ¡Milagro!. En medio de esa confusión Vilma
escapó”. Vilma se fue convirtiendo –afirmó Asela- en una figura de leyenda a
quien todos querían conocer y a quien protegía todo el pueblo santiaguero.
Su
capacidad y cualidades de dirigente, condujeron a que el propio Frank País la
nombrara Coordinadora provincial del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en
Oriente, al asumir él otras tareas en la
clandestinidad. Y desde ese cargo incrementa sus acciones, hasta su
incorporación al Ejército Rebelde, en el Segundo Frente Oriental Frank País,
donde permaneció hasta la victoria revolucionaria del 1ro. de enero de 1959.
Allí dejó su huella en la organización de las fuerzas rebeldes y de la
actividad civil, económica y social de los territorios liberados.
Luego
vendría la tarea de edificar la obra por la cual había luchado. En esa tarea, la figura de
Vilma ganó nuevas dimensiones humanas y revolucionarias.
Directora
de la emisora Radio Rebelde; Presidenta, desde su fundación, en 1960, de la
Federación de Mujeres Cubanas; su incansable y fructífera labor a favor de los
derechos de la mujer cubana y su plena incorporación a la sociedad; el alcance
más allá de nuestras fronteras en esa noble misión, que la llevaron a
Vicepresidenta de la Federación Democrática Internacional de Mujeres.
Miembro
del Comité Central del Partido Comunista de Cuba desde su fundación en 1965, y
de su Buró Político desde 1980 hasta 1991; Diputada a la Asamblea Nacional del
Poder Popular desde su fundación en
1976; Integrante del Consejo de Estado de la República de Cuba; Presidenta de
la Comisión de Prevención y Atención
Social; creadora y orientadora del Centro Nacional de Educación Sexual;
febril actividad en otras instituciones, tales como su presidencia del Instituto de la Infancia,
y Directora de Desarrollo del Ministerio de la Industria Alimenticia.
Esa
es la Vilma que recordamos siempre, más que por su muerte, por su fructífera
vida. La mujer dulce, sencilla, de extraordinaria sensibilidad humana; la
heroína del Llano y de La Sierra, de la clandestinidad y la guerrilla.
La
Ingeniera Química Industrial que subordinó su profesión al oficio de forjar la
libertad y el bienestar de su pueblo.
La
Vilma condecorada por el Consejo de Estado, con el Título de Heroína de la
República de Cuba y la Orden Playa Girón. La Vilma de Santiago, la de Cuba.
¡Vilma
vive!, afirmó Fidel, al hablar sobre el deceso de la combatiente
revolucionaria.
Y
es cierto que vive, no solo como
recuerdo de un pasado heroico, sino, sobre todo, como fuerza de un presente de
lucha. Así rendimos los cubanos, a nuestros héroes, el mejor homenaje, el
homenaje de todos los días. ¡Vilma sigue entre nosotros!
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