jueves, 4 de abril de 2019

4 de abril de 1962 Las raíces de una fecha



    
.Orlando Guevara Núñez
La juventud cubana ha tenido un papel protagónico en todas las grandes epopeyas por la libertad e independencia de la patria. Desde Céspedes hasta Fidel, nuestra historia ha sido forjada con el sacrificio y la sangre de generaciones de jóvenes. La heroicidad y el martirologio de ellos, son el cimiento de  la obra que hoy tenemos, engrandecemos y defendemos.
Este 4 de abril, como todos los años, nuestros jóvenes y niños estarán de fiesta: es la fecha de fundación  de la Unión de Jóvenes Comunistas y de la Organización de Pioneros José Martí. Pero esa fecha tiene raíces que, si no se conocen, sería  imposible comprender, en toda su dimensión, la grandeza de ambas organizaciones.
Aquel histórico día de 1962, la organización juvenil cubana  cambió de nombre. De Asociación de Jóvenes Rebeldes, pasó a nombrarse Unión de Jóvenes Comunistas. Ese momento fue expresión de una nueva etapa histórica. El Comandante en Jefe Fidel Castro, al clausurar el evento fundacional, definiría así la trascendencia del cambio:
“¿Es acaso un extremismo bautizar la organización juvenil  con el nombre de Unión de Jóvenes Comunistas? ¡No!  ¡No!  Porque precisamente, la función de esa organización es formar jóvenes que tengan una actitud comunista ante la sociedad y ante la vida; de formar jóvenes que han de vivir en una sociedad nueva, en una sociedad distinta, en una sociedad diferente a la sociedad en que hemos vivido. La misión de esa organización es formar jóvenes capaces de construir  esa sociedad y de vivir en esa sociedad.”
Pero llegar a ese día había requerido trascender una etapa gloriosa de la juventud cubana. Puede decirse que el 4 de abril de 1962, le brotaron ramas a una simiente sembrada y abonada con sacrificio y lucha de nuestros jóvenes.
En ese tránsito, hubo momentos trascendentes que tienen su lugar bien ganado en la historia del movimiento juvenil cubano. Uno fue el 28 de enero de 1960. Ese día, el Comandante Ernesto Che Guevara haría pública la creación de la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), nacida como una organización semi-militar, subordinada al Departamento de Instrucción del MINFAR, cuyo jefe era el propio Che.
En sus inicios, la AJR agrupó a jóvenes desmovilizados del Ejército Rebelde y a otros de entre 13 y 18 años de edad, carentes de empleo. Luego se extendió a  quienes mostraran disposición de construir y defender la Revolución. Miles de jóvenes acudieron  al llamado. Y surgieron como respuesta a la convocatoria de Fidel, las Brigadas Juveniles de Trabajo Revolucionario, antecesoras de los actuales Comités de Base de la UJC.
Grandes, difíciles y heroicas tareas cumplió la AJR. Ella fue fragua de hombres y mujeres revolucionarios. Fragua de  combatientes y cuadros. Y –me atrevo a asegurarlo- fragua de comunistas, adelantándose  al nombre.
Pero la visión de Fidel condujo a la organización a superiores peldaños. Era necesaria, imprescindible para la Revolución,  la unidad de todas las organizaciones juveniles en una sola. Y ese objetivo tuvo un momento cumbre el 21 de octubre de 1960, al cristalizar la fusión del movimiento juvenil cubano. En la AJR se abrazaron las principales  agrupaciones existentes en el país. Entre éstas, las secciones juveniles del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, del Directorio Revolucionario “13 de Marzo” y del Partido Socialista Popular, sumadas, aunque manteniendo su identidad, la FEU y el estudiantado  de la Segunda Enseñanza.
Pienso que esa fecha es de imprescindible recuerdo en la historia de la juventud cubana. Durante algunos años, la UJC  la honraba entregando, como estímulo a los militantes más destacados en todas sus tareas, el “Sello 21 de Octubre”.
Así creció y se fortaleció la AJR. Con el lema de Estudio, Trabajo y Fusil, unió a miles de jóvenes de entre  14 y 25 años de edad. Se acrecentó su papel en la defensa, en tareas económicas y otros muchos otros frentes de lucha. Una obra trascendente fue la creación de las Patrullas Juveniles, en las cuales se agruparon niños y adolescentes de entre 7 y 14 años de edad, las que dieron paso, el 4 de abril de 1961, anunciada por Fidel,  a la Unión de Pioneros Rebeldes (UPR). En 1962 pasó a nombrarse Unión de Pioneros de Cuba (UPC), y en 1977-el 8 de octubre- cambió su nombre por el actual: Organización de Pioneros José Martí (OPJM).
Ese hecho explica por qué la organización de los niños cumple  un año más que la de los jóvenes cuando, en realidad, la de los jóvenes creó la de los niños.
El 4 de abril, no fue solo un cambio de nombre de Jóvenes Rebeldes hacia Jóvenes Comunistas. Fue  la aceptación de una ideología, la del socialismo, y el compromiso de defenderla. Nacía la organización juvenil del Partido, basada en la selección de sus integrantes, entre los 14 y 27 años de edad, avalados por una destacada actuación en el trabajo, el estudio y la defensa.
Hoy la UJC y la organización de los Pioneros son mucho más fuertes. El pueblo cubano tiene suficientes razones para mirarlas con orgullo. Y ante algunas expresiones escuchadas  de que nuestra juventud está perdida, vale una interrogante: ¿Perdida para quién?  Con una sola respuesta posible: Perdida para los enemigos de la patria cubana. Porque para la Revolución, el socialismo y el futuro, ¡Está ganada!
Ese es el fruto sostenido en las ramas, con las raíces más sanas y profundas del heroísmo juvenil cubano en sus distintas etapas.
Creo válido, por eso, en este nuevo aniversario, repetir las palabras de Fidel en aquel Primer Congreso constitutivo de la UJC: “Por todo lo que han hecho los jóvenes, por todo lo que han hecho en la historia de nuestra patria, por todo lo que han hecho en la historia de nuestra Revolución, es por lo que nosotros creemos en los jóvenes”.


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