.Orlando
Guevara Núñez

El
sabía posible la muerte, pero no la rehuyó. Buscaba el puesto de mayor peligro
en el combate. Y aquella madrugada, en la Granjita Siboney, se dirigió a los
que partirían hacia la acción, con estas palabras:
“Es
necesario que todos vayamos mañana con fe en el triunfo; pero si el destino nos
es adverso, estamos obligados a ser valientes en la derrota, porque lo que pase
en el Moncada se sabrá algún día, la historia lo recogerá y nuestra disposición
a morir por la Patria será imitada por todos los jóvenes de Cuba. Nuestro
ejemplo merece el sacrificio y mitigará el dolor que podamos causarles a nuestros
padres y seres queridos. ¡Morir por la Patria es vivir! ¡Libertad o
Muerte!”
Y
tuvo razón Abel. La verdad sobre el Moncada se supo, la disposición a morir por
la patria fue imitada por la juventud cubana, la convicción de que ¡Morir por
la Patria es vivir! es hoy más profunda, y el ¡Libertad o Muerte! de
aquel día, está escoltado por el ¡Patria o Muerte! de todo el pueblo cubano.
Pero
Abel tuvo un sueño sobre esta heroica ciudad. El sueño de vivir aquí,
junto a los santiagueros. Ese testimonio lo ofreció la heroína Melba
Hernández Rodríguez del Rey, en entrevista concedida a este periodista, con
motivo del aniversario 40 del asalta moncadista. Textualmente, así lo dijo:
“Era
muy apasionado y hablaba de sus impresiones sobre Santiago de Cuba y sobre los
santiagueros. Decía que cumplida la misión de derrocar al tirano, él no se iría
nunca de Santiago de Cuba, que se quedaría junto a los santiagueros, que aquél
era su lugar. Ese fue el objetivo de Abel, vivir en Santiago de Cuba, con los
santiagueros”.
Y
vive. Porque como dijo su hermana, Haydée, también heroína del
Moncada, Abel no nos faltará jamás. Ni a los santiagueros, ni a los cubanos.
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