Orlando Guevara Núñez

Afirma
que la insurrección acoge, pero no ama a estos partidarios despechados y
advenedizos.
Dentro
de lo publicado se cita una proclama de Valmaseda, ofreciendo perdón a los
insurrectos que depongan sus armas, garantizándoles en el ejército español los
mismos grades que tenían como mambises, el pago en oro del tiempo servido bajo
la bandera cubana, la inclusión de los soldados en la amnistía y pasaje libre
para España.
Ante
esta patraña, expone Martí que no puede existir un reconocimiento más explícito de la importancia actual de la
insurrección. Y sobre el militar español sentencia que “solo el que es capaz de
vender su honra, tiene el valor de proponer la venta de la honra ajena.
Aprecia
que la insurrección adelanta vigorosamente y que Valmaseda la respeta y trata
de atraérsela, pues no quiere ya ocultar a los españoles de Cuba la gravedad de
la lucha cubana.
Afirma
que los insurrectos no reciben, como los españoles, refuerzos, y se sostienen,
y vencen y adelantan, lo que se explica por el ardor con que luchan las
convicciones arraigadas, y la tibieza y el disgusto con que combaten las
convicciones pagadas.
Con
estos argumentos, Martí rebate las intrigas españolas con el fin de debilitar a
las fuerzas insurrectas.
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