.Orlando Guevara Núñez
La sola mención de este
nombre, nos trae a la mente un hecho histórico relevante para la historia de
Santiago de Cuba y de todo el país. Arturo Duque de Estrada Riera fue el hombre
que recibió, en su domicilio de San Fermín 358, el telegrama con el texto Obra
pedida agotada. Lo firmaba la Editorial Divulgación. En realidad el
remitente era Fidel Castro Ruz; el destinatario, Frank País García, y el mensaje
era la orden de alzamiento en esta ciudad para apoyar el cercano desembarco del
yate Granma.
El jefe de la lucha
clandestina lo había escogido como Secretario, encargado del manejo de
toda la correspondencia interna y externa, y del control de las direcciones de
los responsables del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en los municipios y
provincias.
Pero la historia de este
manzanillero- santiaguero, fallecido el 5 de noviembre de 1994, viene
desde más atrás. Maestro de profesión, ya en 1945 participaba en huelgas
que demandaban mejoras para ese sector. Es en 1949 que conoce a Frank, en la
Escuela Normal para Maestros de Oriente. Allí surgiría no solo una amistad
profunda, sino también la identidad de ideales. Arturo se une a las actividades
revolucionarias y a las organizaciones creadas por el joven jefe
clandestino.
De cómo Frank apreciaba
su labor, es testimonio una carta por él dirigida a Fidel, en ocasión de
una grave enfermedad que, el 27 de junio de 1957, interrumpiría ocasionalmente
su labor como Secretario: “El hombre clave de nuestras comunicaciones y avisos
enfermó gravemente con lo que lucía una embolia, sin poder hablar ni
escribir, los avisos para la orden nacional de sabotajes se dieron como
pudimos”
Arturo Duque fue,
durante la guerra, un digno forjador de nuestra historia. Y luego del
triunfo, un incansable trabajador en pos de rescatar y preservar el
patrimonio histórico cultural de Santiago de Cuba y de la provincia de Oriente.
Desde el inicio emprende la labor de localización de los familiares de los
mártires, la confección de biografías de los caídos, la creación y conservación
de museos y monumentos históricos.
En Arturo tenemos que
pensar cuando visitemos instalaciones de tan alto valor histórico y cultural
como los museos de La Isabelica (1962), cuyo principal promotor fue el profesor
Fernando Boytel; Casa Natal de Frank País (1964),Granjita Siboney (1965) de
Historia Natural Tomás Romay (1966) y el Museo Cien Años de Lucha, en el
otrora Cuartel Moncada (1967).
La Casa Museo Heredia, Museo
de Ambiente Histórico Cubano (1970 y completado tres años después);
Parque Museo Abel Santamaría y el Museo Histórico 26 de Julio, (1973) . Súmense
los museos Casa Natal de Antonio Maceo (1974) y el Museo de la Lucha Clandestina
(1976).
Entre 1965-1968, desde su
cargo de Presidente de la Administración Regional de Santiago de Cuba, Arturo
contribuyó en mucho a la realización de valiosas obras históricas y culturales
en esta ciudad.
Otras
responsabilidades fueron atendidas por él, como la Comisión Provincial
del Centenario de la Guerra de los Diez Años, Comisión de Activistas de
Historia del PCC en la provincia, el Comité Provincial de
Solidaridad con Vietnam y la Comisión Provincial de Museos y Monumentos
Históricos. Desde 1973 hasta 1977, se desempeñó como Presidente de la filial de
Oriente del Instituto de Historia del Movimiento Comunista y de la Revolución
Socialista. Otras muchas obras históricas contaron con el aporte de Duque,
entre éstas la Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo; La
Periquera, de Holguín; Matachín, en Baracoa, además de museos municipales
en varios territorios de Oriente.
Se necesitarían muchos
espacios como éste para reseñar la obra legada por Arturo Duque de
Estrada en la fragua, preservación y difusión de la historia cubana. Los datos
ofrecidos por Magali Martínez, esposa, y Magaly Duque de Estrada,
hija, dan para más. Sirvan, sin embargo, estas breves líneas, de homenaje
a quien sigue siendo un hombre clave, merecedor del cariño, el respeto y el
recuerdo de su pueblo.
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