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Orlando Guevara Núñez
Año
1892. Invitado a pronunciar un discurso en
la velada de la Sociedad
Literaria Hispanoamericana, en honor de Venezuela, el Apóstol de la
independencia cubana, José Martí, disertó sobre
este país con hermosas palabras aún con fuerza de presencia.
(…) Y hoy es el día de la grandeza más
difícil, en que los que reciben de sus
padres, en el carácter ya hecho a la realidad
y a la disciplina, el país más
compacto y adulto, han de ordenar, como están
ordenando, las fuerzas nacionales,
descascaradas en la larga trilla, y han de
evitar, como están evitando,
la suerte que en el mundo que avanza ha de
caber a los pueblos que no
se deciden a avanzar con el mundo; hoy es el
día de trabajar y de juntar, en
que una juventud que pide al empleo directo y
al estudio de los problemas
propios la paz dichosa que jamás vendría de
ideas de afuera ni de amistades
artificiales, ni de la creencia impropia y
enervante en la irremediable
superioridad ajena, entiende acaso que entró
ya la América en aquella hora
de alma eficaz y común en que se cumplirá por
fin el angustioso anhelo,
el deseo profético y mortal, de aquel cuyo
nombre no se ha de decir, porque
con evocarlo sólo ya las almas se subliman y
elevan; del que por las astas
tomó a la Naturaleza, cuando la Naturaleza se
le oponía, y la volcó en
tierra; del que cuando pensó en “poner una
piedra fundamental para la libertad”
en América no la pidió para la libertad de
Venezuela, sino para la
libertad sudamericana; del que murió del afán
devorador de alzar a tiempo,
con un siglo de tiempo, las energías que al
cabo de él habría de necesitar
para su salvación, en la batalla esencial y
evitable, el continente que se
sacó de las entrañas.
Clara evocación de José
Martí a Simón Bolívar. Es como si
estuviese hablando de la Venezuela de hoy, en su intenso batallar por su verdadera independencia.
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