.Orlando
Guevara Núñez
El 21 de septiembre de 1958, una triste noticia
conmovió en lo más profundo a los guerrilleros bajo su mando. El capitán Roberto
Ramïrez Delgado había muerto. El escenario era el combate de Dos Palmas, en las
cercanías de la ciudad de Palma Soriano.
En su libro La Sierra Maestra y más allá, relataría
sobre esa acción el Comandante de la
Revolución Juan Almeida Bosque:
“El cuartel está bien
fortificado, con trincheras que se comunican por dentro como una cueva de
hurones y casamatas en todas las esquinas que lo hacen casi invulnerable. Lo hostigaremos para obligarlos
a pedir refuerzo, que es el principal objetivo del
ataque.
“En el tramo entre el
cuartel y la Carretera Central, se había situado una emboscada que interceptaría
cualquier refuerzo que llegara desde Palma Soriano o Santiago de
Cuba.
(…) “Fuimos recibidos –
relata Almeida- con fuego cerrado, como
si nos estuvieran esperando. Los soldados resisten, no dan muestras de
debilitamiento. Cada tropa aislada lucha por su cuenta para no morir, la del
cuartel resistía, aferrándose con ello a la vida.
“Pasadas algunas horas,
en una nave de café cerca del cuartel, se produce un incendio. Cuando coge
fuerza, su resplandor ilumina el área. En ese momento se mueve el Capitán
Roberto Ramírez con sus hombres, para mejorar la posición. El enemigo concentra
el fuego sobre ellos. Cae herido el bravo capitán, abonando con su sangre la
tierra en que momentos después deja la vida”.
En los primeros momentos
hubo desconcierto en la tropa. Así lo narra el jefe del Tercer Frente Oriental. “¡Mataron al capitán! Corre la voz con un sentimiento de sorpresa,
dolor y temor, porque siempre pensamos y creemos que nuestros hombres son
invulnerables. Como los hemos visto en los combates moverse entre las balas con
desprecio por la vida, sin ser tocados por ellas, entonces pensamos que siempre
será así y no nos acostumbramos a la pérdida en combate de queridos compañeros
como este”.
El cuartel no fue tomado
en esa ocasión. Antes de la retirada, los rebeldes rescatan el cadáver de su
jefe y lo sepultan en el cementerio de Ramón de Guaninao. Roberto Ramírez
Delgado, en su despedida, es ascendido al grado de Comandante muerto en Campaña.
En ese combate cayeron también los
guerrilleros Esteban Manso y Juan Macklaw
Lotti, sepultados junto a su jefe.
Roberto Ramírez Delgado
había nacido el 13 de junio de 1937, en el seno de una familia humilde, en
Niquero, actual provincia de Granma. Su padre, Baldoinio, obrero azucarero; la
madre, Elena, ama de casa.
Desde el 14 de junio de
1957, el humilde y valiente niquereño se había incorporado a la Columna 1, bajo
el mando directo de Fidel. Luego fue asignado a la Columna 4, capitaneada por el
Che. Los combates de Bueycito, El Hombrito, Mar Verde del Turquino, Pino del
Agua, Chapala, Altos de Conrado y el segundo ataque a Pino del Agua cuentan con
su presencia. Por sus cualidades, en febrero de 1958 fue ascendido a
Teniente.
Formando parte de la
Columna 3 Santiago de Cuba, bajo las órdenes del Comandante Juan Almeida, es
fundador del Tercer Frente Dr. Mario Muñoz Monroy. Participa en numerosas
acciones, entre éstas las de la Refinería, El Cobre, Charco Mono, Puerto de Moya
y Arroyo Blanco.
Durante el enfrentamiento
a la llamada Ofensiva de Verano, Roberto Ramirez combate bajo el mando del
entonces Capitán y poco después Comandante Guillermo García
Frías.
La bravura de Roberto
y el desarrollo de sus cualidades como
jefe, se confirmarían en nuevas acciones como Loma de la Estrella, Santo
Domingo, El Salto, El Jigüe, segundo combate de Santo Domingo, Providencia, El
Jobal, La Herradura y El Cacao.
Un mes antes de su caída
en combate, había sido ascendido al grado de Capitán del Ejército
Rebelde.
Hoy en su Niquero natal,
el central azucarero en el cual trabajó su padre se honra con su nombre. Sus
restos descansan en el Mausoleo de los Héroes caídos en el Tercer Frente
Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy, donde son venerados por nuestro pueblo no por
el dolor de su muerte, sino por el ejemplo de su vida. Con la sangre de hombres
como Roberto Ramírez Delgado, está cimentada la obra redentora de la Revolución
cubana.
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