.Orlando Guevara Núñez
El
29 de noviembre de 1957 marca la caída del capitán –ascendido póstumamente a
comandante- Ciro Redondo García, durante el combate de Mar Verde del Turquino,
en la Sierra Maestra.
Había
nacido en Artemisa, el 9 de diciembre de 1931, en el seno de una familia
humilde. Sobre la juventud y temprana integración de Ciro Redondo a la lucha
revolucionaria, diría el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez
durante el acto por el aniversario 50 de la caída del héroe, en su ciudad
natal.
“Fue
uno de los primeros artemiseños que, apenas ocurrido el infame golpe batistiano
del 10 de marzo, se unió a las incipientes células que, de modo resuelto e
independiente, organizamos algunos militantes de la Juventud Ortodoxa de este
pueblo para enfrentarnos a la tiranía, quienes casi de inmediato hallaríamos en
Fidel la guía y el plan revolucionario que estábamos buscando.
“Los
que conocimos su seriedad, su disciplina, su valor, no tenemos duda de que
Ciro, como lo fue en la guerra, habría sido igualmente un cuadro fundamental en
cualquiera de los frentes de la Revolución y de la lucha contra el imperio,
después del 1ro. de enero de 1959”.
Ciro
había combatido en el asalto al Cuartel Moncada, el 26 de Julio de 1953 y luego
sufrió prisión en la entonces Isla de Pinos –hoy Isla de la Juventud- junto a
Fidel Castro y el resto de los moncadistas.
Durante
el juicio, seguido en Santiago de Cuba a partir del 21 de septiembre de 1953
contra los asaltantes, las declaraciones de Ciro Redondo fueron categóricas:
“Vine con la firme convicción de que nuestro ejemplo, en caso de que no
triunfáramos, iba a ser beneficioso para Cuba (…) “Vine por voluntad propia,
vine a acabar con Batista y si veinte veces tuviera la oportunidad, veinte
veces lo haría”.
Había
sido condenado a diez años de prisión. Amnistiado en mayo de 1955, marchó al exilio en México,
donde se unió de nuevo a Fidel y vino como expedicionario del Yate Granma, que
desembarcó en las costas orientales el 2 de diciembre de 1956 para reiniciar la
lucha armada por la libertad de la Patria.
Después
del bautizo de fuego de los expedicionarios, en Alegría de Pío, el 5 de
diciembre, éstos se dispersaron en diversos grupos. Ciro, con otros tres
compañeros, estuvo en el grupo de Raúl
Castro y figuró entre los combatientes que se unieron a Fidel, el 18 de
diciembre, en el lugar conocido por Cinco Palmas, momento en que el máximo jefe
de la Revolución exclamó la histórica frase de
¡Ahora sí ganamos la guerra!
Sumaban, en total, ocho hombres con siete fusiles…
Ciro
Redondo combatió en La Plata, primera acción victoriosa del naciente Ejército
Rebelde, el 17 de enero de 1957, y también en el combate de El Uvero, el 28 de
mayo de ese mismo año, participando en otras importantes acciones en la Sierra
Maestra.
El
29 de noviembre de 1957, mientras combatía tratando de cercar a la tropa del
sanguinario Sánchez Mosquera y rechazar a los refuerzos que venían en auxilio
de los enemigos, Ciro Redondo cayó mortalmente de un tiro en la frente, tal
como lo testimonió el Che.
En
homenaje a este valiente revolucionario, la Columna Invasora Nro. 8, que con el
Che como jefe extendió las acciones
guerrilleras hacia el centro del país, llevó su nombre. El humilde trabajador,
viajante, hijo del poblado de Artemisa, hoy se recuerda entre los héroes de la
Revolución que inspiran los combates presentes, y su legado tiene vigencia para
todos los tiempos.
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