Fragmentos del discurso del Comandante
en Jefe Fidel Castro, en la ciudad de Santa Clara, el 6 de enero de 1959.
.Orlando
Guevara Núñez
Y
nosotros no haremos otra cosa que recibir y obedecer órdenes del pueblo
(APLAUSOS). ¿Por qué no he de creer que
el pueblo sea el mejor gobernante, si creí —cuando nadie lo creía— que el
pueblo era el mejor guerrero? Y cuando
todo el mundo decía que era una locura, que era un disparate, que nos iban a
matar a todos, que pobrecitos nosotros, y hasta rezaban por nosotros porque ya
nos consideraban exterminados, yo, sin embargo, creía que ganábamos la guerra
(APLAUSOS).
Y
cuando una tarde, después del primer revés, me vi con dos hombres y dos
fusiles, y estuve 15 días antes de hacer contacto con mi hermano —que se
apareció con otros cuatro hombres y cinco fusiles, y fueron siete en total los
fusiles que volvieron a aparecer— (EXCLAMACIONES), yo estaba tan tranquilo como
estoy hoy, porque estaba seguro de que íbamos a ganar la guerra (APLAUSOS). Sencillamente por una cosa, por una
razón: ¡porque creía en el pueblo!
(APLAUSOS); sabía que el pueblo se sumaría, sabía que el pueblo nos prestaría
toda la colaboración posible, sabía que miles de jóvenes imitarían nuestro
ejemplo, sabía que por cada combatiente que cayera se unirían cien más
dispuestos a morir también (APLAUSOS).
Yo
sabía que el pueblo nos imitaría, y que el pueblo era invencible. Y si este pueblo era invencible antes, cuando
no había fusiles y no había la unión que hay hoy, ni la experiencia que hay
hoy, yo quiero que me digan quién puede vencer hoy al pueblo de Cuba
(EXCLAMACIONES DE: “¡Nadie!”), y si no
hay razón sobrada para sentirse optimistas.
Y si el pueblo, sin haber ido a las academias militares, sin haber ido a
los campos de tiro a aprender como se maneja un fusil —aunque ahora todo el
mundo va a aprender a manejar un fusil aquí (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS); y va a
aprender a manejar un fusil todo el mundo aquí, para que el Ejército de la
Revolución no tenga 20 000 ni 10 000, sino tenga 6 millones de
cubanos dispuestos a defenderla (APLAUSOS).
¡Que por algo hemos demostrado que en Cuba hasta las mujeres pelean, y
pelean bien y pelean a la altura de los hombres! (APLAUSOS.)
Y,
por lo tanto, esta vez, el gobierno tiene que ser el gobierno del pueblo. Aquí el que manda de ahora en adelante es el
pueblo, y el pueblo tiene que ponerle fin a toda la sinvergüencería
(APLAUSOS). Y vamos a empezar aquí por
los municipios: se acabaron las
“botellas”, los privilegios, los favoritismos (EXCLAMACIONES), se acabó la
bolita, se acabó el juego prohibido (EXCLAMACIONES), se acabó el sargento que
cobra cinco pesos, el capitán que cobra diez y el comandante que cobra veinte
pesos por la bolita (EXCLAMACIONES).
De
la Sierra Maestra vienen conmigo 3 000 guajiros, armados, veteranos de la
guerra de liberación (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS), y van para La Habana, y con
ellos se va a organizar la división blindada del nuevo ejército de la
república, van a tener los tanques y los cañones. Yo le pregunto al pueblo de Cuba si no
estarán en buenas manos esas armas (APLAUSOS).
Y quien en esta hora gloriosa de nuestra
patria, en esta hora grandiosa de Cuba —la más grande de toda su historia,
porque por primera vez este pueblo es realmente libre—, pusiese su vanidad, sus
cuestiones personales, por encima de la patria, no tendrá nadie que lo
siga. Quien actúe mal pierde a sus
seguidores, quien actúe mal no le seguirá nadie, porque ningún combatiente de
estos que han afrontado la muerte más de una vez va a estar dispuesto a
seguirlo (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Eso es lo que pienso hoy, pensaré
mañana y pensaré siempre; la verdad que estoy dispuesto a decir aquí y en todas
partes, discutir aquí y donde sea necesario discutirla, delante del pueblo, que
es el que manda (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS
Y
cuando tenga una dificultad vendré a ver al pueblo y cuando tenga un problema
vendré a ver al pueblo; y siempre agotaré hasta la saciedad los razonamientos,
los argumentos, la persuasión, la diplomacia, ¡jamás la fuerza porque no será
necesario nunca más usar la fuerza en nuestra patria! Cuando tengamos una queja que exponer,
vendremos al pueblo y la expondremos; si el que manda es el pueblo, y si el
pueblo está dispuesto a actuar, como actuará siempre, con honradez y con
justicia, el pueblo será quien diga la última palabra sobre todos nuestros
problemas (APLAUSOS).
A
través de los distintos actos hemos ido, sobre todo, sembrando en nuestros
compatriotas esta idea, porque la Revolución ha triunfado firmemente, porque la
victoria del pueblo ha sido total, y que de ahora en adelante el pueblo
comprenda lo que ha obtenido; que no se trata de que haya triunfado el
movimiento tal o más cual, que el pueblo comprenda porque tiene que darse
cuenta de que ha triunfado él (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Y, por lo tanto, no se trata de que me digan
a mí o a los demás compañeros que tenemos una gran responsabilidad sobre los
hombros, sino soy yo el que le digo al pueblo que tiene una gran
responsabilidad sobre los hombros, porque tiene la responsabilidad de gobernar
la república (APLAUSOS).
No
se puede dejar confundir, no se puede dejar engañar. Porque vendrán los demagogos, vendrán los
oportunistas y vendrán los descarados a querer confundir al pueblo. ¿Quieren unir al pueblo? Lo que tratarán es de dividirlo, lo que
tratarán es de engañar.
El
pueblo tiene que estar muy alerta, no puede creer que en un día vayamos a
resolver todos los problemas, que ustedes y nosotros vayamos a resolver los
problemas de Cuba. Les voy a decir más: vamos
a equivocarnos más de una vez, porque nosotros no tene Cuando empezó la guerra
nosotros no sabíamos nada de guerra, y tuvimos los primeros reveses, y ni
Camilo Cienfuegos ni Ernesto Guevara, ninguno de esos compañeros en aquella
época sabía tomar ciudades ni mucho menos, sabía hacer una emboscada chiquitica
a los soldados y nos teníamos que conformar con eso (RISAS Y APLAUSOS). Pero fueron aprendiendo día a día, mes tras
mes, y hoy se les puede mandar a tomar cualquier ciudad, porque son ya
verdaderos militares, y hombres capaces de llevar a cabo cualquier objetivo
militar (APLAUSOS). ¡Aprendieron!
De
los ministros jóvenes que están señalados, yo les puedo decir una cosa: están llenos de las más sanas intenciones del
mundo (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE:
“¡Bravo!”). Ahora, que se pueden
equivocar, porque nunca han sido ministros (RISAS), y nadie nace sabiendo ni
aprende las cosas al nacer; se van a equivocar, se los advierto. Pero sí les aseguro que van a aprender sobre
la marcha, y les aseguro que esta generación va a dar formidables gobernantes
como ha dado formidables guerreros. Lo
que hay es que darles oportunidad, poner los revolucionarios a trabajar, todo
el que quiera. Y si algo puedo hacer por
la gente joven, cualquiera que sea la organización, que me venga a ver. Porque tenemos que hacer por los
revolucionarios lo que sea necesario, y saber, sobre todo, que en este momento
pertenecemos al pueblo (APLAUSOS).
Y
como sé que hay un desinterés extraordinario en esta juventud, una moral
extraordinaria en esta juventud, la juventud revolucionaria se unirá toda como
está unido el pueblo, que es lo que hará grande y feliz nuestro destino. Tan grande es el desinterés de la juventud en
esta hora, que les voy a decir una cosa a ustedes: nadie quiere ser ministro; al revés de la
política, que todo el mundo está aspirando, que todo el mundo aspira, usted
agarra a un compañero de muchos méritos y le dice: “Oigame:
el Presidente quiere que usted sea ministro”, y le dice: “no, no, yo no quiero”. Llama a la gente para que sea alcalde y nadie
quiere ser alcalde, y es increíble, es extraordinario el desinterés de nuestra
juventud, que para que un señor sea ministro haya que darle una orden, haya que
obligarlo a ser ministro (APLAUSOS).
Y
creo que eso lo dice todo: por poco no
hay ni Consejo de Ministros, ¡nadie quería ser ministro! ¿Alcaldes?
Costaba un trabajo tremendo para encontrarlos; nadie, ningún combatiente
quería ser alcalde (APLAUSOS). Sin embargo,
yo estoy seguro de que si ustedes van allá, a ciertos círculos, de los que no
han hecho nada en esta Revolución, y llama a la gente para ser ministros, se le
aparecen doscientos (RISAS Y APLAUSOS).
Porque el que no se sacrifica, el que no se sacrifica ese es el que
quiere recoger los frutos.
Esta
juventud no defraudará a la patria esta vez; estos revolucionarios, porque lo
son de verdad, porque han tenido que luchar muy duramente, no andarán
diciendo: “yo soy revolucionario”,
sino: “ya el pueblo lo sabrá”. Y el que se aparezca haciendo alarde de lo
que hizo, posiblemente ese no hizo nada, porque el que hizo algo, no hace
alarde (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Ni
pensará caer en los ministerios como una plaga a pedir “botella”, ni a andar
con una pistola al cinto exigiendo cosas.
Y
los estudiantes, que tanto han contribuido a la Revolución, no llevarán su
fusil allí a la universidad para ponerlo en el pupitre, al lado del profesor
para pedirle que le den buena nota; dejarán el fusil en el cuartel o en su casa
—en su casa no, en el cuartel que es donde tienen que estar las armas de los
revolucionarios—, irán a estudiar allí, ¡a estudiar de verdad! (APLAUSOS.)
Nadie
irá a pedir la nota a título de que fue un héroe, porque tiene que ser allí
también héroe no solo en el campo de batalla sino también allí, estudiando y
actuando en concordancia. Mientras más
grande sea su mérito como combatiente, más obligado está con el pueblo, y más
obligado está con su conducta.
Yo
considero que hay que reformar completamente los sistemas de enseñanza. Lo que hay que hacer es una comisión de los
cinco o seis mejores pedagogos de Cuba y hacer un estudio cabal de nuestro
sistema de enseñanza (APLAUSOS), y adoptar planes de estudios ajustados a las
necesidades de nuestra patria y a las necesidades industriales de un estado
moderno, en el siglo XX, y no un método de enseñanza anacrónico por
completo. Eso es lo que deben demandar
los estudiantes.
Aquí
hay que lanzar un programa de alfabetización.
Aquí no debe estar nadie, ningún maestro tranquilo mientras haya un
ciudadano que no sepa leer ni escribir, porque es una vergüenza (APLAUSOS). No puede ser un ciudadano consciente de todos
sus derechos, un ciudadano plenamente útil a su patria aquel que no sepa leer
ni escribir. Hay que acabar con el
analfabetismo de raíz para que todo el mundo sepa y conozca sus derechos; y
sobre todo, porque el que no sabe leer ni escribir, ¿quién es? El hombre pobre, el hombre humilde, el hombre
que más necesita de la Revolución (APLAUSOS).
Porque
los poderosos, los que tienen grandes recursos económicos, esos sí saben, van a
las escuelas de aquí, a las escuelas de fuera de aquí, y el infeliz hijo del
obrero y del campesino no sabe y es víctima entonces de la explotación y del
engaño (APLAUSOS).
Ahora
es cuando la Revolución tiene que empezar, ahora; se acabó la guerra y empieza
la tarea conflictiva; ahora es cuando tenemos que lanzar nuestras columnas
revolucionarias hacia la toma de todas aquellas posiciones que la Revolución
debe trazarse como meta, hacia todos los objetivos en el campo de los obreros,
en el campo de los campesinos, en el campo de los trabajadores y en todos los
sectores de nuestro país donde hay muchas injusticias por reparar (APLAUSOS).
¡Nuestra
generación y nuestro pueblo harán realidad los ideales de todas las
generaciones anteriores, los ideales de nuestros mambises, cuyos sacrificios
hasta hoy habían sido en balde, porque la patria que teníamos estaba muy lejos
de ser la patria que ellos soñaron!
(APLAUSOS.)
El
tirano ha huido cobardemente, y con la tiranía será arrasado no solo el terror,
no solo el crimen, sino que serán erradicados de nuestra patria las causas que
los originaron, las inmoralidades y las lacras que hicieron posible la
permanencia durante siete años de un régimen tan criminal y oprobioso.
¡Hay
que trabajar para hoy y para mañana, para esta generación y para las
generaciones venideras! ¡Hay que sentar
sobre bases firmes el futuro grandioso de la patria!
Y
nunca, en ninguna ocasión anterior, pudo sentirse un pueblo con más legítimo
derecho a tener la fe y la esperanza que tiene hoy, porque lo digo con orgullo
—y es lo que dicen todos estos periodistas que vienen de fuera, es lo que dicen
cuantos hombres de América nos visitan—, ¡el pueblo de Cuba, con su gesto
heroico, le ha dado un ejemplo al mundo entero!
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