jueves, 3 de abril de 2014

En Estados Unidos ¿Justicia o farsa?




.Orlando Guevara Núñez
El ilegal proceso mediante el cual cinco antiterroristas cubanos fueron condenados a prisión hace más de 15 años, es prueba de que en el auto titulado país campeón de los derechos humanos y de la democracia, cuando de Cuba se trata, hasta la justicia se convierte en farsa, aunque el precio sea violentar sus  propias leyes y hasta su  Constitución.
Fue ilegal el apresamiento, de forma violenta y sin pruebas que justificaran ese proceder. Fue ajeno a la justicia la excesiva demora del proceso. Se violó la ley norteamericana al celebrar el juicio en Miami. Los acusados y defensores tuvieron acceso apenas al 20 por ciento de los documentos.  Se pagaron cientos de miles de dólares a medios de comunicación y a periodistas para que mintieran a la opinión pública sobre los procesados y crearan un ambiente hostil hacia ellos. Se ejerció presión sobre jueces. Se fabricaron cargos falsos y se aplicaron condenas excesivas, aún sin poder probar culpabilidad.
El caso en el cual se ensañó más la injusticia norteamericana, es el de Gerardo Hernández Nordelo. Fue condenado a dos cadenas perpetuas más 15 años de prisión. Resultó el único acusado de Conspiración para cometer asesinato en primer grado. ¿Por qué  ese cargo de Conspiración y no el de haber cometido asesinato?  Sencillamente, por falta de pruebas, porque ese delito no existía y había que buscar una justificación para la condena.
Se sabe que la acusación de Conspiración,  en  la llamada justicia norteamericana, no necesita ser probada y equivale a haber cometido el hecho. Esa imputación  está relacionada con  las dos avionetas derribadas legalmente por el gobierno cubano en sus aguas jurisdiccionales por violar nuestro espacio aéreo con fines subversivos. El propio representante fiscal, en el juicio, declaró que no existía prueba alguna contra Gerardo en este sentido. Y se demostró que fueron autoridades aeronáuticas norteamericanas – y no Gerardo- quienes informaron a Cuba sobre la salida de las naves hacia nuestro territorio.
Pero había que satisfacer a la mafia contrarrevolucionaria y terrorista de Miami. Y la condena fue tan larga como injusta: cadena perpetua.
El segundo cargo de gravedad fue el de Conspiración para cometer espionaje.  De nuevo el recurso de Conspiración acude en ayuda de la falta de pruebas. Otra pieza de la farsa.
En el juicio quedó demostrado que  los tres antiterroristas cubanos a quienes se condenó  por este cargo –Gerardo, Ramón y Antonio-  no cometieron esa violación. Por eso no se les pudo juzgar como espías, aunque la prensa pagada les acuñó esa condición y lo sigue haciendo todavía.
El gobierno de los Estados Unidos sabe perfectamente,  e importantes testigos de su parte así lo declararon en el juicio que en las 20 000 páginas ocupadas a los Cinco, ni una sola contenía información secreta sobre ese país. Ninguno de los patriotas cubanos  obtuvo ni buscó ese tipo de información, porque su único objetivo fue penetrar a los grupos contrarrevolucionarios y terroristas que actúan  contra Cuba desde ese territorio y contribuir a salvar vidas de nuestro pueblo y de otros, incluyendo al de Estados Unidos.
Pero la injusticia prevaleció. Gerardo, por este  otro falso cargo, recibió como sanción su segunda cadena perpetua. Ramón y Antonio fueron condenados a esa misma pena.
Otro cargo grave fue el de Conspiración para cometer delito contra los Estados Unidos. Se les atribuyó a los cinco cubanos.  No pudieron avalar con pruebas la acusación, pero no hacían falta. La condena estaba prefabricada. Importantes testigos norteamericanos  negaron que hubiese existido esa amenaza. Pero los jueces tenían la orden de condenar, sustituyendo la justicia por la injusticia y la razón por la arbitrariedad. Todos recibieron sanciones.
Otros cargos se sumaron  en el proceso contra los Cinco. Uno fue el de Identidad  y documentación falsas. En este caso, la acusación recayó sobre Gerardo, Ramón y Fernando. Se  sabe que René y Antonio tenían ciudadanía norteamericana y no necesitaron ese recurso.
Los tres fueron condenados, pese a que en materia de derecho existe, reconocida en ese país, la Doctrina de la Necesidad,  acreedora de que evitar un delito mayor, justifica delitos menores. Y en este caso se trataba de evitar el delito  mayor, el de los crímenes contra el pueblo cubano y más allá.
También a los cinco cubanos se les acusó de ser agentes  no registrados de un gobierno extranjero. Sobran los comentarios de qué hubiese sucedido si los Cinco se hubiesen presentado a la Fiscalía de los Estados Unidos a solicitar permiso para monitorear a los grupos terroristas que actúan contra Cuba desde allí.
Como resultado final, la injusticia no pudo ser mayor. Gerardo Hernández Nordelo: dos cadenas perpetuas más 15 años de prisión; Ramón Labañino Salazar: Cadena perpetua más 18 años de encierro; Antonio Guerrero Rodríguez: Cadena perpetua más 10 años de presidio; Fernando González Llort: 19 años de reclusión; René González Sehwerert: 15 años de privación de libertad.
Es conocido que hubo una posterior revisión de esas sentencias, en la cual la injusticia prevaleció. Se determinó, por ejemplo, anular la cadena perpetua impuesta a Ramón y Antonio por el supuesto delito de Conspiración para cometer espionaje. Se reconoció la falta de pruebas. Sin embargo, se mantuvo la cadena perpetua, por ese mismo cargo, para Gerardo, tras la inmoral y anti ética afirmación de  para que quitarle esa pena y si tenía otra igual.
En esa ocasión, la sentencia de Ramón pasó a ser de 30 años y la de Antonio a 21 años con diez meses. La de Fernando quedó en 17 años y la de René no fue modificada porque hubiese conllevado a su liberación.
Otra vergüenza de la injusticia contra los Cinco, han  sido los castigos crueles e inmerecidos,  violatorios de las propias normas carcelarias de los Estados Unidos, el ensañamiento con sus familiares  por la prohibición de los encuentros, su ubicación junto a reos comunes, la incomunicación y obstáculos para  la correspondencia.
Hoy en el mundo se alzan millones de voces de hombres y mujeres honestos, de organizaciones, de grupos de solidaridad, de parlamentarios, de personalidades, para exigir la libertad de Gerardo, Ramón y Antonio. Ya René y Fernando están  en Cuba, luego de cumplir íntegramente las condenas impuestas.
Los Cinco, declarados Héroes de la República de Cuba, son inocentes. Y tuvieron la necesidad de ir a ese país para salvaguardar la vida de nuestro pueblo, amenazada y agredida muchas veces por esos grupos integrados por asesinos y terroristas.
Un simple repaso a esas a acciones, demuestran esa verdad desde los primeros años de la Revolución.
El 17 de marzo de 1960 fue aprobado por las autoridades de Estados Unidos el llamado Proyecto de Acción Encubierta contra Castro, contentivo de innumerables acciones para derrocar al gobierno revolucionario. El 18 de enero de 1962, se aprobó y Proyecto Cuba con 32 tareas con igual fin.
En esa época, de unos 40 agentes de la CIA encargados del caso Cuba, la cifra se elevó a 588. Se realizaron contra nuestro país 12 operaciones aéreas para transporte de armas y explosivos. Fueron creadas, instruidas, armadas y financiadas 299 bandas  contrarrevolucionarias integradas por 3 395 mercenarios. En marzo de 1960 se ejecutó el sabotaje, en La Habana, del vapor francés La Coubre, que transportaba armas para defender la soberanía cubana. En abril de 1961, tuvo lugar la invasión mercenaria de Playa Girón, también organizada, financiada y dirigida por Estados Unidos y derrotada en menos de 72 horas.
Solo entre 1961 y 1963, Cuba fue víctima de  5 780 acciones terroristas proveniente de los grupos radicados en los Estados Unidos, entre éstas 716 sabotajes de envergadura.
Quema de cañaverales, daños a industrias importantes, ametrallamiento desde lanchas rápidas, violaciones de nuestro espacio aéreo, secuestros de naves aéreas y de pescadores; asesinato de maestros, obreros, campesinos, de personas inocentes de la población. La lista se haría interminable.
Como  consecuencia de esa política hostil y criminal, ejecutada por los grupos terroristas, en maridaje con la CIA  y los gobiernos de Estados Unidos, Cuba ha sufrido la pérdida de la vida de 3 478 de sus hijos y la incapacidad  física de 2 099. La bochornosa cifra de 637 planes de asesinato contra el Comandante en Jefe Fidel Castro, son una muestra del terrorismo de Estado practicado por  el gobierno imperial norteamericano contra nuestro país.
Por evitar esos  males, fueron Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René a los Estados Unidos. Por eso fueron juzgados y condenados. Es válido, por eso, afirmar que no se trata de pedir perdón para ellos. Es a ellos a quienes hay que pedirles perdón por la injustica de la cual han sido víctimas. Lo que se exige es justicia y que sean liberados de inmediato.
El presidente Obama tiene  la potestad para liberarlos. Sería, es una verdad irrebatible, una buena oportunidad para sacar del lodo en que la falsedad de ese proceso ha hundido la moral y el prestigio del sistema judicial norteamericano. ¿O es, acaso, que un Premio Nobel de la Paz y Profesor de Derecho Constitucional, como él, no se ha dado cuenta de eso?

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