.Orlando Guevara Núñez
La fecha del 7 de diciembre,
se inserta con valor propio en la historia de la nación cubana. Ese día de 1896
cayó en combate contra el ejército colonial español el Lugarteniente General
Antonio Maceo Grajales, el Titán de Bronce.
Antonio Maceo, nacido en
Santiago de Cuba el 14 de junio de 1845, fue de los primeros en incorporarse
como soldado a la primera Guerra de Independencia del pueblo
cubano. Y de combate en combate ascendió
en grados militares hasta convertirse
en uno de los más capaces, prestigiosos y respetados oficiales del Ejército
Libertador Cubano.
A Maceo lo recordamos hoy no
solo por sus hazañas militares, sino también por su pensamiento político, por
su intransigencia y su lealtad a la
casus independentista cubana. Lo recordamos por su viril Protesta de Baraguá,
por su victoriosa Invasión hacia Occidente, junto al Generalísimo Máximo Gómez.
Y lo recordamos, al decir de Fidel, como
el hijo de Santiago de Cuba que nos enseñó a no concertar nunca pactos indignos
con el enemigo.
Dedicamos hoy también nuestro
pensamiento a Francisco Gómez Toro, (Panchito)
el joven de apenas 20 años de
edad, hijo de Máximo Gómez, quien cayó
junto a Maceo aquel triste día en Punta Brava.
Panchito había nacido en La
Reforma, Sancti Spíritus, el 11 de marzo
de 1876, en plena Guerra de Independencia. Sobre él diría José Martí: “Es la
criatura humana de menos imperfecciones que he conocido”.
Su ingreso al Ejército Libertador se produjo a raíz de
la expedición que bajo el mando del general Juan Rius Rivera, desembarcó el 8
de septiembre de 1896, por una zona de Pinar del Río. Fue incorporado como
Ayudante de Antonio Maceo, con el grado de Teniente.
Asistió a varios
combates ese mismo mes, pero su bautismo de fuego fue
el siguiente 4 de octubre, en Ceja del Negro. Por su valentía y conducta como
combatiente, fue ascendido a Capitán, el
1ro. de diciembre de 1896, una semana antes de su muerte.
El
7 de diciembre, por estas razones,
es el día en que se rinde homenaje a todos los caídos por la libertad
cubana durante las guerras de independencia del siglo XIX.
La historia tiene coincidencias que
parecen más bien hechos de continuidad. Exactamente 38 años después de la caída
de Maceo y Panchito, nació en Santiago de Cuba - como el Titán de Bronce - Frank País García, el héroe de la lucha
clandestina, cuya caída, el 30 de julio de 1957, marca el homenaje a todos los
caídos por la libertad cubana durante la última etapa independentista, iniciada
el 26 de julio de 1953.
Por ese simbolismo , fue escogido
el 7 diciembre de 1989 como fecha para
la Operación Tributo, durante la cual fueron traídos a la Patria los restos de
los cubanos caídos en las gloriosas misiones internacionalistas protagonizadas
por nuestro pueblo.
Ese 7 de diciembre , el pueblo cubano se movilizó
en todo el país. Día de luto nacional. La bandera cubana ondeó a media asta,
pero los sentimientos patrióticos se elevaron al sitial más alto. En hombros de
sus hermanos de Revolución, de sus familiares y compañeros, los héroes internacionalistas
cubanos caídos en otras tierras del
mundo fueron sembrados en la tierra que los vio nacer.
Una
información del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba
ofrecía detalles sobre quienes ofrendaron su vida en misiones militares y
civiles en la República Popular de Angola, Etiopía y otros países.
Del
total de 2 289 cubanos que con su sangre y su vida
escribieron las más hermosas páginas de internacionalismo proletario y de
solidaridad, 2 085 cumplían misiones militares y 204 estaban en tareas civiles.
Ellos
formaron parte de los más de 400 000 cubanos que durante esos años marcharon a
otros pueblos hermanos, como combatientes y colaboradores.
En
esa ocasión, recibimos en Santiago de Cuba los restos queridos de 256
compañeros caídos como internacionalistas.
Ellos y sus compañeros, firmaron con su sangre y su
vida el legado del Che cuando dijo: “ Dondequiera que nos sorprenda la muerte,
bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un
oído receptivo, y otras manos se tiendan para empuñar nuestras armas y otros
hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de
ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria”.
Ahora,
cada 7 de diciembre, en todo el país, se resume en este día el homenaje perenne
a los cubanos caídos en misiones internacionalistas.
Con
aquel regreso a la Patria, se cumplía un altruista deseo expresado por nuestro Comandante
en Jefe, Fidel Castro: el de regresar de esas misiones, con el único tesoro de
los restos de nuestros héroes caídos para en hombros de su pueblo, descansar
para siempre en la tierra que los recogiera como simientes para seguir
multiplicándose en la presente y las futuras generaciones.
Por
eso, vale hoy reafirmar que ellos permanecerán ¡Siempre entre nosotros!
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