miércoles, 22 de enero de 2025

 José Martí sobre  política  yanqui de la fruta madura
Orlando Guevara Núñez
Los cubanos conocemos bien la llamada política de la fruta madura, engendro  de las intenciones yanquis de apoderarse de Cuba. Martí denunció con fuerza ese propósito anexionista y la voracidad imperial que constituía una amenaza para toda la América Latina.
He aquí una breve nota, publicada en el periódico Patria, en mayo de 1892.
“¿Qué cómo se llama la política de dejar venir, de dejar deshacerse, de dejar podrirse a los pueblos cuya tierra se codicia, a cuyos habitantes se desdeña y se odia? Antes, cuando los Estados Unidos cayeron sobre México, había dos opiniones entre los políticos de Estados Unidos. Una era la de agredir, y otra la de dejar podrir. Benton era de la de agredir y Polk, el presidente, el de dejar podrir. Como cuando la guerra del 68, en aquella caricatura del  ´puck´ inglés, en que John Bull pregunta a Jonathan si aquella hermosa pera del peral que decía ¨Cuba¨, no valía la pena de subirse al árbol por ella, y Jonathan le decía: ¡Oh, no! Más vale esperar: ella madurará y ella caerá” Que es poco más o menos lo que dijo Palmer, el último ministro del Norte en Madrid: ‘Yo creo en lo de tender el delantal y dejar que caiga en él la ciruela madura”
“Pero eso es viejo. Los desconocedores y los que por falta de pujanza propia  admiran demasiado la ajena,  creen que es cosa nueva y mérito del  pasmoso estadista, esto de dejar podrir: más ya se lo conocía cincuenta años atrás y se le llamaba la política de la ‘inactividad magistral’.
¡Después se hará lo que se hace con los pueblos podridos!
Hoy, las leyes yanquis contra Cuba, sin descartar, como último recurso, la agresión armada, sostienen la aspiración de que el pueblo se pudra, para recoger la ansiada fruta, objetivo frenado por la enseñanza fidelista de que nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres y primero se hundirá la Isla n el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie. Y por la decisión aprendida de Raúl de que  frente al enemigo imperialista no habrá nunca ni conciliación, ni rendición, ni derrota.





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