sábado, 10 de agosto de 2024

 

Estados Unidos por la agresión y la derrota;

Cuba por su defensa y su victoria

 

Orlando Guevara Núñez

Los gobiernos de los Estados Unidos trataron de matar a la Revolución cubana antes de que naciera. Pero  fallaron sus maniobras y no pudieron evitar el triunfo del 1ro. de enero de 1959. Desde entonces no ha cesado su guerra en todos los frentes para hacernos desaparecer incluso como nación.

Trece gobiernos yanquis, desde Eisenhower hasta Biden, han aplicado los más sucios métodos para matarnos.  Ahí está, ahora recrudecido, el genocida bloqueo que dura más de seis décadas. En los primeros años de la Revolución, Estados Unidos- a través de la CIA- organizó, armó, financió  y dirigió 299 bandas con unos 3 000 mercenarios, quienes actuaron en las montañas cubanas y asesinaron a  obreros, campesinos, maestros, mujeres y niños, hasta ser exterminadas por el pueblo armado, al costo de 549  vidas y centenares de heridos.

No se han borrado todavía las huellas de los 5 780 acciones terroristas con graves daños a la economía, la pérdida de 3 478 vidas y 2 099 incapacitados permanentes. Del sabotaje al vapor francés La Coubre, que traía armas para que nuestro pueblo se defendiera, en el que perdieron la vida un centenar de cubanos y seis marinos franceses. Están las huellas de la invasión mercenaria por Playa Girón, también organizada, financiada y dirigida por Estados Unidos y derrotada  en menos de 72 horas, al costo de 158 muertos  y centenares de heridos,

No hemos olvidado, ni olvidaremos, los grupos de agentes de la CIA y otros mercenarios armados infiltrados en territorio cubano para realizar sabotajes y promover la subversión. Ni olvidamos las 13 498 provocaciones desde la ilegal Base Naval de Guantánamo, con un saldo de ocho fallecidos y 15 heridos.

Todavía recordamos los constantes secuestros de naves aéreas y marítimas, el incendio de cañaverales, los ametrallamientos a objetivos económicos, la criminal guerra bacteriológica contra nuestros principales cultivos, como la caña de azúcar, el café, el tabaco, los cítricos y cultivos varios. Y contra los seres humanos, como el dengue hemorrágico que nos costó 158  muertes, incluyendo 101 niños y miles de enfermos hospitalizados.

Nuestra memoria guarda los criminales intentos yanquis para aislar a Cuba del resto del mundo, con la complicidad de la OEA y otras potencias europeas. Ahí están las leyes Helms-Burton, Torricelli, de Ajuste Cubano, el Plan Bush y otros engendros que violan los derechos internacionales y de soberanía de las naciones. Y siempre junto al crimen la mentira.

Nos acusa de patrocinadores del terrorismo el país más terrorista que habita nuestro planeta; desconoce nuestros derechos humanos el imperio más culpable de que existan en el mundo tantos millones de humanos sin derechos. Impugnan nuestra democracia los más acérrimos enemigos de la democracia en su propio país y en el Universo.

Pero el imperio no ha podido, ni podrá nunca, derrotar a la Revolución cubana. Conocemos bien sus pretensiones, cuyo único destino es la derrota. Insisten en el bloqueo y las sanciones ilusionados en la llegada de un momento en que la Revolución se desmorone. Sería el momento para –según sus cálculos- formar en Cuba un gobierno de transición, encabezado por un representante de Estados Unidos con facultades sin límites para borrar del mapa la Revolución. Y apuntan como posible, en última instancia, la agresión armada.

 El plan imperial yanqui contra Cuba, escrito y proclamado con el mayor cinismo, lo dice todo. Lo primero sería la recuperación de todas las propiedades nacionalizadas. Y solo terminado ese proceso, sería levantado el bloqueo, no sin antes haber privatizado la educación, la salud y toda la economía, además de eliminar las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Ministerio del Interior, el Partido Comunista de Cuba, los CDR y otras fuerzas políticas y de masas.

No faltan en sus mentes calenturientas, otras medidas, como la facultad para cambiar parcial o totalmente la Constitución de la República, nuestro sistema electoral, y abolir las pensiones a los jubilados, por considerarlas inmerecidas. Aspiran, para entonces, someter a juicio a dirigentes y funcionarios, a militantes del Partido y hasta de los CDR. Y como calculan que en ese caso habría resistencia y pérdidas cuantiosas de vidas, anuncian la creación de una comisión de adopción de niños huérfanos, aclarando que los adoptadores serían norteamericanos.

Esos son los planes del enemigo imperial. Para eso se desesperan y reclutan mercenarios dentro y fuera de nuestro país. Para eso tratan de socavar la unidad de nuestro pueblo. Para eso quieren que el pueblo deje de creer en el gobierno y en el socialismo. Para eso asignan millones de dólares a la subversión interna.

Los revolucionarios cubanos tenemos ante nosotros la tarea de continuar defendiendo la patria, la Revolución y el socialismo sin otra opción que la victoria.  La misión de mantener en alto el pensamiento martiano de que es más hermoso levantar la frente que bajarla, la enseñanza fidelista de que nacimos en un  país libre que nos legaron nuestros padres y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie, unido todo eso al mandato de Raúl de que frente a los enemigos de la Revolución no habrá nunca ni conciliación, ni rendición, ni derrota.

Para una traducción más clara: Estados Unidos  y sus mercenarios externos e internos,  en esta lucha, continuarán poniendo la agresión  y la derrota; Cuba con la unidad como bandera, mantendrá enhiestas su resistencia, su defensa y su victoria.

 

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