Juan Fajardo Vega: nuestro último mambí
Orlando Guevara Núñez
El 2 de agosto de 1990 falleció el último mambí, es decir, el postrer sobreviviente de la Guerra de Independencia organizada por el Héroe Nacional cubano, José Martí, contra el poder colonial español e iniciada el 24 de febrero de 1895. Ese patriota, nombrado Juan Fajardo Vega, falleció cuando le faltaban 13 días para cumplir los 109 años de edad.
Así, con su muerte, este combatiente legó a Santiago de Cuba otro jirón de historia, al ser esta región indómita el escenario del último suspiro de los hombres que en Cuba acudieron al llamado de nuestro Héroe Nacional para hacer la guerra que diera paso a la república con todos y para el bien de todos.
Había nacido el 15 de agosto de 1881, en un lugar cercano al poblado de Contramaestre, actual provincia de Santiago de Cuba, formando parte de una familia pobre, sustentada en las labores agrícolas.
A los 16 años de edad, Fajardo Vega se incorpora a las filas del Ejército Libertador Cubano, bajo las órdenes –y como ayudante de escolta- del general Saturnino Lora, uno de los protagonistas del Grito de Baire, nombre con el cual se identifica esa gesta, por el levantamiento escenificado en el poblado de igual nombre, a escasos kilómetros de Contramaestre.
Sus otros seis hermanos se fueron también a la manigua, a ganar con las armas la independencia cubana, y uno de ellos, Francisco, se sumó a las tropas del Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales y junto a él protagonizó la Invasión de Oriente hacia Occidente, una de las hazañas militares más trascendentes de su época. “Eramos siete hermanos- afirmó Fajardo Vega- y ninguno se vendió a España, todos combatimos contra el colonialismo”.
Terminada esa guerra, no con la libertad de Cuba, sino con la intervención norteamericana en 1898, mediante la cual nuestro país pasó de colonia de España a neocolonia de los Estados Unidos, Fajardo Vega regresó a sus predios agrarios, donde aprendió el oficio de carpintero y adquirió conocimientos sobre mecánica de pailería.
Pese a las penurias económicas de la época, el luchador independentista rehusó cobrar pensión alguna por su participación en la guerra, al considerar que no había ido a ella por interés material, sino por la libertad de Cuba. Esta posición él mismo la definiría así: “Cada vez que la Patria ha estado en peligro, he dejado mis oficios y me he puesto al servicio de su defensa y cuando volvía la paz, de nuevo a mis oficios. ¡Nada de estar viviendo de la Patria!
Al iniciarse en 1956 la guerra revolucionaria dirigida por el Comandante en Jefe Fidel Castro, el bravo mambí- nombre despectivo que dieron los españoles a los soldados independentistas cubanos- convertido luego en símbolo del patriotismo y la insurrección- colaboró con el Movimiento Revolucionario 26 de Julio y ofreció su aporte en el arreglo de armas a los combatientes del Tercer Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy, dirigido por el Comandante Juan Almeida Bosque, que operaba en el territorio donde él vivía.
Por coincidencia histórica, Juan Fajardo Vega, el último mambí, vivió y murió en un lugar cercano al del inicio de esa guerra y a Pinos de Baire, donde en noviembre de 1868 tuvo lugar la primera carga al machete contra las fuerzas coloniales españolas, dirigida por el patriota dominicano-cubano Máximo Gómez Báez, quien ganaría combate tras combate el más alto grado militar en el Ejército de Liberación Cubano. El Generalísimo, como se conoce en nuestra historia, estrenó de esa forma una nueva forma de combate, con el machete, que pasó de instrumento de trabajo a una de las armas más temidas por los soldados y oficiales españoles.
En territorios cercanos cayeron Carlos Manuel de Céspedes, máximo jefe de la guerra independentista cubana de 1868 y José Martí, con igual rango en la de 1895. Céspedes, en San Lorenzo, Sierra Maestra, el 27 de febrero de 1874; Martí, en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895.
En su pródiga vida, el último mambí tuvo 21 hijos, 83 nietos y 127 biznietos.
Al fallecer, el cadáver de Fajardo Vega recibió honores del pueblo en el poblado de Baire, luego en la ciudad de Santiago de Cuba y fue trasladado a la capital de país, La Habana, donde mereció igual tributo. La última guardia de honor, en la sede del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, estuvo a cargo del General de Ejército Raúl Castro Ruz. En sus palabras de despedida en Santiago, el compañero Esteban Lazo Hernández, entonces primer secretario del Partido Comunista de Cuba en la provincia, expresó que este mambí “Resume en estos momentos toda la gloria de la epopeya mambisa y nos entrega la bandera y el ejemplo de la generación de Antonio Maceo y de José Martí y de tantos héroes públicos y anónimos que se multiplican hoy en millones de cubanos”.
Finalmente, el soldado independentista fue sepultado en El Cacahual, lugar donde reposan los restos de Antonio Maceo Grajales y de su ayudante, el capitán Francisco Gómez Toro (Panchito) hijo de Máximo Gómez, caídos en combate el 7 de diciembre de 1896, contra las tropas españolas. En esa ceremonia estuvo presente el Comandante en Jefe Fidel Castro y la despedida de duelo fue hecha por Raúl Castro.
Su lecho eterno fue ubicado entre las tumbas del coronel Juan Delgado, oficial mambí que rescató los cadáveres de Antonio Maceo y de Panchito el día de la caída de ambos, y la del líder comunista Blas Roca Calderío, bajo la sombra de los laureles, símbolos de la victoria.
A Juan Fajardo Vega, los cubanos lo recordamos no sólo como combatiente mambí, sino también como un patriota de todos los tiempos, cuyo legado forma parte de las tradiciones independentistas y libertarias que anteponemos a los sueños del imperio norteamericano de destruir la obra revolucionaria e instaurar de nuevo en el país un sistema de explotación que a nuestra tierra no podrá jamás volver.
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