.Orlando Guevara Núñez
El glorioso amanecer del 26 de julio de 1953 convergieron en Cuba los ideales pasados, presentes y para el futuro. Si José Martí, al iniciar la guerra de 1895, la proclamó como continuidad de la de 1868, ahora Fidel calificaría la nueva contienda como el seguimiento de las dos anteriores.
Y como nuestro Héroe Nacional, Fidel definió la acción armada como un medio para alcanzar la libertad que diera paso a la transformación del país, en beneficio de un pueblo al que todos habían engañado.
“Cuba- expresó Fidel en el Manifiesto del Moncada- abraza a los que saben amar y fundar, y desprecia a los que odian y deshacen. Fundaremos la república nueva, con todos y para el bien de todos, el amor y la fraternidad de todos los cubanos. La Revolución se declara definitiva, recogiendo el sacrificio inconmensurable de las pasadas generaciones, y la vida en bienestar de las generaciones venideras”.
Armados de esas ideas se lanzaron al combate los jóvenes de la Generación del Centenario. Jóvenes obreros, campesinos, estudiantes, cubanos humildes que pusieron a disposición de la patria el bien más preciado que existe, la vida.
En aquel momento, el propósito patriótico no pudo coronarse con el triunfo. Los crímenes y mentiras de la dictadura trataron de sepultar el heroísmo, el ejemplo y altruismo de los asaltantes. Y la prisión trató de encerrar sus ideas.
Pero no pasó mucho tiempo para que las ideas de un grupo se convirtieran en ideas de todo un pueblo. Porque el Mocada se convirtió en símbolo, en brújula. Se ha dicho con toda justicia que aquella acción valerosa destacó a Fidel como líder indiscutible de la revolución. Marcó el inicio de la última etapa de lucha por la verdadera libertad e independencia del país. Y generó un programa revolucionario, señalando al pueblo el camino para hacerlo realidad.
Las ideas martianas y fidelistas que combatieron aquel glorioso 26 de julio, rompieron infamias, burlaron barrotes, fueron al exilio, crecieron, navegaron en el Granma, escalaron las montañas, se esparcieron por los llanos, inundaron las ciudades y, convertidas en fuerza de pueblo ganaron la victoria del Primero de Enero de 1959, precisamente aquí, en el mismo escenario del primer combate.
Comenzó entonces otro combate no menos heroico, el de desbaratar toda la maquinaria opresora capitalista, sus instituciones y mecanismo de explotación y subordinación a los intereses expoliadores nacionales y extranjeros.
El inicio de la puesta en marcha del Programa del Moncada, tiene la misma edad del triunfo de la Revolución. Los graves problemas denunciados por Fidel en La historia me absolverá comenzaron a resolverse. Y el país, en poco tiempo, avanzó más que durante décadas precedentes.
Pero ese avance chocó contra los intereses norteamericanos y sus pretensiones de dominio y explotación de nuestros recursos, además del temor por el ejemplo transformador de la Revolución para los pueblos de nuestra sufrida América. Y se extendieron sobre Cuba las agresiones, las amenazas, el bloqueo, los sabotajes, el intento de aislamiento, las más burdas mentiras, resumido todo en una sola aspiración: la destrucción de la Revolución.
Esos son los métodos criminales que hoy ganan en dimensión contra nuestro pueblo. El gobierno de los Estados Unidos, a través de sus instituciones de subversión, de mercenarios pagados y de sucias y mentirosas campañas de sus grandes medios y de las redes sociales, trata de fabricar una realidad que no existe y la apariencia de un caos de gobernabilidad que justificaría una agresión directa a nuestro suelo.
Ahora, a 68 años del Moncada, vale celebrar la fortaleza derivada de aquella acción y ganada en más de seis décadas de lucha, de haber hecho realidad el pensamiento martiano de que No estriba el amor patrio en afianzar la libertad: estriba en labrar un pueblo en que la libertad se afiance.
Este es el pueblo labrado por Fidel, por Raúl, por los combatientes del Moncada y los que continuaron el camino. Un pueblo donde la libertad está afianzada. Es el mejor homenaje a nuestros mártires y héroes. Así es Santiago de Cuba. Así es Cuba.
Por eso vale también, en este nuevo aniversario, precisar que aquí estamos, como lo describió nuestro Poeta Nacional, Nicolás Guillén, abriendo o cerrando la muralla según quien toque a ella. Y repitiendo con el poeta de la Generación del Centenario, Raúl Gómez García, que: ¡Seguimos en combate! y sosteniendo, en lo más alto del Turquino, ¡la estrella solitaria!
Y con la misma unidad que nos condujo a la victoria y su sostén, cumpliendo el legado de Fidel: Nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie.
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