sábado, 5 de octubre de 2019

La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida




.Orlando Guevara Núñez

Es uno de los aforismos martianos más conocidos y citados en Cuba. En realidad, hasta ahí está incompleto, pues Martí continuó  así: Truécase en polvo el cráneo pensador; pero viven perpetuamente y fructifican las ideas que en él se elaboraron.
En otras muchas ocasiones, nuestro Héroe Nacional, vuelve  sobre el  mismo concepto: el cumplimiento del deber patrio, para merecer  el recuerdo en la posteridad.
Esas palabras inician una crónica, publicada en el periódico mexicano El Federalista, edición literaria, el 5 de marzo de 1876  Bien podría pensarse  que están referidas  a la muerte por motivos épicos; pero no.
Honran la memoria de una afamada  teatrista española, fallecida, Pilar Belaval, durante un homenaje a ella dedicado por el Liceo Hidalgo, de México: “Mujer bella de cuerpo y elevada de talento, maestra en la interpretación  de la comedia, dueña y señora del drama (…) Dicen que no hubo nunca mayor gracia cómica, ni pasear más picaresco, ni más intencionado mirar que aquellos con que regocijaba a su auditorio Pilar Belaval”.
En esa crónica, Martí expresó que “es una manera de honrarse, y no la menos generosa, honrar a los demás”  y  agregó estas bellas palabras: “Se cumple el arte, despierta la fiera, llora el llanto, muévese  con más vigor dentro del pecho el ave inquieta y sorprendida. Estos triunfos alcanzó la Belaval, triunfos siempre pasajeros por injusticias de  la memoria o apetito de novedades, nunca saciado  en los humanos”.
Y no faltó, en la crónica, el sentimiento patriótico de Martí: “Arbusto solitario es el alma del hijo enamorado de la patria que lejos de su amada sufre sin consuelo;  manera de morirse es ésta de vivir alejado de la patria”.
Hoy  los cubanos  afirmamos que ese pensamiento martiano, es un fiel retrato de
su propia vida, de su eterna vida, porque su muerte no será nunca verdad .Los  jóvenes de la Generación del Centenario, vinieron a  Santiago  de Cuba, el 26 de julio de 1953, a ofrendar su sangre y su vida para que  Martí siguiera viviendo en el alma de la Patria. Así lo afirmó  Fidel. Y el Apóstol  no murió.

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