.Orlando Guevara Núñez
Son muchas las ocasiones en que el Héroe Nacional cubano,
José Martí, denunció la voracidad del
naciente imperialismo norteamericano
contra los pueblos de América. Pero hay un momento en que define ese
peligro con una mayor fuerza. Es en su carta a Manuel Mercado, el día antes de
su caída en combate contra el ejército colonial español.
Así lo expresa en el primer párrafo de la misiva a su
entrañable amigo mexicano.
(…) Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por
mi país y por mi deber- puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que
realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan
por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre
nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En
silencio ha tenido que ser, y como indirectamente, porque hay cosas que para
lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían
dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin”.
Y continúa su análisis el Apóstol de la independencia
cubana: “Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos- como ese de
usted y mío- más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la
anexión de los imperialistas de allá y los españoles, el camino que se ha de cegar
y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de nuestros pueblos de nuestra América, al
Norte revuelto y brutal que los desprecia, les habían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio,
que se hace en bien inmediato de ellos”.
“Viví en el monstruo y le conozco las entrañas: y mi
honda es la de David” escribió Martí a Mercado. Y le habla de un encuentro suyo
con un periodista norteamericano, Eugenio
Bryson, corresponsal del Gerald,
donde se hace alusión al anexionismo. Menciona
a “de la especie curial, sin cintura ni creación, que por disfraz cómodo
de su complacencia o sumisión a España, le pide sin fe la autonomía de Cuba,
contenta solo de que haya un amo, yanqui o español, que les mantenga o les
cree, en premio de oficios de celestinos, la posición de prohombres, desdeñosos
de la masa pujante, la masa mestiza, hábil y conmovedora del país, la masa
inteligente y creadora de blancos y de negros”.
Refiere el prócer cubano que el citado periodista le
habló sobre una conversación suya con el español Martínez Campos, en la cual
éste le dio a entender que, sin duda, llegada la hora, España prefería
entenderse con los Estados Unidos, a rendir la Isla a los cubanos. Y habla
sobre la importancia de una guerra que no aceptará la anexión de Cuba a los Estados Unidos.
Una afirmación martiana a su entrañable amigo, ha sido
confirmada por la historia: “En mí, solo defenderé lo que tengo yo por garantía
o servicio de la Revolución. “Sé
desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad.
Y en cuanto tengamos forma, obraremos, cúmplame esto a mí, o a otros”.
Han pasado 124 años de la caída de José Martí. Pero su
pensamiento no ha desaparecido. Los cubanos somos fieles a su legado, Y hemos
convertido en realidad su aspiración de que Cuba no sea una colonia yanqui, y
que no puedan ellos nunca, caer con esa fuerza más sobre nuestros hermanos
pueblos de América.
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