martes, 25 de junio de 2019

Estados Unidos contra Cuba: la manía de fabricar “héroes”




. Orlando Guevara Núñez

En su lucha contra Cuba, los gobiernos de los Estados Unidos no han escatimado esfuerzos en tratar de formar “héroes” que, desde adentro, contribuyan a socavar la fortaleza de la Revolución y sirvan de base a sus aspiraciones de regresarnos al pasado capitalista. Los intentos  vienen desde antes del triunfo del  1ro. de enero de 1959.
En los días finales de la guerra contra la tiranía de Fulgencio Batista, a la cual habían apoyado con armas y asesores militares. El gobierno norteamericano hizo todo los posible con el fin de que Fidel Castro no llegara al poder. Y uno de los métodos fue, cuando ya sabían perdida su “causa”, aconsejar al tirano el abandono del país, pero dejando una junta que asumiera el poder y escamoteara el triunfo revolucionario.
De inmediato fueron seleccionados los” sucesores”  del gobierno vencido. Pero la utilización de la “materia prima” para fabricar los nuevos “cuadros” no pudo ser más pésima: militares, personajes corruptos, políticos que estaban dispuesto a hacerle el juego a los dictámenes imperiales. Así, fraguaron un golpe de estado en la capital cubana, con nuevo presidente y todo. Pero, al decir de una canción del afamado músico cubano, Carlos Puebla, “Llegó el Comandante y mandó a parar”.
Pero no cesaron en el empeño. Siempre, a sus actos agresivos, sumaron el interés de fabricar líderes  y oposición interna que no existían, albergando la aspiración de convertirlos en una punta de lanza que se autoproclamara como gobierno y pidiera la ayuda que les permitiera  una intervención militar en Cuba.
Nuevo fracaso de ese estúpido intento. De nuevo la “materia prima” fue de pésima calidad: ex militares, personas desplazadas del poder, lumpens, traidores a la Revolución. A ese tipo de gente, los proclamaron como héroes, los santificaron, los financiaron, los armaron y compartieron con ellos las aventuras que siempre los condujeron al fracaso. No lograron siquiera  la unidad programática y de acción de los cabecillas contrarrevolucionarios.
Con el paso de los años, los métodos fueron cambiando, hasta desembocar en los llamados disidentes. Pero tampoco su “materia prima”  podía darles un mejor  “resultado productivo”. Camajanes, vividores, vende patrias, personas incapaces de hacer el menor esfuerzo en aras del pueblo cubano, fueron reclutados para el mercenarismo. Pero los nombraron como “héroes”, como luchadores, como líderes, para los cuales no ha faltado el apoyo y, sobre todo, el  financiamiento. Aún sin creer en ellos, los han sostenido, aspirando a transformarlos en personas influyentes dentro de los cubanos.
Hace algún tiempo, la propia Oficina de Intereses de los Estados Unidos en Cuba, emitió criterios sobre la “calidad de su producción de cuadros en Cuba”. Estas fueron solo algunas de sus evaluaciones.

• Vemos poca evidencia de que las organizaciones disidentes principales tengan mucho impacto en los cubanos de a pie
• Tengan o no las organizaciones de oposición agendas capaces de atraer la atención de una amplia gama de intereses en la isla, es preciso que empiecen por lograr cierto grado de unidad de objetivos como oposición o al menos que dejen de gastar tanta energía en serrucharse el piso los unos a los otros
• Pese a sus afirmaciones de que representan a “miles de cubanos”, nosotros vemos muy pocas evidencias de ese apoyo, al menos desde nuestra óptica, limitada, en la Habana
• Si bien la búsqueda de recursos es su principal preocupación, la segunda más importante parece ser limitar o marginar las actividades de sus antiguos aliados de manera de reservarse el poder y el acceso a los escasos recursos
• Son muy pocos los disidentes, si es que hay alguno, con una visión política aplicable a un gobierno futuro
• Pese a que no lo admitirían, los disidentes son poco conocidos en Cuba fuera del círculo de los diplomáticos extranjeros y la prensa.
Los comentarios huelgan. Pero el gobierno norteamericano necesita de este tipo de gente en su enfermizo propósito de destruir a la Revolución. Lo que predican a través de su guerra mediática es verticalmente opuesto a la realidad.
En esa manía de fabricar héroes para injertarlos en el proceso revolucionario cubano e inocularle el veneno que destruya a la Revolución, aplicaron  el engendro del “Programa de verano para jóvenes cubanos”, bajo el ropaje de una falsa Organización No Gubernamental- la World Learning - cuya filiación subversiva de sobra se conoce.
Dentro de sus propósitos confesos apareció  “el desarrollo de habilidades en áreas que incluyan hablar en público, trabajar en equipo, negociar, fomentar consenso, resolución de conflictos, defender los derechos propios, y solución de problemas.”
El estudiantado cubano no necesita tal asesoramiento, menos del   gobierno de un país donde la aplicación de estos postulados es  una burla a los verdaderos derechos humanos, la democracia y la libertad.  Los cuadros que en un futuro dirigirán a la Revolución cubana, tienen una mejor academia para formarse:  la lucha diaria para mejorar, engrandecer y defender su socialismo. La lucha contra el bloqueo y demás leyes criminales que los pretendidos profesores aplican contra su país.

Pero la mala selección de materias primas para fabricar cuadros disidentes en Cuba sigue. Y el gobierno de los Estados Unidos, con Trump a la cabeza, acaba de asignar 32 millones de dólares para ese propósito. De nuevo el dinero de los contribuyentes de ese país, utilizado para sufragar el mercenarismo en Cuba. Claro que, como empresarios corruptos, parte de ese dinero irá a los bolsillos de los patrocinadores. Y la otra, a individuos sin escrúpulos, carentes de patriotismo, dispuestos a prestarse al juego que ellos saben condenado al fracaso.
Una vez más, se equivocan en la selección de la “materia prima”. Y se equivocan en los métodos para derrotar a la Revolución. Porque esta Revolución es, sencillamente, invencible. Y sus héroes, surgen del pueblo, de la lucha, no de tubos de ensayo, ni de experimentos plagados  de odio, ambición y el instinto de destruir la sagrada obra revolucionaria.

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