.Orlando Guevara Núñez
El 7 de diciembre de 1962, el
Comandante Ernesto Che Guevara pronunció un discurso conmemorativo del
aniversario 66 de la caída en combate del Titán de Bronce, Antonio Maceo
Grajales. Fue una breve y emotiva
evocación de un héroe hacia otro. Un símbolo de gratitud y continuidad. Habló
sobre un Maceo con fuerza de presencia.
Antonio Maceo- dijo- tiene dos momentos, los más importantes de su vida,
los que lo definen como hombre y como genio militar.
“El primero de ellos es cuando contra todas las corrientes,
contra todos los conformismos, contra todos los desesperados que querían
alcanzar algún tipo de paz después de 10 años de lucha cuando se desintegra el
Ejército de Liberación y se firma la Paz del Zanjón, Antonio Maceo expresa la
Protesta de Baraguá y solo trata de seguir la lucha en condiciones imposibles”.
“Y la Protesta de Baraguá fue el último intento de un
espíritu noble por continuar una lucha a la cual ya venía dedicado desde diez
años antes. Fue infructuosa en ese momento, pero se continuó en la idea. Y
todos los grandes patriotas, algunos en Cuba, otros diseminados por el Caribe o
por otros países de América, tercamente, mientras envejecían en el empeño, iban
tentando una y otra vez volver a la Patria para darle su libertad”.
“En el año 95 lo lograron por fin. Tras las primeras
escaramuzas se organizó un ejército, con características de tal, bajo la
jefatura de Máximo Gómez. Y entonces se preparó la segunda de las hazañas
definitorias de la vida de Maceo: la Invasión”.
(…) Antonio Maceo cruzó la Isla de una punta a la otra y llevó el fuego revolucionario a provincias que no lo habían conocido en la anterior etapa de la guerra de liberación.
“Para hacer esto que hoy se puede referir en pocas palabras, se necesitaba un inmenso poder de organización, una inmensa fe en la victoria, y en la capacidad de lucha de sus hombres, y un poder de mando extraordinario para ejercerlo día a día durante años de lucha en condiciones extremadamente difíciles”.
En una breve síntesis histórica, el Che, después de analizar los sucesos posteriores a la caída de Antonio Maceo, puntualiza:
“Después vino el Maine, vinieron los norteamericanos, vino la Enmienda Platt, vinieron cincuenta años de penumbra en nuestra vida, de preparación para las nuevas batallas, de intentos repetidos por distintos patriotas que fracasaban y a veces morían en el empeño, como Guiteras, como Julio Antonio Mella, como tantos otros, que fueron jalonando la historia de la lucha revolucionaria de nuestro país. Pero hemos llegado a un momento donde el machete de Maceo vuelve a estar presente y vuelve a adquirir su antigua dimensión. Hemos pasado por la prueba más dura que puede pasar pueblo alguno, hemos estado frente a la destrucción atómica, hemos mirado al enemigo preparar su
inmenso caudal de cohetes, de armas de destrucción de todo tipo, y hemos visto cómo apuntaba todo ese arsenal hacia Cuba, hemos oído sus amenazas y hemos visto sus aviones, surcando nuestros aires. Y este pueblo, digno de Maceo, de la estirpe de Maceo, de Martí, de Máximo Gómez, no tembló, ni siquiera vaciló. Y el mundo moderno ha visto el espectáculo extraordinario de un pueblo entero que se preparaba a la peor de las catástrofes con una moral increíble”.
“Nuestro pueblo todo fue un Maceo, nuestro pueblo todo estuvo disputándose la primera línea de combate en una batalla que no presentaría quizás líneas definidas, en una batalla donde todo sería frente y donde seríamos atacados desde el aire, desde el mar, desde la tierra, cumpliendo nuestra función de vanguardia del mundo socialista en este momento, en este lugar preciso de la lucha”.
Por eso, sus palabras, sus frases tan queridas resuenan tan hondo en el corazón de los cubanos, y es de obligada recordación esa frase que está inscripta al costado del monumento: “Quien intente apoderarse de Cuba, recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha”. Ese fue el espíritu de Maceo y ese fue el espíritu de nuestro pueblo.
Hemos sido dignos de él en estos momentos difíciles que acaban de pasar, en esta confrontación donde hemos estado a milímetros de la catástrofe atómica.
“Eso es lo que hoy podemos mostrar con orgullo ante su recuerdo y ante el mundo, y repetir cada una de las frases de Maceo, ejemplo de un revolucionario que lucha por la liberación de su país, y repetirlas hoy con la misma fe, con misma encendida fe en el porvenir de la humanidad, en el porvenir de todo lo noble de la humanidad, en el porvenir socialista de la humanidad, y repetir también -cambiando quizás levemente sus frases – que mientras quede en América, o tal vez mientras quede en el mundo un agravio que deshacer, una injusticia que reparar, la Revolución Cubana no puede detenerse, debe seguir adelante y debe sentir en sí los males de este mundo oprimido en que nos ha tocado vivir, debe hacer suyos los sufrimientos de pueblos que, como el nuestro hace pocos años, levantan la bandera de la libertad y se ven masacrados, destruidos por el poder colonial”.
La vocación internacionalista y antiimperialista del Che, se revela en su dimensión de combatiente a escala universal:
“Y no solo aquí en América donde tantos lazos nos unen, en el África, en el Asia, dondequiera que un pueblo en armas levante cualquier arma -que puede ser el símbolo del machete de Maceo o del machete de Máximo Gómez- donde los dirigentes nacionales de sus pueblos levanten su voz –que puede ser el símbolo de la voz de Martí-, allí nuestro pueblo debe ir con su cariño, con su comprensión inmensa. Un pueblo que sale de la prueba de la que ha salido el nuestro, no puede mantenerse indiferente ante ninguna injusticia en ningún lugar del mundo; dejaría de ser martiano, además, si permaneciera indiferente cuando en algún lugar del mundo los poderes represivos masacran al pueblo”.
“Por eso hoy levantamos el pensamiento de nuestros grandes héroes, de los luchadores de aquella guerra gloriosa, y lo hacemos nuestro y lo repetimos una y otra vez, porque no han sido nada más que fases de la misma lucha de la humanidad por deshacerse de la explotación. Porque todas las frases de Antonio Maceo, de Martí o de Gómez, son aplicables hoy en esta etapa de la lucha contra el imperialismo, porque toda su vida y toda su obra, y el final de su vida, no es nada más que un jalón que marca el mismo largo camino de liberación de los pueblos”.
“Y por ese camino ha marchado el pueblo de Cuba. Por el camino de la lucha, de la lucha cruenta, sin descanso, contra el poder colonial, están marchando muchos pueblos del mundo y, día a día, se levantan nuevos machetes en distintas partes de distintos continentes, para decirle al imperialismo que, cuando las razones no bastan, también está la fuerza del pueblo, y para enseñarle al imperialismo que cuando el pueblo se une no hay fuerza de las armas que pueda detenerlo. Lo parará en una batalla, lo liquidará en algún momento, aprovechara sus momentos de debilidades, aprovechará a veces su credulidad, como el caso del infortunado héroe del Congo, Patricio Lumumba; pero nunca podrá detener el avance de los pueblos”.
“Y frente a su soberbia bestial, frente a su afán de aniquilar a todo lo que es puro en el mundo, se alzan los hombres, se alzan los hombres dirigidos por gente que levanta las banderas de Martí, de Maceo y de Gómez. Y en cualquier lugar del mundo, donde esas banderas tremolen, allí debemos dirigir nuestras miradas y nuestro saludo”.
Y finaliza el Che aquel discurso memorable con una afirmación con fuerza de pueblo.
“Y frente al imperialismo que nos amenaza hoy, con tanta furia como ayer, con tanto deseo de destruirnos como ayer, que prepara en silencio su nuevo artero ataque, sacamos el arsenal de todas nuestras fuerzas y de toda nuestra fe; mostramos las frases de todos nuestros grandes combatientes que representan la voluntad del pueblo y agregamos lo nuevo, lo último, lo que nuestro pueblo ha fabricado en esta última etapa de su experiencia histórica, para lanzarlo una y otra vez a la cara del imperialismo:
¡Patria o muerte! ¡Venceremos!
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