.Orlando Guevara Núñez
Al anunciarse la
visita del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez a Estados Unidos, para
participar en los debates de la Asamblea General de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU), vienen a la memoria los días de aquel septiembre de
1960, cuando el Comandante en Jefe Fidel Castro asombró al mundo antes y
después de hablar en ese foro de los pueblos.
El gobierno de ese país
había montado una sucia campaña difamatoria contra la Revolución cubana y
utilizado contra nuestra delegación una hostil política que violaba todos los
principios del respeto establecidos por la propia ONU. Pero, hasta ese momento,
desde el estrado de ese evento, nadie había hablado tan claro, ni había denunciado
con tanta fuerza y valentía el papel avasallador del gobierno imperialista de
los Estados Unidos, ni había defendido el derecho de los pueblos a su libre
determinación, sin tutela de nadie.
.”Nosotros vamos a hablar claro”, advirtió Fidel. Y la
claridad de sus palabras, puso al descubierto, la explotación, las agresiones,
los crímenes, los derechos pisoteados, la prepotencia imperial, los peligros de
la guerra y sus verdaderos culpables. Fidel habló no solo por en nombre de
Cuba. Lo hizo en nombre de todos los pueblos del mundo.
Hasta ese momento, los
oídos del imperio estaban acostumbrados a escuchar elogios y edulcorados
reclamos que quedaban archivados, como aspiraciones incumplibles. Pero Fidel
rompió ese mito.
“Si nosotros fuésemos de
la calaña de hombres que se nos quiere pintar a toda costa, no habría perdido
su esperanza el imperialismo, como la ha perdido hace mucho rato, de comprarnos
o seducirnos de alguna manera. Mas como
la esperanza la han perdido desde hace mucho rato, y no tuvieron nunca razón
para albergarla, al menos, después de afirmar que la delegación cubana se alojó
en un burdel debían reconocer que el capital financiero imperialista es una
ramera que no puede seducirnos. Y no
precisamente "La Ramera Respetuosa" de Jean Paul
Sartre.
Se ellos habían llamado
burdel al hotel donde se había alojado la delegación cubana, al serle negada la
entrada a todos los demás hoteles. Era el hotel Teresa, de Harlem, de negros,
que con valentía y dignidad acogieron a los cubanos.
Fidel denunció como,
después de una larga lucha de más de 30 años en la que los cubanos habían
vencido al poder colonial hispano, se
produjo la infame intervención norteamericana en Cuba.
“Entonces comenzó la
nueva colonización de nuestra patria, la adquisición de las mejores tierras de
cultivo por las compañías norteamericanas; concesiones de sus recursos
naturales, sus minas; concesiones de los servicios públicos, para la
explotación de los servicios públicos; concesiones comerciales, concesiones de
todo tipo, que unidas al derecho constitucional —constitucional a la fuerza— de
intervenir en nuestro país, convirtieron a nuestra patria, de colonia española
en colonia norteamericana.
“En los libros de
geografía aparecía una bandera más, un escudo más; en los mapas geográficos
aparecía un color más, pero allí no existía una república independiente. Nadie se engañe, que con engañarnos no
hacemos más que el ridículo; nadie se engañe, allí no había una república
independiente, allí había una colonia, donde el que mandaba era el embajador de
Estados Unidos”.
“No nos da vergüenza
tener que proclamarlo, porque frente a esa vergüenza está el orgullo de poder
decir, ¡que hoy ninguna embajada gobierna nuestro pueblo, que a nuestro pueblo
lo gobierna el pueblo! “
Luego de explicar la
grave situación que encontró la Revolución al llegar al poder, la miseria que
sufría el pueblo y la explotación por parte de Estados Unidos, afirmó el máximo
líder de la Revolución:
· ¿Cuál era la
alternativa del Gobierno Revolucionario?
¿Traicionar al pueblo? Desde
luego que para el señor Presidente de Estados Unidos lo que nosotros hemos
hecho por nuestro pueblo, es traición a nuestro pueblo; y no lo sería con toda
seguridad si en vez de ser nosotros leales a nuestro pueblo hubiésemos sido
leales a los grandes monopolios norteamericanos que explotaban la economía de
nuestro país. Al menos, ¡quede
constancia de las "maravillas" que encontró la Revolución al llegar
al poder, que son, ni más ni menos, que las maravillas del imperialismo, que
son, ni más ni menos, que las “maravillas” del "mundo libre" para
nosotros los países colonizados!”
Y denunció cómo, en inamistoso acto, el gobierno yanqui había
recibido a “Toda una pandilla de criminales que habían
dejado ensangrentada a nuestra patria; hombres que habían llegado a asesinar a
cientos de campesinos indefensos, que no se cansaron de torturar a prisioneros
durante muchos años, que mataron a diestro y siniestro, fueron recibidos aquí
con los brazos abiertos”
Para hacer la Revolución
en beneficio del pueblo, había que chocar contra los monopolios y como
monopolios y gobierno de Estados Unidos eran la misma cosa, era inevitable la
confrontación.
“Pero la histeria es
capaz de todo. La histeria es capaz de
hacer las afirmaciones más inverosímiles y más absurdas. Por supuesto, nadie crea que vamos a entonar
aquí un "mea culpa". Ningún "mea
culpa". Nosotros no le tenemos que
pedir perdón a nadie. Lo que hemos
hecho, lo hemos hecho muy conscientes, y sobre todo muy convencidos de nuestros
derechos a hacerlo.
Nunca los gobernantes
imperiales habían escuchado tantas verdades juntas, expresadas- otra cosa que
les dolía, por el representante de un país pequeño, hasta hacía poco subordinado incondicionalmente
a sus dictados.
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