.Orlando Guevara Núñez

Estaba Martí consciente de
la posibilidad de morir. Por eso escribe en la misma misiva: “Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y mi deber- puesto
que lo entiendo y tengo fuerzas para realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de
Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa
fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré,
es para eso”.
Clara definición
antiimperialista de José Martí, que supo
vislumbrar el carácter ambicioso y ansias de expansión y dominio del naciente
imperialismo.
A esa potencia, el monstruo donde vivió, Estados Unidos, la califica
como El Norte revuelto y brutal que los
desprecia, refiriéndose a los pueblos de América, en peligro de ser
absorbidos por el anexionismo.
Relata Martí su reciente
conversación con un corresponsal del
Herald; hablan del anexionismo, de las posiciones autonomistas y éste le
refiere una opinión dada a entender de
Martínez Campos, sobre que llegada la hora España preferiría entenderse
con los Estados Unidos a rendir la isla a los cubanos.
Se refiere a un tema relacionado
con la experiencia de la guerra de 1868. “La revolución desea plena libertad en el ejército., sin las
trabas que antes le opuso una Cámara sin sanción real, o la suspicacia de una
juventud celosa de su republicanismo, o los celos, y temores de excesiva
prominencia futura. Puntualiza su
criterio de que un pueblo no se puede
guiar contra el alma que lo mueve, o sin ella.
“Sé desaparecer. Pero no
desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad. (…)
“Hay afectos de tan delicada
honestidad… Ahí quedó tronchada la carta. Adviértase su última palabra: honestidad.
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