sábado, 4 de marzo de 2017

Tercer Frente Oriental “Dr. Mario Muñoz Monroy” Cumplió con honor la misión de Fidel






. Orlando Guevara Núñez

El  6 de marzo de 1958, después de seis largas y agotadoras jornadas de marcha, llegó al paraje serrano de Puerto Arturo, la Columna 3 Santiago de Cuba, bajo el mando del recién ascendido a Comandante del Ejército Rebelde, Juan Almeida Bosque. Con esa proeza quedaba constituido el Tercer Frente Oriental “Dr. Mario Muñoz Monroy”.
La pequeña columna, integrada por 55 hombres y dos mujeres surgió para cumplir  una decisiva misión de Fidel: Lograr que el pueblo conociera la presencia del Ejército Rebelde en las proximidades de la capital oriental, cercar a  Santiago de Cuba y otras ciudades aledañas, y no permitir la salida de armas y refuerzos de la tiranía en apoyo a los lugares atacados por otras columnas rebeldes. Para ese objetivo, era imprescindible el dominio sobre la Carretera Central.
Obreros y campesinos integraron aquel grupo guerrillero, junto a  los ya destacados combatientes, capitanes Guillermo García Frías, segundo de Almeida, y  Calixto García Martínez, jefe del pelotón de Vanguardia, asaltante  del Carlos Manuel de Céspedes y expedicionario del  Granma,  y Andrés García Díaz, también participante en la acción del cuartel de Bayamo el 26 de julio de 1953.
La tropa de Almeida había  partido desde  Pata de la Mesa, en la propia Sierra Maestra, el primer día de marzo, junto a los integrantes de la Columna 6 Frank País, bajo la jefatura del también Comandante Raúl Castro, con la misión de abrir el Segundo Frente Oriental, en la Sierra Cristal, objetivo que cumplió el 11 de marzo, al llegar a la zona de Piloto del Medio. Así se cumplía  el propósito de Fidel, expresado a Raúl desde diciembre de 1957, completado con la posterior creación de las columnas invasoras de Camilo y el Che.
El Tercer Frente Oriental nació en el fragor del combate. Su primera acción militar, ataque a la Refinería Texaco, tuvo como propósito distraer a las fuerzas enemigas y cubrir el cruce de la Carretera Central por la también pequeña tropa de Raúl.
En  la noche del 10 y la madrugada del 11 de abril de 1958, los combatientes de Almeida protagonizaron una importante y victoriosa acción: el ataque y toma del poblado de El Cobre, convertido en la primera cabecera de municipio dominada por los guerrilleros. El objetivo, plenamente cumplido, fue obtener explosivos y detonadores eléctricos, requeridos por Fidel. También el apoyo a los combatientes clandestinos que se habían lanzado a la lucha en la ciudad con motivo de la Huelga de Abril.
En esa acción, se rechazó un refuerzo salido desde Santiago de Cuba, al cual se le causaron varias bajas y se hizo explotar el polvorín del ejército batistiano allí radicado. La tiranía no pudo ocultar  el  hecho. A la victoria militar se unió otra en el ámbito político, pues a partir de entonces la población conoció la presencia más cercana del Ejército Rebelde, creció el apoyo a los guerrilleros y las relaciones de ellos con los luchadores clandestinos, con un auge en los suministros hacia los insurgentes.
Las acciones se multiplicaron con celeridad  y se extendieron por los alrededor de  6 000 kilómetros cuadrados comprendidos en la zona de operaciones asignada, desde  las cercanías de Bayamo hasta las de Santiago de Cuba, incluyendo zonas montañosas y las localidades de Baire, Jiguaní, Contramaestre, Guisa, Santa Rita, Maffo, Palma Soriano, Aguacate, Ramón de Guaninao, Central América, Dos Palmas, El Cobre, Melgarejo, El Cristo, El Caney, el sur de San Luis, Loma del Gato y Chivirico.
En mayo de 1958, al tener lugar la ofensiva de la tiranía contra la Sierra Maestra, con el objetivo de cercar y eliminar a la Columna Uno, bajo el mando directo del Comandante en Jefe Fidel Castro, Almeida y parte importante de su tropa  regresan al Primer Frente, para enfrentar y derrotar a una poderosa fuerza enemiga integrada por unos 10 000 efectivos, apoyados por la aviación, artillería, tanques y la Marina de Guerra.
En ese escenario, el Tercer Frente escribió nuevas páginas de lucha y de victoria. Aún así, las acciones  en su territorio no se detuvieron.
Vencida la ofensiva, Almeida regresa a su zona de operaciones a mediados de  agosto de 1958 y establece su Comandancia Central en La Lata. Se incrementan  las acciones y crecen  las fuerzas del  Frente, que a  fines de ese mes, contaba  con las Columnas 9 “Antonio Guiteras” y la 10 “René Ramos Latour”, dirigidas por  los comandantes Hubert  Matos (traidor después del triunfo) y René de los Santos Ponce; el 18 de agosto fue creada otra columna al mando del ya comandante desde el mes de julio, Guillermo García Frías, asentada en Limoncito. También fueron creadas capitanías dirigidas por  los capitanes, (ascendidos a Comandantes en diciembre de 1958) Universo Sánchez y Calixto García, con sedes en Filantropía y Matías, respectivamente.
La organización del Frente  trascendió la parte militar, pues fueron creados y funcionaron los Departamentos de Justicia, de Café,  Cacao y Ganadería; de Suministros, de Construcciones Civiles,  de Comunicaciones, de Sanidad Militar y de Educación. Así, los pobladores de la zona serrana comenzaron a recibir los beneficios de la Revolución antes de alcanzarse el triunfo. Entre éstos estuvieron el funcionamiento de 52 escuelas y seis hospitales de campaña, además de la protección frente a dueños y comerciantes explotadores.
Al finalizar la guerra, el Tercer Frente había cumplido con eficiencia la misión que le dio vida. Durante la Operación Santiago, su papel fue trascendente. El enemigo había sido derrotado. Santiago de Cuba estaba bajo un cerco irrompible. Así lo definiría el propio Almeida:
“El Tercer Frente, nacido de la concepción  revolucionaria y el espíritu de ofensiva de Fidel, cumplió con honor la misión que le designó el Comandante en Jefe, y fue uno de los puntales de la victoria definitiva del pueblo cubano”.
Y así lo reafirmaría el General de Ejército Raúl Castro:
“Almeida cumplió con su proverbial lealtad, eficacia y espíritu de sacrificio, la misión de crear  el Tercer Frente y posteriormente cerrar el cerco a Santiago de Cuba”.
A 59 años de esta fuerza guerrillera, como homenaje  perenne a quienes la fundaron, desarrollaron y condujeron a la victoria, vale el recuerdo agradecido a quienes ofrendaron su vida y a quienes  estuvieron dispuestos a darla. El sacrificio de ellos, es el cimiento de la Revolución triunfante.

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