martes, 21 de marzo de 2017

Asociación de Jóvenes Rebeldes: Nació con la Revolución y junto a ella aprendió a caminar









Orlando Guevara Núñez

El año 1960 fue convulso en Cuba. La Revolución estaba aún aprendiendo a caminar. Y los jóvenes dábamos con ella esos primeros pasos. El 28 de enero de ese año, el Che había anunciado públicamente la creación de la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), integrada por muchachos desmovilizados  del Ejército Rebelde y aquellos desocupados que, entre los 13 y 18 años de edad quisieran integrar la naciente organización. Poco después se amplió  esa cantera.
Poco tiempo después, un joven del barrio rural donde yo vivía, fue  a verme con una propuesta concreta: crear en la zona una Brigada Juvenil de Trabajo Revolucionario, para entonces organización de base de la AJR.
Le pregunté qué debíamos hacer y me dijo que reunir a los demás muchachos y crear la Brigada. Otra interrogante y su respuesta fue aún más rápida: la tarea es unirse para defender la Revolución. A decir verdad, la tercera pregunta no fue respondida con la misma precisión: ¿Y qué tenemos que hacer para defenderla? Me argumentó que nos orientarían más adelante.
Casi de forma inmediata, hablamos personalmente con los jóvenes. Era  un territorio que abarcaba más de un barrio.  Logramos interesar a los muchachos con los escasos argumentos que poseíamos. Y todas las razones, las sintetizábamos en una que tenía un total apoyo: defender  la Revolución.
Un día nos reunimos y constituimos la Brigada Juvenil de Trabajo Revolucionario, a la cual le pusimos el nombre de Josué País García, hermano de Frank País, a la vez que valeroso combatiente clandestino caído en Santiago de Cuba el 30 de junio de 1957. Ninguno de nosotros lo había conocido personalmente, pero conocíamos su vida y nos sentíamos atraídos por su ejemplo.
Esa organización de base de los Jóvenes Rebeldes, nació integrada por 50 jóvenes, entre ellos siete muchachas. El joven que me había invitado para la tarea, Ramón Guevara Montano (Monguín), primo mío,  fue electo como Presidente. A mí se me asignó la función de Organizador. Y las tareas fueron apareciendo poco a poco, sin planes previos ni objetivos a largo plazo.
Recuerdo bien la primera tarea. Un día Monguín me dijo que debíamos crear en la zona un Comité de Defensa de la Revolución (CDR), con el mismo objetivo de la AJR: defender la Revolución. En cuanto a la forma de hacerlo, me explicó que debían ser vigilados todos los elementos  no  revolucionarios e informar sobre sus actividades. Y cumplimos la tarea.
Realizábamos varias actividades, como la recogida de dinero para comprar armas y aviones, también  para la Reforma Agraria,  y dábamos charlas revolucionarias, parando a la gente en cualquier lugar y hablándoles sobre la Revolución, tomando como base los discursos de Fidel y otros dirigentes.
Un momento importante se produjo cuando la invasión mercenaria por Playa Girón, en abril de 1961. Cuando se dio a conocer el primer Comunicado de Fidel, anunciando que ya se combatía en tierra cubana, convocamos a la Brigada y todos se presentaron. Entonces nos dirigimos al poblado de Niquero – distante unos once o doce kilómetros- y allí nos presentamos a la jefatura militar, expresándole nuestro deseo de marchar hacia el lugar donde ya se derramaba sangre de nuestros combatientes.
La tarea recibida fue hacer guardia, al tiempo que se nos impartieron algunas charlas sobre historia por un compañero  dirigente de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI)  para entonces máximo aparato político de la Revolución. Así  nos mantuvimos, hasta que la liquidación de los invasores determinó el regreso a nuestros hogares, sin necesidad de combatir ni marchar hacia otros puntos. Pero lo provechoso de aquel episodio, fue que los jóvenes respondieron al llamado de Fidel, de Raúl y del Che. Y estuvieron dispuestos al combate.
Para esa fecha, Monguín ya no estaba en la zona. Había sido llamado a cursar una escuela militar y de ahí siguió figurando en las filas de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias. Me correspondió a mí ocupar la presidencia de la Brigada Juvenil de Trabajo Revolucionario.
En el caso de Monguín, la historia lo escogió entre sus mártires. En abril de 1970, era ya Teniente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Después de un fructífero trabajo, había pasado a militar en las filas del Partido Comunista de Cuba. Era Político de una importante División en Baracoa.
Al producirse en esa fecha una infiltración mercenaria por ese territorio y estar él en el campo de operaciones, perdió la vida en defensa de la Revolución que había  aprendido a defender desde las filas de la Asociación de Jóvenes Rebeldes. Una orden de Raúl Castro lo ascendió póstumamente a Primer Teniente. En su sepelio las palabras de despedida estuvieron a cargo del Comandante en Jefe Fidel Castro.
Nos comenzamos a ocupar entonces de la Campaña de Alfabetización. Ninguno de nosotros tenía más de un cuarto grado de escolaridad, pero organizamos un aula con 26 alumnos en la cual comenzamos a dar clases, hasta que la llegada de los alfabetizadores a la zona determinó que se la entregáramos ya organizada. En apoyo a esa campaña hicimos muchas cosas,
Después vendrían otras grandes tareas enmarcadas en el  lema que presidió la vida de la AJR: Estudio, Trabajo y Fusil, junto a las imágenes de dos jóvenes que siguen siendo hoy paradigmas de la juventud cubana: Julio Antonio Mella y Camilo Cienfuegos,  a las que se suma ahora la del Che.
En una ocasión, por curiosidad, junto a otros compañeros, pasamos revista sobre dónde estaban aquellos jóvenes que integraron esa primera Brigada Juvenil de Trabajo Revolucionario en aquella zona. De los 50, unos 40 habían llegado a militar en las filas del Partido. En ella iniciaron sus actividades revolucionarias jóvenes que luego fueron  dirigentes del Partido, oficiales de las FAR y ocuparon otros cargos de responsabilidad. Pero el recuerdo más grato, es conocer que todos, en cualquier puesto, continuaron como fieles soldados de la Revolución.

La Revolución fue creciendo. Y junto a ella creció la AJR, hasta convertirse, el  4 de abril de 1962, en la poderosa organización  política que es hoy: Unión de Jóvenes Comunistas.

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