Orlando
Guevara Núñez
El año 1960
fue convulso en Cuba. La Revolución estaba aún aprendiendo a caminar. Y los
jóvenes dábamos con ella esos primeros pasos. El 28 de enero de ese año, el Che
había anunciado públicamente la creación de la Asociación de Jóvenes Rebeldes
(AJR), integrada por muchachos desmovilizados
del Ejército Rebelde y aquellos desocupados que, entre los 13 y 18 años
de edad quisieran integrar la naciente organización. Poco después se
amplió esa cantera.
Poco tiempo
después, un joven del barrio rural donde yo vivía, fue a verme con una propuesta concreta: crear en
la zona una Brigada Juvenil de Trabajo Revolucionario, para entonces
organización de base de la AJR.
Le pregunté
qué debíamos hacer y me dijo que reunir a los demás muchachos y crear la
Brigada. Otra interrogante y su respuesta fue aún más rápida: la tarea es
unirse para defender la Revolución. A decir verdad, la tercera pregunta no fue
respondida con la misma precisión: ¿Y qué tenemos que hacer para defenderla? Me
argumentó que nos orientarían más adelante.
Casi de
forma inmediata, hablamos personalmente con los jóvenes. Era un territorio que abarcaba más de un
barrio. Logramos interesar a los
muchachos con los escasos argumentos que poseíamos. Y todas las razones, las
sintetizábamos en una que tenía un total apoyo: defender la Revolución.
Un día nos
reunimos y constituimos la Brigada Juvenil de Trabajo Revolucionario, a la cual
le pusimos el nombre de Josué País García, hermano de Frank País, a la vez que valeroso
combatiente clandestino caído en Santiago de Cuba el 30 de junio de 1957.
Ninguno de nosotros lo había conocido personalmente, pero conocíamos su vida y
nos sentíamos atraídos por su ejemplo.
Esa
organización de base de los Jóvenes Rebeldes, nació integrada por 50 jóvenes,
entre ellos siete muchachas. El joven que me había invitado para la tarea,
Ramón Guevara Montano (Monguín), primo mío,
fue electo como Presidente. A mí se me asignó la función de Organizador.
Y las tareas fueron apareciendo poco a poco, sin planes previos ni objetivos a
largo plazo.
Recuerdo
bien la primera tarea. Un día Monguín me dijo que debíamos crear en la zona un
Comité de Defensa de la Revolución (CDR), con el mismo objetivo de la AJR:
defender la Revolución. En cuanto a la forma de hacerlo, me explicó que debían
ser vigilados todos los elementos
no revolucionarios e informar
sobre sus actividades. Y cumplimos la tarea.
Realizábamos
varias actividades, como la recogida de dinero para comprar armas y aviones,
también para la Reforma Agraria, y dábamos charlas revolucionarias, parando a
la gente en cualquier lugar y hablándoles sobre la Revolución, tomando como
base los discursos de Fidel y otros dirigentes.
Un momento
importante se produjo cuando la invasión mercenaria por Playa Girón, en abril
de 1961. Cuando se dio a conocer el primer Comunicado de Fidel, anunciando que
ya se combatía en tierra cubana, convocamos a la Brigada y todos se
presentaron. Entonces nos dirigimos al poblado de Niquero – distante unos once
o doce kilómetros- y allí nos presentamos a la jefatura militar, expresándole
nuestro deseo de marchar hacia el lugar donde ya se derramaba sangre de
nuestros combatientes.
La tarea
recibida fue hacer guardia, al tiempo que se nos impartieron algunas charlas
sobre historia por un compañero
dirigente de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) para entonces máximo aparato político de la
Revolución. Así nos mantuvimos, hasta
que la liquidación de los invasores determinó el regreso a nuestros hogares, sin
necesidad de combatir ni marchar hacia otros puntos. Pero lo provechoso de
aquel episodio, fue que los jóvenes respondieron al llamado de Fidel, de Raúl y
del Che. Y estuvieron dispuestos al combate.
Para esa
fecha, Monguín ya no estaba en la zona. Había sido llamado a cursar una escuela
militar y de ahí siguió figurando en las filas de nuestras gloriosas Fuerzas
Armadas Revolucionarias. Me correspondió a mí ocupar la presidencia de la
Brigada Juvenil de Trabajo Revolucionario.
En el caso
de Monguín, la historia lo escogió entre sus mártires. En abril de 1970, era ya
Teniente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Después de un fructífero
trabajo, había pasado a militar en las filas del Partido Comunista de Cuba. Era
Político de una importante División en Baracoa.
Al
producirse en esa fecha una infiltración mercenaria por ese territorio y estar
él en el campo de operaciones, perdió la vida en defensa de la Revolución que
había aprendido a defender desde las
filas de la Asociación de Jóvenes Rebeldes. Una orden de Raúl Castro lo
ascendió póstumamente a Primer Teniente. En su sepelio las palabras de
despedida estuvieron a cargo del Comandante en Jefe Fidel Castro.
Nos
comenzamos a ocupar entonces de la Campaña de Alfabetización. Ninguno de
nosotros tenía más de un cuarto grado de escolaridad, pero organizamos un aula
con 26 alumnos en la cual comenzamos a dar clases, hasta que la llegada de los
alfabetizadores a la zona determinó que se la entregáramos ya organizada. En
apoyo a esa campaña hicimos muchas cosas,
Después
vendrían otras grandes tareas enmarcadas en el
lema que presidió la vida de la AJR: Estudio, Trabajo y Fusil, junto a
las imágenes de dos jóvenes que siguen siendo hoy paradigmas de la juventud
cubana: Julio Antonio Mella y Camilo Cienfuegos, a las que se suma ahora la del Che.
En una
ocasión, por curiosidad, junto a otros compañeros, pasamos revista sobre dónde
estaban aquellos jóvenes que integraron esa primera Brigada Juvenil de Trabajo
Revolucionario en aquella zona. De los 50, unos 40 habían llegado a militar en
las filas del Partido. En ella iniciaron sus actividades revolucionarias
jóvenes que luego fueron dirigentes del
Partido, oficiales de las FAR y ocuparon otros cargos de responsabilidad. Pero
el recuerdo más grato, es conocer que todos, en cualquier puesto, continuaron
como fieles soldados de la Revolución.
La Revolución fue creciendo. Y junto a ella creció la
AJR, hasta convertirse, el 4 de abril de
1962, en la poderosa organización
política que es hoy: Unión de Jóvenes Comunistas.
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