miércoles, 15 de marzo de 2017

Cecilio Sánchez Valiente: “Pienso que si dejo de luchar traiciono”



                                                
.Orlando Guevara  Núñez
El 16 de marzo de 1982, dejó de latir el corazón de Cecilio Sánchez Valiente. Obrero, dirigente comunista, combatiente desde su juventud, ejemplar constructor y defensor de la Revolución socialista. “Yo soy cobrero de El Cobre”, solía decir de forma jocosa, reafirmando su apego a las faldas montañosas de esta localidad santiaguera, donde nació el 1ro. de febrero de 1916.
Hijo de  soldado mambí, uno entre los 13 hermanos. La miseria se ensañó con su  humilde hogar. Por eso, los diez años de edad lo recibieron ya trabajando. Cuando cumplió los doce, el desalojo  privó de tierra y vivienda a la familia. Su progenitora lavaba ropas en el Santuario y el Seminario de El Cobre, por irrisorios ingresos que en poco aliviaban la situación.  En ese contexto se fue forjando su rebeldía.
Los campos de caña, los hornos de carbón, los cultivos de viandas, los centrales azucareros, fábricas de cigarros y otros múltiples empleos, lo ligaron más a la clase obrera y forjaron su conciencia proletaria. Ahí comenzaron sus luchas contra el poder de los latifundistas y patronos explotadores.
En 1938, a los 22 años de edad,  ingresa a las filas del partido de los comunistas cubanos. Dedica su vida por entero a la lucha. Organiza huelgas, protestas y demandas, en defensa de los derechos y la mejoría de los trabajadores.  Se enfrenta al poderoso latifundio United Fruit Company, que usurpaba las mejores tierras cultivables de Oriente y engordaba sus arcas con el sudor de los trabajadores. Forja los sindicatos de la Construcción , Tintoreros y Azucarero, este último junto a Jesús Menéndez Larrondo. Participa en la lucha contra los desalojos campesinos en Realengo 18 y en la Sierra Maestra.
Las cárceles de  Palma Soriano, Guantánamo, Jamaica – también de Guantánamo- Jiguaní y Cueto,  lo tuvieron como prisionero. La esquina de Carnicería y Enramadas, en Santiago de Cuba, en 1939,  fue testigo de una golpiza de los esbirros batistianos, hasta caer al pavimento sin conocimiento.  Su delito fue reclamar el pago atrasado de los obreros.
En 1941 recibe del Partido Comunista una riesgosa misión: trabajar en la Base Naval de Guantánamo, con el objetivo de luchar allí por mejorar las condiciones de vida de los obreros. Para eso, tuvo que cambiar el nombre de Cecilio por el de Elpidio, para no ser  identificado. Llegó a organizar huelgas y denunció el asesinato de un obrero por las autoridades norteamericanas en esa instalación.
De esa época, junio de 1941, hay una carta dirigida por Cecilio a su padre, que lo retrata en toda su dimensión revolucionaria y humana. He aquí algunos de sus párrafos.
Querido padre Guillermo:
Recibí tu carta donde me hablas de la situación y me pides que me cuide y que ahora tengo familia a mi cargo. Realmente mi familia está pasando trabajo, sobre todo económicamente está muy mal y yo prácticamente estoy desnudo.
Es verdad que hace poco estuve preso por tercera vez, pero tenemos que luchar contra el imperialismo y sus lacayos e n Cuba igual que tú luchaste contra los españoles en tu juventud y ahora yo vivo contento de tu historia de combatiente. Ahora te noto preocupado por mi vida y por mi familia,  y yo lo creo natural, pero yo muero con las botas puestas, pienso que si dejo de luchar traiciono y un comunista no traiciona, ni se acobarda, ni se corrompe.
Pienso que las cosas se pondrán peor cada día, porque la penetración imperialista es cada día más grande, pero el capitalismo pierde terreno cada día. Ahora estamos perseguidos y este Primero de Mayo fue violento contra nosotros.
Cecilio Sánchez, durante tres años, cumplió la misión encargada por su Partido en la Base Naval de Guantánamo, e incluso organizó allí una célula de su partido. En 1946 ocupa responsabilidades en el Comité Provincial del Partido en Oriente y luego en el Comité Regional Clandestino en Guantánamo, como Secretario General.
El 10 de marzo de 1952, se produce el artero golpe de estado de Fulgencio Batista, iniciando de esa forma una tiranía que duró siete años y costó a Cuba más de 20 000 vidas. El actuar revolucionario de Cecilio alcanza desde entonces dimensiones superiores. Es designado como Secretario de Organización del Partido en Oriente.
Figuró entre los condenados a muerte por la tiranía y logró escapar de la masacre conocida como Las Pascuas Sangrientas. El desembarco del Granma el 2 de diciembre de 1956, con Fidel al frente, marcó una nueva etapa en el quehacer combativo de Cecilio. Se incorporó a la lucha clandestina y al Ejército Rebelde. Y tuvo la dicha de ver coronada la obra que desde joven había deseado y por la cual había combatido con total entrega. A partir de entonces, su consagración y fidelidad a la causa del pueblo se multiplicaron.
Fundador de los Órganos de la Seguridad del Estado, luchador contra  las bandas mercenarias de alzados,  jefe de la Defensa Civil en Oriente, jefe del Departamento de Contrainteligencia Militar , cargo que desempeñó hasta 1963, cuando pasaría  a trabajar en el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba, hoy Partido Comunista de Cuba, hasta el último día de su vida.
Tan ejemplar en la paz, como antes y durante la guerra, fue la vida de Cecilio. Sus compañeros de lucha, sus jefes y subordinados, así lo recuerdan.
Fue secretario general del Partido en la entonces región de Santiago de Cuba.  Dirigió la secretaría de Orientación Revolucionaria del Comité Provincial de Oriente, donde se desempeñó, además, en distintas etapas, los departamentos de Industria y Servicios y Producción Azucarera. Fue uno de los pilares de la construcción del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba en  Oriente.
La desaparición física de este héroe nacido de las mismas entrañas del pueblo, conmovió a los santiagueros, quienes le rindieron honor en el local del gobierno municipal y lo acompañaron  luego hasta el cementerio de Santa Ifigenia, donde descansan sus restos.
En el  panegírico, Jorge Risquet Valdés, compañero de Cecilio, rememoró la vida y la obra de Cecilio, con palabras que vale recordar.
Citando  un párrafo de la evaluación partidista,  apuntó:
“Su presencia en el Buró Ejecutivo resulta de una valiosa ayuda para el trabajo del Partido por las concepciones proletarias y de principios partidistas con que analiza los problemas y enfocas sus intervenciones”.
Otra afirmación de Risquet en aquel doloroso momento:  “Cuando lo veíamos trabajando con tanto ardor por la Revolución en medio del mal que lo invadía cada día más, nos recordaba a Guillermón Moncada, que gravemente se lanzó a la manigua para dar su último aliento a la causa de la independencia”.
Hoy, a 35 años de su fallecimiento, vale recordar también algunas de las reflexiones hechas por Cecilio sobre la sociedad de explotación que le tocó vivir y que tienen plena vigencia cuando de hablar sobre ese sistema se trata.
“La vida en el capitalismo siempre fue dura y difícil. El sistema capitalista no le reserva ninguna perspectiva favorable a ningún obrero, ni a las capas humildes de la población. El caso resulta peor si además de humilde es negro y comunista; un comunista dentro del capitalismo resulta algo así como un esclavo rebelde y eso no se lo perdonan jamás. Yo rompí con el capitalismo siendo muy joven y confieso que si el capitalismo estuviera aquí todavía, lo estuviera combatiendo como a una sociedad y a un sistema que cerró para mí todas las posibilidades. Cuando pequeño, a mi casa no llegaron los Reyes, ni siquiera con caballitos de palo…”
Y refiriéndose a un presente de lucha y de trabajo, expresó:” A la juventud de hoy no le espera ninguna perspectiva sombría y triste; hoy nadie puede explotarla, maltratarla, darle plan de machete, encarcelarla, ni menos asesinarla. En cambio, tiene toda la posibilidad de estudiar, de trabajar, defender su Patria y engrandecerla”.
Para quienes por su edad no conocieron a Cecilio Sánchez Valiente, valgan, como testimonio de confianza en ellos, estas sentidas palabras del ejemplar revolucionario.
“Los luchadores de ayer no tenemos la menor  duda de que la causa por la cual luchamos continuará su marcha ascendente para felicidad de nuestro pueblo que vive  y vivirá confiado y tranquilo en lo que será el futuro luminoso de la Patria”.
Así recordamos hoy a Cecilio, aplicando el concepto martiano de que la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida. Su concepto de que dejar de luchar es traicionar, es ahora conciencia del pueblo.








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