sábado, 16 de octubre de 2021

La guerra biológica de Estados Unidos contra Cuba, otro crimen aún impune

.Orlando Guevara Núñez En la memoria del pueblo cubano están indeleblemente grabados los recuerdos de muchos crímenes de los gobiernos de los Estados Unidos durante los años de la Revolución. A veces en un mismo acto, como La Coubre o el crimen de Barbados. Otros en pocas horas, como Playa Girón; hay también episodios que abarcan años, como es el caso de la lucha contra las bandas mercenarias. Pero la guerra de los Estados Unidos contra Cuba ha tenido disímiles campos de operaciones. Y hay uno que dejó una huella de dolor y luto en nuestro pueblo, por las vidas perdidas, los daños a la salud y a la economía. Nos referimos a la guerra biológica. La Demanda del Pueblo cubano al gobierno norteamericano por daños humanos, precisa en uno de sus argumentos acusatorios: “Que durante todos estos años de Revolución, las acciones agresivas del Gobierno de Estados Unidos han afectado de manera significativa la salud de nuestro pueblo. Esta política criminal ha estado encaminada a entorpecer y obstaculizar los impresionantes logros que la política social cubana ha conquistado. Para ello se ha empleado, entre otras vías, la agresión biológica, que ha cobrado valiosas vidas humanas, incluidos niños y mujeres embarazadas”. Una de esas formas criminales fue la comprobada introducción en Cuba, en 1981, por parte de la CIA, del virus del dengue hemorrágico, causante de la muerte de 158 personas, entre ellas 101 niños. Esa epidemia que no había existido en Cuba, se extendió a todo el país, llegando a afectar a 344 203 personas, con la inconcebible cifra de 11 400 nuevos enfermos en un mismo día. Los casos muy graves y graves ascendieron a 10 312. “Un total de 116 143 enfermos fueron hospitalizados; alrededor de 24 000 pacientes sufrieron hemorragias; 10 224 sufrieron shocks por dengue en algún grado”, se precisa en el documento acusatorio. A un alto costo económico, Cuba venció la epidemia, en el mismo año de aparecida, lo que muchos especialistas en el exterior fijaban de plazo varios años. Una muestra de la falta de sentimientos humanos del gobierno de los Estados Unidos ante esa epidemia en Cuba, fue que, poseyendo la vacuna y otros medios contra el virus, la aplicaron solo a su personal en la Base Naval de Guantánamo, mientras que Cuba debió conseguir en otros lugares recursos por los cuales pagó hasta tres veces y media más el costo real, afectando su economía en más de 100 000 000 de pesos, gran parte en divisas. En 1997 otra epidemia de dengue afectó a la provincia cubana de Santiago de Cuba, cobrando la vida de 12 personas y, miles de enfermos y unos 10 000 000 en costo financiero. Pero las agresiones biológicas no han sido solo contra la vida humana. Cuba ha sufrido, además, daños causados por la fiebre porcina, la seudodermatosis nodular bovina, la brucelosis del ganado, el carbón y la roya de la caña, el moho azul del tabaco, la roya del café, el new castle y la bronquitis infecciosa de las aves de corral, la conjuntivitis hemorrágica, la disentería. En 1971 fue introducida en Cuba la Fiebre Porcina Africana, que obligó al sacrificio de más 740 000 cerdos. La enfermedad reapareció años después, costando el sacrificio de otros 30 000 animales. Mientras, el Moho Azul de Tabaco llegó a afectar el 85 % de los cultivos de ese vital renglón de la economía. Otra criminal plaga introducida en Cuba por agentes enemigos desde los Estados, fue Thrips Palmi, contra cultivos básicos como el frijol, la papa, el pimiento y otros. Los cítricos no escaparon a otra destructora plaga. La introducción de enfermedades contra las aves, los conejos, las abejas, la caña, han figurado entre las macabras agresiones biológicas de Estados Unidos contra Cuba. Esta es solo parte de la historia de las brutales e inhumanas agresiones imperiales contra Cuba durante varias administraciones norteamericanas. Las hemos sufrido. A ellas nos hemos enfrentado. Y las hemos vencido. Pero ahí están las huellas que nunca olvidaremos en nuestro irrenunciable camino para seguir siendo lo que somos, un país libre y soberano, y no regresar a lo que fuimos, un pueblo avasallado y explotado por el Norte revuelto y brutal que nos desprecia. Frente a la negativa norteamericana de reconocer estas agresiones e indemnizar por los daños, ahí están los hechos, ahí están las pruebas y están el derecho y la razón del pueblo cubano.

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