.Orlando Guevara Núñez
Quiso la historia que Juan Fajardo Vega, el último
mambí que quedaba con vida, fallecido el 2 de agosto de
1990, fuera
santiaguero. Murió a solo 13 días de cumplir los 108 años de edad.
A los 16 años, se incorporó a las filas del Ejército
Libertador Cubano, y fue ayudante de escolta del General Saturnino Lora, uno de
los protagonistas del alzamiento del 24 de febrero de 1895 en Baire. Integrante
de una familia revolucionaria, sus otros seis hermanos se lanzaron también a la
manigua cubana, a luchar con las armas contra el ejército colonial español.
Terminada la guerra, Fajardo Vega regresó a su hogar,
donde laboró como carpintero y aprendió mecánica de pailería. Pese a la
precaria situación económica de la época, siempre se negó a cobrar pensión como
veterano, pues, como él mismo afirmara: “Cada vez que la Patria ha estado en
peligro, he dejado mis oficios y me he puesto al servicio de su defensa y
cuando volvía la paz, de nuevo a mis oficios. ¡Nada de estar viviendo de la
Patria!
En 1956 colaboró con el Movimiento Revolucionario 26
de Julio y participó en el arreglo de armas a
los combatientes del Tercer Frente Oriental, dirigido por el Comandante
Juan Almeida Bosque.
Por
coincidencia histórica, Juan Fajardo Vega, el último mambí, vivió y murió en un
lugar cercano al del inicio de esa guerra y a Pinos de Baire, donde en
noviembre de 1868 tuvo lugar la primera carga al machete contra las fuerzas
coloniales españolas, dirigida por el patriota dominicano-cubano Máximo Gómez
Báez, quien ganaría combate tras combate el más alto grado militar en el
Ejército de Liberación Cubano. El Generalísimo, como se conoce en nuestra
historia, estrenó de esa forma una nueva forma de combate, con el machete, que
pasó de instrumento de trabajo a una de las armas más temidas por los soldados
y oficiales españoles.
En su
pródiga vida, el último mambí tuvo 21 hijos, 83 nietos y 127 biznietos.
Al fallecer,
el cadáver de Fajardo Vega recibió honores del pueblo en el poblado de Baire,
luego en la ciudad de Santiago de Cuba y fue trasladado a la capital del
país, La Habana, donde mereció igual tributo. La última guardia de honor, en la
sede del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, estuvo a cargo del
General de Ejército Raúl Castro Ruz. En sus palabras de despedida en Santiago,
el compañero Esteban Lazo Hernández, entonces primer secretario del Partido
Comunista de Cuba en la provincia, expresó que este mambí “Resume en estos
momentos toda la gloria de la epopeya mambisa y nos entrega la bandera y el
ejemplo de la generación de Antonio Maceo y de José Martí y de tantos héroes
públicos y anónimos que se multiplican hoy en millones de cubanos”.
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