. Orlando
Guevara Núñez
La organización, dirección, financiamiento y suministro de armas a 299
bandas contrarrevolucionarias con más de 4 300 mercenarios en territorio
cubano, por parte del gobierno de los Estados Unidos y su Agencia Central de
Inteligencia (CIA) fue una guerra con la
total complicidad de la Organización de Estados Americanos (OEA) esgrimiendo los mismos falsos y traidores
argumentos que hoy se utilizan contra el hermano pueblo de Venezuela.
En días recientes, el periódico Granma, Organo Oficial del Comité Central
del Partido Comunista de Cuba, publicó algunos datos que revelan la esencia criminal de aquella guerra
desarrollada entre los años 1960 y 1965, etapa en la que el pueblo uniformado
cubano eliminó ese bandidismo a un alto costo de vidas y recursos.
En 618 se fija la cifra de combatientes
revolucionarios caídos en combate y
otros muchos heridos, mientras que unos 635 alzados resultaron muertos. Pero
estas bandas cometieron horrendos crímenes contra maestros, campesinos, mujeres
e incluso niños en las zonas donde operaban. La CIA se había encargado de
entrenar a los alzados en la tortura, el
crimen, los sabotajes a la economía, la quema de escuelas y cualquier otro acto
vandálico en contra de la Revolución.
En ese contexto, del 22 al
29 de agosto de 1960, sesionó en San José de Costa Rica la VII Reunión de
Consulta de los Cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA) instrumentada por el gobierno de los Estados
Unidos para condenar y aislar a Cuba, como parte de la preparación del
escenario para la agresión – ya programada- que se produjo el 17 de abril de 1961,
mediante la invasión mercenaria de Playa Girón, con el objetivo de destruir a
la Revolución. El infame documento fue aprobado, con la excepción de los
cancilleres de Venezuela y Perú, quienes, además de no firmar la declaración,
renunciaron a sus cargos.
No se equivocó el Comandante
en Jefe Fidel Castro cuando afirmó, refiriéndose a la reunión anticubana, que
“se estaba afilando allí el puñal que en el corazón de la Patria cubana quiere
clavar la mano criminal del imperialismo yanqui”.
A esa infame actuación, Cuba
respondió con la Primera Declaración de La Habana, el 2 de septiembre de 1960, aprobada
por un millón de cubanos reunidos en la capital del país, y en masivos actos en
todo el territorio nacional. Cuba fue condenada por la OEA y los gobiernos
reaccionarios y opresores, pero no por los pueblos de América Latina.
El 31 de enero de 1962,
reunida en Punta del Este, Uruguay, la OEA expulsó a Cuba de su seno, al
considerarla incompatible con el sistema interamericano. La orden recibida del
gobierno yanqui había sido fielmente cumplida.
En esa ocasión, el soborno y el temor
pudieron más que la dignidad de quienes se reunieron para condenar a Cuba. En
América Latina, sólo México no rompió sus relaciones con nuestro país. Pero los
lazos de amistad y solidaridad de los pueblos no pudieron romperse nunca. Y los
aisladores terminaron aislados.
A pocas horas del conciliábulo, el 4 de febrero de 1962, más de un millón de
personas se reunieron en la capital cubana, y en nombre de todo nuestro pueblo,
con Fidel al frente, proclamaron un
histórico documento. La Segunda Declaración de La Habana. Vale recordar algunos
fragmentos del discurso del Comandante en Jefe cubano ese memorable día:
"En Punta del Este se libró una gran
batalla ideológica entre la Revolución Cubana y el imperialismo yanqui. ¿Qué
representaban allí, por quién habló cada uno de ellos? Cuba representó los
pueblos; los Estados Unidos representó los
monopolios. Cuba habló por las masas explotadas de América; Estados Unidos, por
los intereses oligárquicos explotadores e imperialistas. Cuba, por la
soberanía; Estados Unidos, por la intervención. Cuba, por la nacionalización de
las empresas extranjeras; Estados Unidos, por nuevas inversiones de capital
foráneo. Cuba, por la cultura;
Estados Unidos, por la ignorancia. Cuba, por la reforma agraria; Estados
Unidos, por el latifundio. Cuba, por la industrialización de América; Estados
Unidos, por el subdesarrollo. Cuba, por el trabajo creador; Estados Unidos, por
el sabotaje y el terror contrarrevolucionario que practican sus agentes, la
destrucción de cañaverales y fábricas, los bombardeos de sus aviones piratas
contra el trabajo de un pueblo pacífico. Cuba, por los alfabetizadores
asesinados; Estados Unidos, por los asesinos. Cuba, por el pan; Estados Unidos,
por el hambre. Cuba, por la igualdad; Estados Unidos, por el privilegio y la
discriminación. Cuba, por la verdad; Estados Unidos, por la mentira. Cuba, por
la liberación; Estados Unidos, por la opresión. Cuba, por el porvenir luminoso
de la humanidad; Estados Unidos, por el pasado sin esperanza. Cuba, por los
héroes que cayeron en Girón para salvar la Patria del dominio extranjero;
Estados Unidos, por los mercenarios y traidores que sirven al extranjero contra
su Patria. Cuba, por la paz entre los pueblos; Estados Unidos, por la agresión
y la guerra. Cuba, por el socialismo; Estados Unidos, por el capitalismo”.
Hoy, contra Venezuela, la OEA repite su misma
historia contra Cuba. Pero el gobierno bolivariano y chavista, junto a Maduro y su pueblo, está repitiendo la viril postura del gobierno
cubano, de su pueblo y de Fidel, contra la traición y el entreguismo de la OEA.
Y no hay dudas de que la OEA y el
imperio no podrán nunca contra la voluntad, la dignidad, el decoro y la justa
causa de los pueblos de Bolívar y Martí, de Chávez y de Fidel.
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