viernes, 13 de enero de 2017

Una “muerte” que salva vidas




.Orlando Guevara Núñez
El gobierno de los Estados Unidos acaba de  decretar la “muerte” de la política de “pies secos y pies mojados” y de la admisión provisional para profesionales de la salud  cubanos que prestan servicios en otros países,  medidas denunciadas por Cuba desde hace varios años.
La Declaración Conjunta de los gobiernos de la República de Cuba y de los Estados Unidos, la del Gobierno Revolucionario y la del presidente norteamericano, sobre el tema migratorio, explican las razones y las decisiones para poner fin a una política absurda que ha costado la vida a cientos de cubanos, tanto en naufragios como a manos de bandas traficantes de personas.
Era una política insostenible, por la fragilidad de sus argumentos. Durante muchos años, miles de cubanos llegaban ilegalmente a los Estados Unidos. No importaba si eran personas honestas o delincuentes, si habían robado o cometido crímenes para sus objetivos de llegar a ese país, con la seguridad de recibir abrigo. Bastaba que fueran cubanos para obtener ese privilegio, negado a millones de personas de otros países, principalmente de nuestra área geográfica que hacia allá emigraban.
Mucho se utilizó el falso argumento de la “persecución política”  para ser admitido con mayor rapidez en Estados Unidos, en el caso de los cubanos. Así, en un corto período de tiempo, un año, derecho a residencia, trabajo y otras ventajas vetadas para unos doce millones de personas que han llegado a ese país y luchan infructuosamente por iguales derechos, teniendo en muchos casos, el castigo de la deportación.
“Perseguidos políticos” que en corto plazo regresaban a Cuba en viajes de plácida estancia, sin que nadie siquiera les preguntase nada por su salida ilegal, ni les exigiera cuentas sobre el hecho de haberse prestado a la componenda para hacer aparecer al gobierno de su país como opresor.
Esta decisión ha sido, sin dudas, un paso trascendente, porque ha eliminado una de las injusticias que entorpecían  el camino emprendido para la normalización de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. Demostrativo, además, de cómo pueden continuarse aplicando soluciones que verdaderamente ayudan a las dos partes, sin menoscabo para su soberanía.
Bienvenidos estos acuerdos sobre el tema migratorio. Y  el deseo de que su aplicación no sufra en ningún momento el azote de vientos que enrarezcan la brisa de paz y sensatez sobre la cual se transportan. Para que la muerte de una injusticia siga salvando vidas y evitando sufrimientos a los cubanos que, por diversas razones, ejercen su derecho de emigrar y lo tienen también de regresar, todo dentro de los marcos regulares, seguros y  ordenados sustentados por los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos.

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